Balance de exportación de arándanos argentinos
La exportación de arándanos en Argentina representa casi el 80% de la producción de la fruta en las tres zonas productivas: NEA, NOA y Buenos Aires. En 2020, la zona del NEA mejoró los volúmenes exportados respecto del año anterior pero esto no sucedió con el promedio a nivel nacional, en donde la exportación disminuyó. Esta dinámica, sin embargo, es habitual año a año: los niveles de volumen de exportación varían de acuerdo a las incidencias climáticas en cada una de las regiones.
Precios internacionales a la baja y retenciones.
Uno de los factores en la merma del promedio a nivel nacional es que los precios internacionales continuaron bajando en 2020 por la enorme oferta que aumenta año a año provista por países como Perú, Chile, Sudáfrica, Colombia y Ecuador, que aumentan todos los años su producción al contrario de Argentina, que va bajando año tras año desde 2008 (entonces había 4.750 y en 2020 sólo hubo 2.400 hectáreas).
Si bien las retenciones fueron quitadas a fin de año, como todos los embarques de arándanos se realizaron hasta diciembre, al día de hoy los productores aún están pagando retenciones como si nada hubiera pasado. La derogación de las retenciones recién entrará en vigencia para el sector en esta campaña 2021.
Mercado interno y exportación.
Este año creció mucho la venta en el mercado interno y se destinaron volúmenes importantes a la industria ya que poder exportar lleva un costo y un esfuerzo financiero enorme que muchos productores no pudieron afrontar, además de padecer el productor argentino de una gran falta de competitividad respecto de otros países.
Los principales destinos de exportación siguen siendo Estados Unidos 65%, Europa 25%, y el resto a países asiáticos.
En los últimos años hemos ingresado a Islandia, Suecia, Noruega, Israel, Lituania y China.
El sector, sin embargo, no pudo sostener China por sus aranceles a la fruta argentina. