Juan Ramón Duarte había nacido en Los Toldos (Pcia de Buenos Aires) en 1914, en el campo "La Unión" propiedad de su padre, a 60 km al sur de Junín. Su hermana menor fue Eva Duarte. Ambos eran hijos no reconocidos por su padre, Juan Duarte y Juana Ibarguren con quien vivía en concubinato.
Luego de morir su padre, la situación económica de la familia no era buena, por lo que Juan Ramón comenzó a buscar trabajo, aunque debió abandonar el campo y trasladarse a Junín donde consiguió trabajo en una farmacia como cadete con 16 años.
En 1934 Juan Duarte se radicó en Buenos Aires ya que comenzó a trabajar como viajante de comercio y recorría el país vendiendo jabones de la firma Guereño, con un ingreso de $ 200.- mensuales y gastos de viáticos por $ 800.-
Su único bien era un auto, valuado en $ 9.800.- pero Juan Duarte poseía algo más: una hermana que sería famosa cuando conquistó al coronel Juan Domingo Perón. Se puede afirmar sin temor a equivocarse, que su vida y la de su familia estaba asegurada a partir de ese momento.
Marcado por el estigma de ser un hijo no reconocido, igual que sus hermanas, encontró el medio de resarcimiento y pasó a ser un "bon vivant" como se les llamaba entonces. Juan Duarte "Juancito", pasó a ser el mimado y favorito de las actrices de su época, dado que gracias al vínculo de su hermana Eva con el medio, rápidamente se hizo conocer, siendo además poseedor de una natural cordialidad y simpatía.
Una vez en el poder, Juan Domingo Perón lo nombró su secretario privado. Gracias a esta influencia llegó a ser dueño de cuantiosos bienes. De aquel auto de 1943 valuado en 10.000 pesos, pasó a ser propietario de una Cadillac y un Fiat, dos motocicletas y un avión. "Juancito" derrochaba dinero en cabarets y regalos valiosos a sus amantes y era propietario de un palco en el famoso "Tabaris" de la calle Corrientes, por donde desfilaban espectáculos que no tenían nada que envidiarles a los shows de París, Berlín o Nueva York.
Juancito participaba en su vida rumbosa como amante de Elina Colomer primero y de Fanny Navarro después, bellas actrices de la época.
Era dueño de un 25% de la productora cinematográfica Argentina Sono Film y del noticiario EMELCO, permisos de importación de bebidas y de cubiertas de auto. También se decía que controlaba el abastecimiento de carne a través de mataderos clandestinos.
Pero el fallecimiento de su hermana Eva debilitó el poder de Juancito. El presidente se encontró jaqueado por una situación que los mandos militares le habían hecho conocer, sobre los escandalosos negocios de su cuñado.
En una reunión con los mandos acordaron el nombramiento de una Comisión Investigadora encabezada por el general León Justo Bengoa. El presidente les dio su opinión en cuanto a que no dudaba de la honorabilidad de su cuñado. Sin embargo, hacía pocos días, Perón había elogiado la compra de una estancia en Monte (Prov. De Buenos Aires) por su cuñado.
A todo esto, Juan Duarte hizo trascender que emprendería un viaje a Europa, acompañando a Héctor Cámpora, presidente de la Cámara de Diputados. Secretamente Juan Duarte quería hacerse tratar de una sífilis contraída en su vida desordenada.
En Francia fueron recibidos en el Eliseo, donde recibió las condolencias oficiales por el fallecimiento de su hermana del presidente de Francia, Vincent Auriol.
A regreso, Juan Duarte almuerza con Perón en su quinta de San Vicente como lo hacía con asiduidad, pero Juancito ya había perdido su buena estrella y renuncia el día 6 de abril del año siguiente como secretario del presidente. Vive ahora en la calle Callao 1944 departamento “B”.
El día 9 de abril, es decir 3 días después de su renuncia luego de que se retiraran de su departamento sus amigos Margueirot, Raúl Apold y su médico. Su vida llega a su fin a través de un disparo de revólver. A su lado se encuentra un Smith & Wesson calibre 38.
El cadáver fue hallado al otro día por su peluquero, José Gullo y su mayordomo japonés Inajuro Tashiero. Estaba arrodillado frente a su cama y su propia sangre. Vestía camiseta, calzoncillos y medias, tenía un agujero de bala en la sien derecha. Al costado de su mano derecha un revolver Smith & Wesson. Mas alejado sobre una mesa había una carta de despedida había una carta de despedida dirigida al entonces presidente. En una silla colgaba prolijamente su traje y camisa, seguramente resabio de su vida en hoteles como viajante de comercio. Estaban listos como si fueran a ser usados al día siguiente.
El Juez de Instrucción Raúl Pizarro Miguens no tomó fotografías y no ordenó ninguna autopsia. Ni siquiera se supo si la bala provenía de esa arma y si tenía alguna otra lesión, producto de forcejeo o intento de defensa o golpe. Simplemente cerró el caso y dictaminó suicidio.
No vale la pena ni conducirá a nada analizar el contenido de la carta de despedida. Su lectura resulta tan poco creíble como toda esta historia. Las deliberadas faltas de ortografía de la misma la tornan más sospechosa. Juan Duarte tenía buena redacción, como consta por su trabajo como representante vendedor de la firma Jabón Guereño, que exige el uso frecuente de ese tipo de comunicación, como también su papel posterior como secretario privado del presidente, que al menos requiere una correcta redacción. La carta de despedida era a todas luces fraguada, con alabanzas al presidente muy al estilo de la época. El juez Pizarro Miguens hizo fotocopias de la carta, pero corrigió las faltas de ortografía en las mismas, quitándole todo valor probatorio ya que podía compararse el tipo de letra y las faltas gramaticales con algún otro texto para confirmar su autenticidad.
El cuerpo fue trasladado a la casa de su hermana Elisa Duarte de Arrieta en la calle Pampa 2124 en Belgrano. Juan Duarte tenía 38 años