"Q U E R E N C I A"
Aún era pequeño el día de la mudanza, por lo que no entendía muy bien las actitudes de su abuelo luego de la última noche que pasaran en la vieja casa de la colonia, ni sus suspiros durante el remate del día anterior cada vez que el rematador bajaba el martillo por precios irrisorios, y los compradores iban retirando los distintos lotes de utensilios, muebles y herramientas de labranza, con los que en vida de su bisabuelo, (aquél inmigrante ucraniano que a fines del siglo XIX, huyendo de persecuciones y discriminaciones fué colonizado en Entre Ríos donde halló un ambiente de paz y libertad) obtuvieron el sustento para mantener dignamente su familia. Todo era usado, pero cada elemento tenía una historia propia, contenía un sentimiento por lo que representó a lo largo de casi tres generaciones.
- Abuelo, ¿por qué ese señor amigo tuyo te vino a decir que no podía comprar nada y se fue?
- Sabés por qué? Porque como también él es un colono, igual que yo, y es amigo mío, me dijo que nunca podría usar nada de todo esto, sabiendo que me perteneció y que tengo que liquidarlo...
No logró captar la dimensión de la explicación, pero si lo dijo el abuelo... Era el nieto menor y el que más compartía con sus abuelos en la casa campesina, sobre todo durante los largos meses de convalecencia en que a raíz de un infarto cardíaco, el médico le prohibió todo tipo de esfuerzo físico a ese hombre cuyo concepto de vida era obtener el sustento de la tierra, de "su" tierra, adquirida en condiciones de pagos durante muchos años, supeditado siempre a los vaivenes de la naturaleza que no siempre fué pródiga facilitando las tareas de cultivos en el campo, pero el ejemplo de laboriosidad y dignidad sustentados por fuertes principios de dedicación y amor por su tarea y su familia, crearon sobre su persona un respeto y admiración por su singular trayectoria, por su generosidad con los distintos puesteros que en muchos años habitaron en su chacra, y que al enterarse de su mudanza al pueblo, se hicieron presentes como en una actitud solidaria de reconocimiento al patrón que además fué amigo y consejero, y que al despedirse, con cierta timidez, extendían la mano, descubriéndose la cabeza y con la mirada baja expresaban: Que le vaya bien, patrón, que se reponga pronto...
Habiendo concluído las tareas del remate, quedaron algunas pocas pertenencias que decidió guardar como recuerdo: unas herramientas, unas maneas y el banquito de ordeñar, una rasqueta para los caballos, una tijera de tusar, un serrucho y un taladro que siempre cuidó y que utilizara para fabricar muchos de los muebles que tenían en la casa, y una tijera de podar, recuerdo de las cosechas de mandarinas de su quinta que llevaba al pueblo para vender junto a los demás productos de granja y huerta. También el nivel que su padre trajo de la vieja Europa y que tantas veces utilizó en los distintos trabajos de albañilería al ampliar la casa a medida que aumentaba la familia.
Estando cargado el carro de cuatro ruedas con las últimas cosas que quedaban y que manejaba el último peón y alambrador que lo acompañaba en los distintos quehaceres del campo, al que se lo conocía sólo por el nombre de "Vitico", que tenía un importante físico y una fuerza poco común, guapo en las tareas rurales, un poco afecto a la bebida por lo que los días lunes de cada semana era sabido que no aparecería por su rancho hasta bien avanzado el día, no obstante muy dócil, respetuoso y obediente, aunque se rumoreaba que tenía en su haber alguna muerte, por lo que en los boliches que frecuentaba nadie lo contradecía...
