Estado, sociedad y la verdad devaluada en la política fue la centralidad del discurso ante la asamblea legislativa del presidente Alberto Fernández. El presidente mostró de qué manera su gestión orientará las prioridades para la transformación profunda en el país. Hizo hincapié en algunos datos que muestra el mimetismo de la verdad que desembocó en el desastre que atravesamos los argentinos y que su gobierno debe asumir.
¿Deberíamos asombrarnos cuando el FMI contempla que esta �Sdeuda es insostenible económica y políticamente⬝?
No. Si repasamos cómo han sido los endeudamientos en la historia argentina, encontraremos que siempre estuvo presente como rasgo común: la irracionalidad, la desinformación de la gente; la transferencia de excedentes y riquezas del país hacia el sector financiero internacional y un reducido grupo de Capitalistas parasitarios.
En esta oportunidad, hay una cuestión que muestra lo perverso e irresponsable del endeudamiento. El endeudamiento obsceno macrista ha sido coincidente con la desregulación financiera y del movimiento de capitales. Y la responsabilidad del FMI de no haber aplicado sus propias reglamentaciones de no permitirle a la Argentina el tremendo proceso de fuga de capitales.
Si el presidente tiene por propósito un �SNunca más a un endeudamiento insostenible. Nunca más a decisiones que se toman con ínfulas tecnocráticas de la noche a la mañana y de espaldas al pueblo. Nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada a su paso⬝, debe ir ineludiblemente a la verdad.
Está en sus decisiones desacralizar las gestiones que ha realizado el gobierno macrista en materia política económica y someter a la investigación profunda de cómo se contrajo la fenomenal deuda y fundamentalmente visibilizar las estructuras de relaciones implementadas para la usura y el saqueo.
El presidente sabe que la única alternativa para salir de este laberinto de la insustentabilidad política � económica se debe poner la correcta información en poder de la gente, porque la verdad se convierte en un elemento de equidad, de inclusión y de eficiencia en el control y orientación sobre decisiones gubernamentales y, no en manos solo del �Selitismo democrático⬝ (la Democracia como selección de élites).
Lo único cierto es que la deuda monumental en término de desindustrialización, caída del nivel de empleo, retroceso de los salarios reales, reprimarización de la economía y crecimiento del endeudamiento de las familias argentinas, se va a pagar y seguirá siendo un poderoso instrumento de dirección política invadiendo nuestra soberanía económica.
Para no renunciar a las convicciones redistributivas. La falta de la verdad, y la poca actividad del Estado en garantizar el principio de proactividad en las entidades públicas para que expongan la exacta información a los ciudadanos, la inacción no es el camino.