Coronavirus: Los daños colaterales del confinamiento en nuestra salud
Obesidad, pérdida de masa muscular, consultas aplazadas, problemas psicológicos... la pandemia ha dejado secuelas más allá del coronavirus.
Correr, cortarse el pelo o salir a limpiar el coche es posible otra vez. Podemos pisar la calle más allá de la distancia que nos separa de los cubos de basura. El balance diario de nuevos muertos y contagios mengua mientras miramos esperanzados hacia la siguiente fase de la desescalada. Pero el virus sigue entre nosotros y ya no necesita infectarnos para causar daño. Estamos expuestos a secuelas tanto físicas como mentales tras largas semanas de confinamiento para ayudar en su lucha. Mientras que el esfuerzo asistencial e investigador por tratar a los pacientes ha minado la asistencia de pacientes crónicos y retrasado el testeo en pacientes de nuevos fármacos.
Todo comenzó con el acopio masivo de productos imperecederos y de limpieza como el papel higiénico. Fue la denominada «compra de búnker», marcada por el miedo y la incertidumbre de los primeros días del estado de alarma. Ahora nos hemos relajado. Quizá demasiado. Tras llenar nuestras despensas durante semanas de levaduras y harinas para hacer postres, de aperitivos o cervezas, la mala alimentación y el sedentarismo son unos de los principales riesgos para nuestra salud. Tal y como explica la especialista en medicina interna de Vithas Internacional, Daniela Silva, una alimentación alta en productos procesados, altos en sodio, puede empeorar el control de la tensión arterial en pacientes hipertensos. Y aún hay más. Como indica la especialista, «una alimentación pobre en frutas, verduras y legumbres y poca actividad física puede poner en riesgo nuestra salud digestiva, aumentando el riesgo de estreñimiento y digestiones pesadas». Por otro lado, pueden agravarse patologías previas. «Con patología lumbar dependiente y artrosis de base pueden experimentar recaídas o empeoramiento en sus dolores articulares», asevera.
Sin masa muscular
Las personas mayores y más frágiles son especialmente vulnerables a la falta de actividad física. Como indica la especialista, pueden estar expuestas a un riesgo de desacondicionamiento físico y sarcopenia (pérdida patológica de la masa muscular) que pueden ser difíciles de recuperar. Así lo explica Silva: «Es importante que estas personas tengan una dieta con un adecuado consumo de proteína que ayude a mantener la masa muscular, como también procurar hacer cambios de posición como mínimo cada dos horas y dar paseos dentro de casa». Ejercitarse es bueno para el cuerpo, pero no podemos subsanar cualquier abuso en la dieta mediante la actividad física. «Es muy importante mantenernos activos, pero la nutrición es el pilar fundamental de nuestra salud», señala la doctora Daniela Silva. A su vez, la calidad de nuestra alimentación no solo es importante por nuestro peso. «Puede ser la responsable de desencadenar intolerancias alimentarias, problemas articulares, exacerbar condiciones autoinmunes, disparar problemas metabólicos, entre muchos otros».
Falta de vitamina D
Otro punto muy importante es el riesgo de un déficit de vitamina D. La vitamina D se crea en nuestro cuerpo a partir de la exposición al sol. El problema es que, como advierte la especialista, es imposible suplir los requerimientos diarios de vitamina D solo con nuestra dieta. «La evidencia demuestra que la vitamina D tiene un rol fundamental en el adecuado funcionamiento de nuestro sistema inmune. Además, estudios recientes sugieren que unos adecuados niveles de vitamina D y una adecuada suplementación podrían mejorar el curso clínico de pacientes con Covid-19», declara Daniela Silva.
Sequedad ocular
El consumo de plataformas de series o perderse en mundos virtuales a través de los videojuegos ha supuesto un auténtico bálsamo para algunos de nosotros en estos días tan difíciles. Pero pasar demasiadas horas pegados a una pantalla también tiene sus riesgos. Concretamente, el síndrome de fatiga visual. Este síndrome consiste en la resequedad y el cansancio ocular. «Para esto se recomienda hacer breves descansos de las pantallas varias veces en el día, parpadear con frecuencia para estimular la lubricación natural e incluso el uso de lubricantes oculares con ácido hialurónico. Esto último debe consultarse primero con el médico», según explica la especialista de Vithas Internacional. Para prevenir todo este tipo de problemas, la doctora recomienda que enfoquemos nuestros esfuerzos en optimizar nuestros hábitos y la alimentación. «Si no sabemos cómo hacerlo podemos consultar con un experto en nutrición que nos ayude. Por último, recordemos preguntarle a nuestro médico sobre la necesidad de suplementarnos con vitamina D», afirma la doctora. En caso de padecer algún tipo de enfermedad crónica de base, aconseja contactar con nuestro médico de cabecera para un control.
Heridas mentales
Si el cuerpo sufre, la mente también. El coronavirus ha puesto nuestro mundo patas arriba. Teletrabajo o despido. Perder a un familiar sin poder despedirse. La nueva realidad no está siendo fácil para nadie. Nuestra mente debe lidiar ahora con el miedo al contagio y la incertidumbre de no saber cuándo acabará esta pesadilla. Según indica la vicesecretaria del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, Timanfaya Hernández, «vamos a ver una mayor situación de personas que presenten algunos síntomas ansiosos y un mayor número de pensamientos recurrentes en cuanto a la idea de contagio o miedo». Aunque remarca que esto no significa que vayamos a desarrollar grandes trastornos. Las personas más vulnerables van a ser aquellas que hayan estado más cerca de la enfermedad. Como aquellos que han perdido a personas queridas o el propio personal sanitario. «Las personas que ya tuviesen algún tipo de patología mental pueden sufrir una reagudización de síntomas, como trastornos de ansiedad y un aumento de esos síntomas de pensamientos de compulsión de limpieza», explica.
La psicóloga advierte que algunos de nosotros podemos tener dificultades para abandonar el confinamiento. Lo que popularmente ya se conoce como el «síndrome de la cabaña». Aunque, como recuerda la vicesecretaria, la psicología no reconoce ese trastorno como tal. Según explica, simplemente hay personas que tras esta situación de confinamiento pueden encontrar un poco más complicado el volver a una rutina normal. «No es un trastorno, vamos a tener algunos síntomas, como un poco más de tensión a la hora de salir. Es como cuando se habla del síndrome postvacacional. Eso no existe dentro de la patología mental». Sin embargo, puede llegar a convertirse en un problema. «Si vemos que la situación empeora, si afecta a nuestro entorno laboral y social y nos impide hacer nuestra vida por esos miedos y pensamientos es entonces cuando debemos plantearnos si se está convirtiendo en algo problemático y pedir ayuda. Queramos o no, el coronavirus ya ha dejado una marca en nuestras vidas. Todos vamos a tener un punto de inflexión de alguna manera. Pero el impacto que genere en unos y otros va a ser diferente», afirma la experta. Como sufrir o no la pérdida de un familiar o amigo. «Lo que tenemos que aprender de todo esto es que en la vida no controlamos absolutamente todo, que la incertidumbre es la sensación que más angustia causa en el ser humano, pero que tenemos que aprender a vivir con ello», señala abcES.