La figura de Javier Milei se ha consolidado a través de su narrativa de ser un vengador solitario contra los fracasos del pasado, con la promesa de un futuro próspero. Sin embargo, su gobierno enfrenta una creciente inquietud debido al desgaste en su popularidad, reflejado en encuestas recientes que muestran una caída en la imagen del presidente y un aumento en la desaprobación de su gestión. A pesar de esto, el gobierno busca minimizar el problema mientras persisten las tensiones internas, como el enfrentamiento entre Santiago Caputo y Guillermo Francos, y el desafío de mantener la cohesión del equipo libertario.

Milei, además, ha intensificado su postura de ajuste fiscal, garantizando que recortará más si es necesario y mantendrá un equilibrio en las cuentas públicas, algo que genera preocupación por la paciencia social. Mientras tanto, la suba de tarifas y la recesión prolongada complican el panorama económico. En otro frente, el gobierno libra una batalla con los gremios aeronáuticos, impulsando la privatización de Aerolíneas Argentinas, lo que ha provocado una alianza de sindicatos que amenaza con huelgas.
En paralelo, figuras del kirchnerismo, como Cristina y Máximo Kirchner, buscan recuperar protagonismo, mientras Axel Kicillof también intenta posicionarse en este nuevo escenario político.