"Ama a tu prójimo como a ti mismo"
Un pibe muere espantosamente, agónico, quemado cuando intentaba robar cables en Rosario y su maestra lo despide con una carta conmovedora: "No quiero que lo recuerden así.
Él era Eze, mi alumno. Nuestro alumno.
Él era muy dulce y andaba con un carro.
Tuvimos muchas mañanas de mates y risas. Se medía en todo, pero siempre sonreía.
Los últimos tiempos han sido difíciles para nuestros pibes. Él tiraba de su carro. Andaba cirujeando.
Le gustaban los cuentos, pero no leer. Era bueno, tiraba de su carro.
Leyendo comentarios en notas de diarios, veo que festejan su muerte tan dura y cruel. El tiraba de su carro. Quizás, la posibilidad de unos pesos más para el morfi... No lo sé. Era tan dulce y siempre sonreía. Yo no quiero que lo recuerden así
Estamos en deuda. Qué crueldad. El tiraba de su carro. Andaba cirujeando.
El hambre no espera.
Era tan dulce, tiraba de su carro.
Y el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra.
Cuanto dolor".
La profesora que escribió esta carta se llama Melina Gigli y era la docente de Ezequiel Francisco Curaba en la Escuela "Carlos Fuentealba", luego de que se hiciera pública la noticia de la muerte del chico de 20 años, a quien mediáticamente se lo definió como un "delincuente" y en las redes antisociales, celebraron su destino, tan triste. Otra vez la crueldad. Ojalá en nuestro país, todos los docentes, todas las personas fueran como ella, que tuvieran como ella, capacidad de ternura, aquel afecto que se opone a la crueldad, que es el resultado de la superación humana de ese sentimiento sádico, bárbaro y feroz. La coartación del instinto por la cultura de la que resulta la ternura, se fundamenta en tres condiciones: la empatía, es decir identificarse, ponerse en el lugar del otro, comprenderlo. El buen trato y el miramiento, tener miramiento, que es mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto humano, distinto y semejante a uno mismo (son conceptos de Fernando Ulloa). Con la ternura se hace la salud mental, si es término tiene algún sentido. Una parte de la sociedad está mentalmente perturbada. Enferma de odio, crueldad, egoísmo, discriminación, solo pretende destruir lo que le molesta. Melina tiene empatía y sobre todo miramiento. Puede incluir a Eze en su mirada amorosa y comprender, empáticamente, aquello que como a él le pasaba, le sucede a miles de jóvenes en este país triste y desigual: el hambre. Sufrir condiciones miserables de vida y de subsistencia, sobremorir del carro y el cartoneo y que no alcance, y tener la consciencia transparente de que no tendrán oportunidades. Que no tendrán futuro, que no tendrán un trabajo digno, ni las posibilidades de estudiar, a pesar de que algunos, como Melina intentarán ayudarlos, se encontrarán contra la glacial indiferencia del mundo. El delito, la violencia, las drogas, la locura, serán las últimas trincheras, las últimas resistencias antes del suicidio. La cárcel, el manicomio o la muerte electrocutada o hambrienta, su destino. Creo que tenemos la obligación de intentar horizontes de vida y esperanzas para nuestros chicos, entendiendo que somos parte de la construcción de una sociedad injusta para con ellos, despojándonos de un individualismo atroz. Creo que tenemos que inventarles, como una llama inextinguible, el "gusto por la vida" (Edgar Morín), creando las condiciones sociales de una existencia feliz, Para eso debemos juzgar menos y comprender más, amar más, mirar más, comprender más, porque, definitivamente, como dice Melina , quien esté libre de pecados, que arroje la primera piedra. Melina, la hermosa maestra de Ezequiel, va por ese camino solidario, llorando lágrimas de fuego, pero animándose a poner, a cielo abierto, su amor dulce sobre las llagas infernales del odio y la incomprensión, a singularizar, a ponerle un nombre, un rostro, una historia y un cariño, un recuerdo y un sentimiento a un ser humano que para una sociedad hipócrita, es uno de esos nadies que menta Eduardo Galeano. Por todo eso, por su amor y su coraje, por sostenerse digna frente al horror, muchas gracias Profe Melina.
LOS NADIES
(Por Eduardo Galeano)
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algun mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte, pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies, los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanías.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, los que cuestan menos que la bala que los mata.
Sergio Brodsky