Durante mi primer mandato como gobernador, y en el marco del año jordaniano, que declaramos en 1989 en recordación de su asesinato el 22 de junio de 1889, nos propusimos como un acto de estricta justicia, que sus restos retornaran a la Patria Chica, dado que se encontraban en el cementerio de la Recoleta de la ciudad de Buenos Aires.
Mujeres y hombres de distinto color político conformaron en aquel entonces una comisión con ese propósito (no exento de críticas y polémicas) y cumplieron.
El guardacostas Río Paraná, escoltado por dos naves de la Prefectura Naval, trajeron a suelo entrerriano el 16 de julio de 1990 los restos del último caudillo federal.
La urna, colocada en una cureña del Ejército, y acompañada por los Dragones de la Muerte y por jinetes de toda la provincia, hizo su arribo a la Catedral de Paraná, donde se había reunido el pueblo, el presidente de la Nación y demás autoridades. En ese momento imborrable, tuve el honor de recibir la urna de parte de la Comisión y en nombre de todo el pueblo de Entre Ríos.
El regreso de Ricardo López Jordán se enmarcó en la necesidad de hacer la síntesis de la entrerrianía, que es la sumatoria de don Pancho, don Justo y don Ricardo. Los tres hicieron la historia a lanza y a caballo, a puro amor por la patria.
La historia no puede ser una carga ni una opinión mezquina que nos divida más. Es sí una cadena de unión con el pasado. No fue un acto histórico sólo mirando el pasado, sino un acto presente de unión entrerriana, del mismo modo que durante estos últimos años hemos llevado adelante junto al gobernador Bordet el homenaje por los bicentenarios de Francisco Ramírez.
En un discurso en 1989 expresé: �SEn la Entre Ríos de hoy, nadie quiere seguir viviendo en la antinomia urquicistas versus jordanistas. Ambas son realidades que debemos estudiar⬝. Hoy sigo pensando lo mismo.
El 16 de julio de 1990, le dije a la Comisión: �STarea cumplida. Los restos del general Ricardo López Jordán descansan en suelo entrerriano y es justicia⬝. Luego, el 21 de noviembre de 1994 los restos fueron reubicados en un mausoleo ubicado en la plaza Enrique Carbó, donde se encuentran hasta la actualidad.
Por último, ya en el año 2004, con el querido Fermín Chávez (autor de un gran libro sobre la vida de López Jordán) como orador, colocamos de forma definitiva el retrato de don Ricardo en el Salón de los Gobernadores de la Casa de Gobierno.