El suicidio de Lisandro de la Torre
Había nacido en Rosario el 6 de diciembre de 1868. Se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1890. Una anécdota de su historia familiar cuenta que su padre, de orientación mitrista poseía una estancia sobre el Arroyo Pavón, y luego de la batalla librada en ese sitio del cual tomó sui nombre, el padre de Lisandro de la Torre estuvo a punto de ser fusilado por las tropas del General Urquiza.
Durante la presidencia de Avellaneda, el padre de de la Torre, por su condición de mitrista opositor político fue a la quiebra, sufriendo el remate de su casa y sus muebles, suceso este que marcó la personalidad de de la Torre para siempre.
Lisandro de la Torre tenía un especial interés en conocer el funcionamiento del régimen municipal norteamericano y por tal motivo en 1900 viajó a Estados Unidos para conocerlo de primera mano. La fascinación que ejerció en el esta experiencia y de 1912 cuando fue elegido diputado nacional por la Liga del Sur y por Santa Fe presentó un proyecto de ley sobre el régimen municipal citando a Tocqueville cuando señala que es “en la comuna donde reside la fuerza y la vitalidad de los pueblos libres”
El buen funcionamiento de esta constituiría un reaseguro contra el despotismo y su influencia beneficiaría a todo el cuerpo social.
En política participó junto a Juárez Celman en la fundación de la Unión Cívica, lo que lo acercó a dirigentes políticos de la talla de Aristóbulo del Valle y Leandro Alem. Fue uno de los de la denominada Revolución del Parque de 1893 y en su provincia natal (Santa Fe) se apoderó de la Jefatura de Policía de Rosario y con ese armamento marcharon a Buenos Aires donde se había proclamado un gobierno revolucionario conducido por Leandro Alem. Pero los revolucionarios fueron derrotados, aunque el objetivo se cumplió y el gobierno cayó. Lisandro de la Torre y Leandro Alem fueron fundadores de la Unión Cívica Radical.
De la Torre volvió a Rosario a trabajar en un campo que le regaló su padre y fue a través de varios años, presidente de la Sociedad Rural de Rosario y director del primer Mercado de Hacienda en 1911.
En enero de 1896 había muerto repentinamente Aristóbulo del Valle y en julio de ese mismo año se suicidó Leandro Alem. De la Torre propuso una alianza con los mitristas para derrotar a Roca, pero Hipólito Yrigoyen no aceptó en términos que de la Torre calificó de insultantes por lo que de la Torre lo desafió a duelo y el arma elegida fue el sable, que Yrigoyen aceptó en septiembre de 1897, aunque jamás había empuñado uno, en cambio de la Torre era diestro en su práctica. Fue en los galpones del puerto de Catalinas Sur. Duró más de media hora el lance en el que Yrigoyen atacó con mandobles de todos lados. Cuando finalizó, de la Torre presentaba heridas en la cabeza, en las mejillas, en la nariz y en el antebrazo, e Yrigoyen se puede decir ileso, salvo un golpe en las costillas que la ropa detuvo parcialmente. De la Torre tuvo que usar barba toda su vida para disimular la cicatriz en la mejilla.
El 29 de noviembre de 1908 un grupo de políticos se reúne en el teatro Opera de Rosario y encabezados por Lisandro de la Torre fundaron la Liga del Sur como representación de Rosario y del sur de Santa Fe, como un enfrentamiento con Santa Fe capital y el norte de la provincia. Después de promulgada la Ley Sáenz Peña pudo ser elegido diputado nacional.
En 1914 de esa base de la Liga del sur se funda el Partido Demócrata Progresista en el Hotel Savoy de Rosario que integran: Joaquín V. González, Indalecio Gómez, Carlos Ibarguren, José Félix Uriburu, José María Rosa, Alejandro Carbó, Carlos Rodríguez Larreta. La plataforma del partido propiciaba una Reforma Tributaria que gravara la riqueza, aliviara los impuestos a los alimentos, la Autonomía Municipal, separación de la Iglesia del Estado, el voto femenino, una nueva ley de colonización, una Marina Mercante Nacional y un proteccionismo industrial.
La Revolución de 1930, encabezada por su amigo José Félix Uriburu termina de desencantar a de la Torre, aunque no condena el golpe de estado.
El fraude de 1931 lo hace romper definitivamente con los conservadores y en 1932 unido al Partido Socialista obtiene una banca en el Senado.
LA CONFERENCIA
DE OTTAWA
La relación con Inglaterra tambaleaba por la situación en la que queda el Reino Unido como consecuencia de la Gran Guerra o la Guerra del 14 en la que el imperio va dejando de ser la nación dominante. Gradualmente va dejando de comprar nuestras carnes, el negocio del carbón de piedra de Cardiff para los ferrocarriles. Las materias primas que exportaba la Argentina al mundo ya no son prioritarias y los puertos están paralizados por la inactividad.
La Argentina anuncia que las autoridades nacionales viajaran a Londres a negociar un nuevo acuerdo comercial, a pesar de que los ingleses hacen saber a la Argentina que no tienen nada para ofrecernos. Sin embargo, viajaron de todas formas el vicepresidente Julio A. Roca (hijo y el Dr. Guillermo Leguizamón. Los ingleses nos hacen saber que solo comprarán a los países del Commonwealth (Canadá, Nueva Zelandia y Australia) que precisamente producen carnes y cereales. Esto fue acordado en la Conferencia de Ottawa donde se había establecido una ley que autorizaba al gobierno británico a aplicar derechos protectores de un 100% ad Valorem para todas las mercancías introducidas en Gran Bretaña.
