El tango de luto con el fallecimiento del maestro concordiense Santos Maggi
Gran bandoneonista, nacido en Concordia, músico, compositor de más de 100 obras.
Sus comienzos, como él recordaba, los obtuvo de muy jovencito, apenas 10 años, con otro gran Maestro de la música que tuvo esta ciudad que fue Agapito Hernández.
A los 13 años de edad, su padre le pudo comprar el primer bandoneón que lo acompañó en este arte de la música ciudadana ya que su preferencia era el tango, muy a pesar de que cuando llega a Buenos Aires a perfeccionar sus conocimientos incursionó en la música clásica también y en algunas oportunidades que lo visitaba últimamente casi todos los fines de semana donde estuvo internado me dijo: �SYo Rosita escuché y leí siempre todo tipo de música y eso es muy importante para un músico porque lo instruye aún más. Mire, para ser bueno en la música hay que estudiar y practicar todos los días, pero mucho, mucho⬝.
Como todos saben fue el bandoneonista que nos representó en distintos escenarios del mundo y con orquestas destacadas como Mariano Mores, Aníbal Troilo, Juan D´ Arienzo Domingo Federico, Francisco Canaro, Héctor Varela y tantas otras.
En una oportunidad actuó como solista de bandoneón en el Teatro Colón, de Bs. As.
Tendría tantas cosas para decir de Santos Amado Rivero Maggi (le decían Chiche o elTata).
Su vida era el arte musical. Luego de muchos escenarios de giras como dije por el mundo, afectado de su columna vertebral y un poco cansado de tantos viajes decide volver en el 2011 a su domicilio en Concordia, en calle Bernardo Irigoyen casi Brown.
El año pasado fue internado en un geriátrico por sus familiares (sus hijas, las 2, viven en Bs. As.) donde a pesar de estar bien atendido necesitaba su casa, sus 3 bandoneones, sus partituras y la necesidad del cariño de sus allegados.
En diciembre pasado, para las Fiestas, vino desde Bs. As. la nieta del Profesor Agapito Hernández, la Sra. Olga Acosta (ellos se conocían hace muchos años en la Capital Federal), como somos amigas, me pidió que la acompañara hasta el geriátrico donde los tres almorzamos juntos.
Cuando le preguntamos, Maestro ¿qué le gustaría comer?, nos dijo ����mi comida preferida es asado de tira con papas fritas�"�", por lo que lo complacimos trayendo esa comida de afuera de ese lugar y con el permiso de las autoridades.
Repito que yo lo visitaba todos los fines de semana y charlábamos de tantas cosas, hasta me ayudó a hacer arreglos de armonización en el bandoneón (fui alumna de él en ese instrumento hace algunos años por eso lo conocía) y era necesario para mi profesión el ensamble del bandoneón con otros instrumentos.
Eso le agradaba y le alegraba la mirada, pero luego volvía la necesidad de irse a su casa y así lo hizo por su cuenta sin permiso, pero luego sus familiares lo vuelven a internar en otro geriátrico donde muere sin ese sentimiento espiritual que un ser humano necesita que es su casa y junto a sus tres bandoneones como él decía y pedía hasta el final de sus días.
Porque su memoria y la lucidez mental la tuvo siempre intacta, era su cuerpo (especialmente sus piernas que no respondían muy bien).
Un final triste para un gran maestro del bandoneón, como fue Santos Maggi.
ROSITA RAMAT � FERR�0
Profesora de música