Cinecittà. La fábrica de sueños
Benito Mussolini había entendido que el cine, como instrumento de masas y su penetración en todos los sectores de la población, era un instrumento valioso de difusión y de propaganda.
Consideraba como referencia a los estudios UFA alemanes que en las afueras de Berlín constituían una factoría de películas que en el cine mudo trascendieron los límites de Alemania. Y motivaron que, bajo la misma impronta, el Estado nazi los adquirieran.
También Mussolini conocía la repercusión que habían tenido algunos films italianos mudos, sobre todo �SCabiria⬝, un film sobre las guerras púnicas entre Roma y Cartago, y apostaba por utilizar el cine como cohesión nacional y para insuflar espíritu patriótico. Confiaba en la repercusión de las imágenes para obtener la confianza y la adhesión de la población.
Había comprobado la repercusión que Hollywood había conseguido con el cine y a los efectos de contrarrestar al dominio norteamericano y, lógicamente, emular lo que estaba consiguiendo el mismo Hitler con su ministro de propaganda Joseph Goebbels, no dudó en considerar la importancia del cine.
En unos terrenos de hectáreas ubicados a 9 km al sur - este del centro de Roma, en la via Tuscolana, el 28 de abril de 1937, Benito Mussolini en un acto fastuoso y gigantesco inauguraba los estudios que serían famosos desde el momento mismo de su puesta en marcha. En solo 400 días se habían construido los nueve estudios y la expectativa era grandiosa.
Los edificios eran típicos de la traza fascista, con el espíritu de dejar huella permanente. Se dice que Mussolini ambicionaba construir una Tercera Roma, en el orden de superar a la imperial y a la barroca. Quedó entonces un barrio inspirado en la época clásica romana y el racionalismo de los años treinta.
Ya en el primer año se filmaron 19 películas en Cinecittà, bajo el lema original de �SIl cinema è l´arma più forte⬝ (El cine es el arma más poderosa) y si bien la caída de Mussolini primero y los bombardeos de las fuerzas aliadas afectaron a los estudios, Cinecittà pudo recuperarse. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se utilizó como campo para desplazados y refugiados. Pero, a partir de la instauración de la democracia en Italia, se lo reconstruyó y fue el escenario donde la cinematografía italiana desarrolló gran parte del neo-realismo.
Roberto Rossellini con �SRoma, ciudad abierta⬝ (1945) fue uno de esos primeros films en la recuperación. �SBellísima⬝ (1951) de Luchino Visconti destacaba a la gran Anna Magnani, en una historia de guerra y posguerra. La necesidad de dinero en una Italia que se reconstruía sabiendo que había perdido la guerra y su realidad era más cruda, dolorosa y penosa que en otras geografías, sumado a que filmar en Italia era más económico para las compañías norteamericanas, hizo que numerosos directores con sus grandes producciones recalen en Cinecittà.
Así, entre otras realizaciones, �SQuo Vadis⬝ (1951) y los últimos años de Nerón, �SCleopatra⬝ (1963) en Egipto (con la relación escandalosa �que tanto rédito obtuvieron tanto los �Spaparazzi⬝ como los productores- entre Richard Burton y Elizabeth Taylor, y su affaire adúltero. Ambos estaban casados con sus respectivas parejas y la publicación de las fotos de un beso extramarital derivó en una excomulgación por parte del Vaticano e fueron injuriados por las Ligas de Decencia). Todo servía para promover y beneficiaba a las compañías, pero también a Cinecittà, más allá del relativo valor de los films foráneos. �SBen Hur⬝ (1959), con su historia en los tiempos de Jesús, su carrera de cuadrigas y la recordada música de Miklós Rózsa que necesitó una superficie de 18 hectáreas, fue una de las realizaciones más espectaculares que se llevó a cabo en los estudios romanos. También se filmaron allí, historias románticas y simpáticas como �SLa princesa que quería vivir⬝ (1953) con las actuaciones de Gregory Peck y Audrey Hepburn, que le valió a ésta, el Oscar de la Academia.
Pero Cinecittà remite indefectiblemente a Federico Fellini. El estudio (Teatro) N° 5 era su segunda casa. En ella se había hecho instalar un lugar exclusivo para residir y no abandonarlo en ningún momento, ni siquiera de noche, en sus días más creativos. Decía Fellini que sentía una especie de éxtasis, cuando de pie observaba el estudio vacío, con la ansiedad de llenarlo y crear un nuevo mundo. El gran Federico, entre tantos delirios, recreó en el mítico estudio N° 5, la Vía Veneto de finales de los años ´50, para �SLa Dolce Vita⬝ (1959) porque era más económico hacerlo que filmar en la calle, en una ciudad que ya tenía un glamour y una vida nocturna creciente y esplendente.
En esa película, Fellini populariza a los �Spaparazzi⬝ (derivado de un personaje llamado �Spaparazzo⬝, fotógrafo que perseguía, junto a otros fotógrafos en sus vespas, a los famosos). Los �Spaparazzi⬝ consiguieron en esos años una importancia y repercusión inédita. Se aprovecharon de las grandes figuras internacionales que filmaban en Cinecittà para sorprenderlos en alguna situación incómoda o incluso los provocaban para que reaccionen y en ese momento, retratarlos y conseguir una imagen �Sdistinta⬝ de la estrella.
En cuanto a las realizaciones en sí, el delirio genial de Fellini creó un mar de papel y un transatlántico para trasladar a los restos de la diva de la ópera y esparcirlos en ese mar de fantasía en �SY la nave va⬝ (1983) o construcciones surrealistas y oníricas del pensamiento del protagonista en �SLa ciudad de las mujeres⬝ (1979) en el estudio N° 5 que asombran y fortalecen la idea que el cine pensado como lo ha pensado Fellini es una enorme fábrica de sueños, como lo ha sido Cinecittà, sobre todo en esos años creativos y vigorosos.
Más de 3000 películas se han filmado total o parcialmente en esos estudios. Martin Scorsese con �SPandillas de Nueva York⬝ (2002), o �S�0rase una vez en América⬝ (1984) de Sergio Leone fueron realizadas. Incluso en el exterior de uno de los estudios se conserva la escenografía utilizada para ese film. Series exitosas como �SRoma⬝ usaron exteriores adaptados en los espacios libres de los estudios, para recrear batallas y escenas de acción.
La crisis también le llegó a Cinecittà. Dejaron de recalar las estrellas internacionales, también en ese caso, por una razón de costos. Los grandes directores italianos fueron desapareciendo y los estudios se utilizaron para programas de concursos y bailes para la televisión.
No obstante, a 85 años de la inauguración de Cinecittà es probable que los espíritus de las grandes estrellas que alguna vez formaron parte de la entrañable ilusión del cine, permanezcan en los fantásticos estudios de la más extraordinaria y enternecedora �Sfábrica de sueños⬝.