El poderoso emporio del trigo y de la inmigración cambiaba su fisonomía, lejos de llegar inmigrantes en 1932 Argentina pasaba a ser un país de emigración. En ese año, 12.000 extranjeros que se iban superaban a los que venían. La caída del valor del peso argentino se tornó en una desgracia más. Las consecuencias de la Conferencia de Ottawa se hicieron sentir. Se anuncia para el año 1933 una reducción de 100.000 toneladas de carne enfriada (chilled) de procedencia argentina.
Se envió entonces esa delegación de Julio Roca y Guillermo Leguizamón a pesar de la advertencia británica de que “no tienen nada para ofrecernos”. La delegación oficial fue igual. Finalmente, ante tanta insistencia se llegó a un acuerdo, y terminó como habría de esperarse. Se establecía una cuota de importación de carnes argentinas, controlada por el gobierno británico que ascendían al 85% del total exportado por Argentina “cuyo manejo quedaba en manos de los frigoríficos ingleses y norteamericanos que ejercerían el control de las carnes argentinas. El 15% restante se debía dividir entre el Frigorífico Gualeguaychú- el Frigorífico Municipal de Buenos Aires. El Frigorífico La Negra, que era subsidiario del Sansinena (Cuatreros) de General Cerri.
Esto era inadmisible y así lo señaló en el Senado Lisandro de la Torre, que defendió enérgicamente la posición postergada de los ganaderos del Litoral, ante la cínica capitulación de la ganadería privilegiada de Buenos Aires. Nueva Zelandia, Canadá y Australia pueden administrar su cuota y Argentina, no. Mientras tanto se establecían franquicias a la importación de productos ingleses: Whisky, carbón de piedra, coke etc.
Era lastimosa la defensa del Tratado de Londres en la Cámara de Senadores.
La posición de los socialistas frente al Convenio Roca- Runciman fue de defensa del librecambismo (sin importar que este no fuera reciproco).
La última gran actuación de De la Torre estará consagrada a la defensa de los intereses ganaderos del Litoral. Los pequeños ganaderos de Santa Fe, Buenos Aires y La Pampa permanecían al margen de las cuotas de exportación que los británicos repartían en el grupo de los grandes criadores, invernadores y estancias bonaerenses.
Al brillante parlamentario que defendió vigorosamente a los productores del Litoral se le asoció Nicolás H. Repetto en la fórmula demócrata socialista de 1932 por la Capital Federal. Le llamaban “La fórmula del vinagre” por la natural antipatía de ambos.
Pero lo que caracterizaba a de la Torre era su anti yrigoyenismo es decir, según el “representaba la versión gauchesca del radicalismo”. Opondría las huestes italianas a los nuevos colonos radicales. De la Torre baso su acusación en desovillar el Tratado Roca- Runciman donde se sobreentendió que había, además un acuerdo secreto. Pero lo cierto es que carecía de pruebas
APARECEN LAS PRUEBAS
El Dr. Alfredo Palacios había recibido una denuncia de tres empleados del Frigorífico Anglo, en la que informaban a la Comisión que las pruebas que buscaban se encontraban en la bodega de este barco inglés anclado en el puerto. El “Norman Star”. Ellos habían estibado las cajas y por el peso que estas tenían, dedujeron que era papelería o sea las pruebas contables que buscaban.
El senador de la Torre con el apoyo de la Prefectura Naval, accedieron a las bodegas y allí encontraron las 40 cajas de carne enfriada “chilled” donde figuraban los sobornos a los funcionarios públicos. Los libros contables estaban allí escondidos en cajas de corned beef con el sello del Ministerio de Agricultura, cómplice del fraude. El 27 de mayo de 1935, la Comisión del Senado presidida por De la Torre presentó su informe y en el debate de las carnes, Lisandro de la Torre asumió con notable eficacia y relieve oratorio la causa de los pequeños productores del Litoral, esquilmados por el escaso pero angurriento sector bonaerense. La tensión era tan grande y los intereses porteños tan expuestos que un grupo de estancieros, dirigidos por el ministro de Agricultura, Luis Duhau planeó el asesinato de De la Torre para interrumpir la intervención parlamentaria. Un matón, al servicio de los conservadores, Ramón Valdez Cora, disparaba en pleno recinto del Senado el 23 de julio de 1935 tres balazos que no alcanzaron a De la Torre, sino a su compañero de partido el senador electo Enzo Bordabehere. Pocas horas después fallecía su amigo ante el estupor del país. El escandalo estremeció a la República y los nombres de los instigadores corrían de boca en boca. He dicho antes que Lisandro de la Torre fue admirado por su valiente defensa del interés público, pero nunca fue una figura popular, ni tampoco buscó notoriedad. La interpelación al ministro se suspendió y De la Torre se abandonó a una depresión creciente. El espectáculo que presentaba el país no podía ser más deplorable aquel 5 de enero de 1939, en el que empuñó su revólver para “volver a la nada, confundiéndose con todo lo que muere en el universo” como escribió en la despedida a sus amigos.