Escuchar el clamor de las mujeres
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
Hace pocos días los obispos que formamos parte de la Presidencia del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño) tuvimos una reunión con el Papa. En esa oportunidad le entregamos el texto con las conclusiones y desafíos de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe que se está desarrollando desde inicios del año pasado. El título del texto es �SHacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias⬝, y está disponible de forma gratuita en el sitio asambleaeclesial.lat
Hubo expresiones de alegría entre quienes participaron de modo más directo en el proceso desarrollado, y estaban esperando esta publicación. También se generaron expectativas en general respecto del contenido de estas reflexiones y propuestas pastorales. En estos días, de las cuestiones que más indagaron, se destaca qué se dice acerca de la mujer en este escrito. Y no es sorpresa: las inquietudes y reclamos acerca de ellas fueron importantes durante los diversos momentos de la Asamblea.
Les puedo decir que aparece con frecuencia en los tres capítulos en que está estructurado el texto. Les comparto tres apartados o secciones en particular. Dos son descriptivas: aspectos significativos de la realidad, y un nuevo lugar para la mujer en la Iglesia. Un tercer aspecto es el relativo a la dimensión sinodal y participativa, en el cual se plantea el protagonismo de las mujeres en la Iglesia y la sociedad, y las líneas de acción que se sugieren.
El texto expresa que �Snuestras sociedades siguen siendo, en muchos aspectos, patriarcales y machistas, con estructuras que mantienen a las mujeres en una situación de inferioridad e invisibilidad⬝ (85). Se �Senfatizó el gran dolor que genera la violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones⬝, en lo social, cultural, familiar, laboral (86). Sin embargo, se percibe como signo de esperanza la creciente participación de mujeres en ámbitos políticos, sociales, económicos, científicos⬦ ¡Cuánta creatividad y capacidad de organización en asistir a los más vulnerables durante la pandemia! (87). En segundo lugar, se refiere a la participación de la mujer en la obra evangelizadora de la Iglesia desde hace siglos hasta el presente. �SEllas son tan invisibles como imprescindibles⬝ (108). Se indica también que �Sen la Iglesia subsisten formas de discriminación⬝, y se reclama la inclusión de las mujeres en la liturgia, nuevos ministerios (cfr 299), la teología, los espacios de decisión en las comunidades cristianas (cfr 109). Finalmente, en la tercera parte del documento se proponen orientaciones pastorales a tener en cuenta en las comunidades. Se pide escuchar �Sla voz de las mujeres que claman por un nuevo lugar en la sociedad y en la Iglesia en esta hora de América Latina y el Caribe⬝ (311). En el ámbito eclesial �Salgunas autoridades no terminan de aceptar el acceso de las mujeres a roles de liderazgo o dirección⬝ (312). Es tan importante dar respuesta concreta que �Sestos cambios no pueden depender de la buena voluntad de los presbíteros y obispos, sino que implican la formalización de ministerios propios y su integración en estructuras de decisión tanto en las Iglesias locales como en las Conferencias episcopales nacionales⬝ (314). Es necesario promover la reforma de las estructuras caducas que ya no sirven a la misión y a la reciprocidad complementaria entre varones y mujeres, teniendo en cuenta la común dignidad que brota del mismo bautismo, y de haber sido creados por Dios a su imagen y semejanza.
Nos hace falta conversión personal y pastoral. Son desafíos que nos mueven a examinar nuestras estructuras y estilos de trabajo en cada comunidad.