La Fuerza Laboral Argentina hacia el 2030. Nuevas Oportunidades y Desafíos
A medida que el mundo enfrenta avances tecnológicos sin precedentes, Argentina no se queda atrás en la reconfiguración de su mercado laboral. Para 2030, los cambios en la estructura económica y la automatización generarán un panorama completamente diferente al actual, con nuevos sectores emergentes y otros en declive. ¿Está Argentina en condiciones de adaptarse a este cambio? ¿Qué actores deben ser los protagonistas de esta transformación?
Según un informe del Foro Económico Mundial (FEM), el mercado laboral global vivirá una revolución debido a la automatización, las presiones económicas y los cambios demográficos.
Para 2030, se proyecta que 92 millones de empleos se perderán debido a la automatización de tareas rutinarias y repetitivas. Sin embargo, este mismo informe señala que se generarán 170 millones de nuevos puestos, lo que llevará a un aumento neto de 78 millones de empleos.
En Argentina, el 65% de los empleadores consideran que la principal barrera para la transformación será la brecha de habilidades. Es decir, la falta de capacitación adecuada para afrontar el futuro del trabajo es el mayor desafío.
Las habilidades técnicas, particularmente aquellas vinculadas a la inteligencia artificial (IA), el análisis de grandes volúmenes de datos (big data), la ciberseguridad y las energías renovables, serán fundamentales para acceder a las nuevas oportunidades laborales. Argentina, que ya ha adoptado en gran medida las tecnologías basadas en IA, cuenta con un sector empresarial que podría beneficiarse de estas nuevas tendencias, aunque persisten dificultades relacionadas con la capacitación de la fuerza laboral.
Sectores con crecimiento y sectores en declive
Uno de los principales cambios previstos para 2030 es el crecimiento de ciertos sectores que estarán alineados con las nuevas tecnologías y los desafíos ambientales.
La demanda de profesionales en áreas como la IA, el desarrollo de software, la ingeniería ambiental y la electromovilidad será clave. Especialistas en big data, ingenieros en energías renovables y expertos en ciberseguridad se convertirán en algunos de los roles más solicitados.
Además, en sectores más tradicionales, como la agricultura, los servicios de reparto y el cuidado de personas, también se espera un incremento de la demanda laboral, aunque en menor proporción en comparación con los sectores tecnológicos.
Por otro lado, los empleos relacionados con tareas repetitivas y administrativas serán los más afectados por la automatización. Las profesiones de cajeros, asistentes administrativos, capturistas de datos y trabajadores de servicios postales irán en declive, ya que muchas de estas funciones pueden ser reemplazadas por algoritmos y robots.
En este contexto, el desafío para Argentina será equilibrar la reconversión laboral con la creación de nuevos puestos, evitando el desempleo masivo en sectores vulnerables.
La capacitación como clave para la adaptación
Ante estos cambios, la capacitación de la fuerza laboral será esencial. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, el 59% de la fuerza laboral mundial necesitará realizar algún tipo de formación para poder mantener su empleo. En Argentina, se estima que el 42% de los trabajadores deberán cambiar o actualizar sus habilidades en los próximos cinco años. Este proceso de “upskilling” y “reskilling” será crucial para que los empleados puedan acceder a los nuevos empleos del futuro.
Sin embargo, el desajuste entre las habilidades actuales de los trabajadores y las demandas del mercado es una problemática persistente. Según el informe, un 43,9% de las empresas en Argentina han tenido dificultades para encontrar personal calificado, lo que refleja una brecha importante entre la oferta de trabajo y las habilidades requeridas.
Esto resalta la necesidad de que el sistema educativo y las políticas públicas trabajen en conjunto con el sector privado para mejorar la capacitación técnica y profesional.
La necesidad de políticas públicas y el rol de las empresas
El proceso de adaptación al nuevo mercado laboral no será sencillo y requerirá la intervención activa de varios actores.
El Estado tiene un papel fundamental en la creación de políticas públicas que fomenten la educación técnica y la reconversión laboral. Invertir en formación profesional, especialmente en áreas como programación, ciberseguridad, energías renovables y gestión de datos, será crucial para preparar a los trabajadores para los empleos del futuro.
Además, las políticas laborales deben garantizar que los trabajadores desplazados por la automatización puedan acceder a programas de reciclaje de habilidades y reintegrarse en sectores que sigan en expansión.
Las empresas también tienen una responsabilidad significativa. El 77% de los empleadores ya ha manifestado su intención de invertir en la formación de su personal, lo que refleja una conciencia sobre la necesidad de adaptar las competencias laborales. Las empresas deben trabajar en conjunto con instituciones educativas y centros de formación técnica para crear programas de capacitación que respondan a las demandas del mercado.
Asimismo, las empresas deben adaptarse a la nueva dinámica laboral, que incluye el teletrabajo y los modelos híbridos. En Argentina, el 62% de las empresas ya permite a sus empleados trabajar de forma remota al menos algunos días a la semana, una tendencia que se espera se consolide hacia 2030.
En resumen, el mercado laboral de Argentina en el 2030 será radicalmente diferente al actual. Estamos ante una oportunidad histórica, y el estado en sus tres niveles (nación, provincias y municipios), deben reconocer que la brecha digital y la nueva demanda laboral son los desafíos fundamentales para adaptarse al futuro del trabajo.
No podemos permitirnos quedarnos atrás una vez más. Argentina tiene las potencialidades necesarias para liderar la región, pero para aprovechar esta oportunidad histórica es crucial actuar con urgencia y una visión clara del futuro.
El mercado laboral del futuro está demandando habilidades nuevas que el país ya está en condiciones de ofrecer si se optimizan las políticas públicas, la inversión en educación y la colaboración entre el sector privado y las instituciones educativas.
Solo así se podrá aprovechar las oportunidades que trae consigo este cambio de paradigma y asegurar que su fuerza laboral esté preparada para enfrentar los desafíos del mañana.
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