Cómo enfrentarse a las emociones que nos fríen el cerebro en la «nueva normalidad»
La ansiedad, el miedo y la tristeza son los sentimientos más comunes durante esta etapa
El confinamiento propiciado por el COVID-19 nos ha removido por dentro. Hay quienes han experimentado ansiedad por primera vez, quienes han tenido que enfrentarse de manera poco habitual a un siempre difícil duelo, y quienes, aunque ya vivamos en la llamada «nueva normalidad» todavía no saben muy bien cómo gestionar todo lo que sienten, lo que han vivido.
El espectro de emociones que podemos sentir estos días es amplísimo, y ahora, más que nunca, es muy importante entender qué sentimos, y por qué, para poder ponerle remedio si vemos que nos lastra y entorpece nuestra vida. El miedo al contagio, la imposibilidad de gestionar la ansiedad o la tristeza más profunda puede que nos impida ser como hemos sido siempre.
Laura Pineda, psicóloga de Centro Médico Complutense, comenta que muchas personas están experimentando miedo a salir de casa, propiciado por el miedo al contagio. «Si una persona se siente así, de alguna manera no está siendo del todo racional. Nuestro cerebro magnífica la posibilidad de contagio, más que pensar probabilidad real», dice.
Ansiedad y tristeza, lo más común
Otra de las sensaciones que se han experimentado con más frecuencia es la ansiedad. Incluso personas que nunca antes la habían sufrido, durante este confinamiento se han enfrentado a ella. «Ahora nacen muchos casos de ansiedad derivados de la incertidumbre. La necesidad de control es una de las principales variables: si algo se descontrola, yo me siento muy mal», dice la psicóloga, que añade que «la incertidumbre es el alimento favorito de la ansiedad», y por ello es tan común durante estos días. Siempre que se trate de una emoción que no nos sobrepase hasta el punto de que nos impida hacer nuestra vida normal, momento en el que deberíamos acudir a un profesional, el consejo es intentar autorregularnos a través del control de la respiración.
La tristeza, al igual que el miedo o la ansiedad, también puede llegar a paralizarnos. Comenta Laura Pineda que el motivo por el que aparece la tristeza puede ser muy variado, por lo que es imprescindible analizar de dónde proviene esta. La profesional explica que, dentro de la tristeza aparecen los «debería». «Estos nos imponen pautas muy claras y concretas sobre cómo tenemos que sentirnos, actuar, pensar⬦ generando exigencias y, en algunos casos, frustración cuando esas expectativas no se cumplen», afirma la psicóloga, que continúa explicando la gran importancia que le damos a estos, dejando muchas veces que influyan en nuestra vida pensamientos que no son reales, y tan solo se encuentran en nuestra cabeza, como «Debería ser capaz de afrontar esto solo o sola», o No debería sentirme mal».
El peligro de la evitación
La profesional explica que, cuando nos entramos con un sentimiento como estos, que nos es desagradable, en vez de enfrentarnos a ellos, muchas veces intentamos evitarlo, lo cual termina siendo peor. «Debemos exponernos poco a poco a la situación, reconocer qué pensamientos estamos teniendo e intentar regularlo con técnicas de relajación, como las respiraciones, o el mindfulness», indica. «Tenemos que entender que las emociones, aunque puedan ser desagradables. Estas tienen una función adaptativa, que nos han servido para sobrevivir para evolucionar como especie», apunta la profesional. Por ello, no debemos renegar de cómo nos sentimos. «Muchas veces nos encontramos con gente que, cuando ha sentido una emoción tan potente, lo que quiere es no volver a sentirla, pero las emociones tienen una función y son necesarias», continúa. Para no caer en esta peligrosa evitación, es necesario realizar un «análisis funcional» de lo que nos ocurre. De esta manera, podremos poner en perspectiva el problema, y tener herramientas para solventarlo.