Al declinar l día, el carro tirado por dos caballos a la lanza y un ladero emprende el viaje al pueblo, distante dos leguas, mientras que el colono y su nieto los seguirían en el sulky pues por estricta indicación médica aún no debía montar a caballo, y en vez de tomar el camino vecinal se dirige hacia el campo, lentamente, al paso del caballo. Atraviesa el arroyito donde desde su infancia solía ir a pescar, pasa frente a la quinta de mandarinas, y al llegar a la loma detiene el andar recorriendo con la vista esa tierra, ¡ese campo donde dejó tánto esfuerzo y donde forjó tántas ilusiones! Un torbellino de sensaciones lo aturdían... ese es el fruto de la vida, el fruto conquistado con rudos afanes, ¡el fruto ganado brava y noblemente!... Recuerdo entrañable de un pasado cercano que no se repetirá. Se "ve" desde muy joven sentado en el arado doble abriendo surcos de tierra húmeda dejando al descubierto lombrices e isocas que eran engullidas con avidez por bandadas de pájaros que lo seguían, o caminando en los surcos sembrando al vuelo con la bolsa de cereal colgada al pecho, y más adelante con la larga sembradora, ¡qué adelanto! Caminando entre un linar florecido, entre las espigas doradas de un trigal maduro, alambrando un potrero nuevo o caminando detrás de la cosechadora tirada por 12 caballos controlando que no quede cereal en la paja. Ya no más cosechas, ni fiebre aftosa, ni matar hormigas luego de copiosas lluvias, ni langostas, ni carbunclo, ni sabañones por las heladas madrugadas en el corral, ni yerras con asado, ni croar de sapos, ni concierto de chicharras, ni más ilusiones postergadas para concretarlas "después de la cosecha" de un año para otro...
Agita las riendas y el caballo gira ante el chasquido de sus labios emprendiendo el regreso. El nieto observa de reojo el extraño brillo húmedo en los ojos de su abuelo, pero ante su silencio no se atreve a articular palabra.
El tiempo continúa su curso y las generaciones se van sucediendo, con otras formas de vida y nuevos sistemas de labranza. Los jóvenes se hacen hombres y mujeres, algunos siguen estudios, otros trabajan, forman sus hogares y a su vez tienen hijos. Pero cuando en la infancia se ha disfrutado de momentos que gratificaron el alma, los recuerdos y las nostalgias actúan como un impulso poderoso que si bien se diluyen en el transcurrir de los años, actúan potenciando una regresión a un tiempo feliz. Así, aquél nieto, hombre ya, decide volver a la vieja casa de campo, llevando una caña de pescar para revivir, en el arroyito a aquel niño que tantas veces al sacar una tararira alborotaba y se abrazaba a su abuelo que lo acompañaba y que sonreía bonachonamente.
Llega al portón que tantas veces, saltando con agilidad abriera e ingresa al patio, deteniéndose bajo la morera, la añeja morera a la que trepaba bajando con la cara teñida de color morado y la boca llena de dulces moras, y se acerca a lo que fuera la casa, un hogar,hoy una tapera, con una ventana tapiada con tablas enmohecidas y una hoja de media puerta colgada de una sola bisagra herrumbrada que el viento mecía. Casi sin darse cuenta, sin proponérselo, con voz queda, se oye a sí mismo decir, como llamando un recuerdo muy querido: ¡Abuelo.... abuelo....
Transcurridos unos minutos se asoma desde una habitación oscura un hombre alto y flaco, de piel oscura. con el cabello canoso y revuelto, y unos pocos pelos en la cara, descalzo, usando en el torso un viejo y raído saco que le quedaba muy chico y un pantalón a media pierna atado a la cintura con una piola. Esa aparición sorprendse al visitantr gnerándole cierto temor por lo que lo observa sin atinar expresar palabra alguna, mientras que el anciano que sin duda escuchó sus murmullos le pregunta con una voz cascada:
- ...y quien era tu abuelo?
-Perdone... yo no sabía... mi abuelo es fallecido...
- ...y cómo se llamaba?
- Era... era don David...
Al escuchar ese nombre, al viejo criollo se le iluminan los ojitos hundidos en su rostro y trata de esbozar una sonrisa. En su cara muy arrugada, curtida por el tiempo, asoman unos pocos dientes amarillentos, mientras con dificultad se aproxima abrazando al joven, y con agitada respiración, como estertores, murmura:
- ...no tengás miedo... yo estoy viejo... yo soy Vitico... Don David... mi patroncito... mi hermano...
Y arrastrando sus pies desnudos y cuarteados, alargando sus delgados brazos como para asirse de algo en el aire se dirige a un tronco seco en lo que fuera el patio, donde trabajosamente se sienta, y con voz ronca murmura:
- Vení... sentate m´ijito... Yo te viá contar quien era tu agüelo... esta era su querencia....
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión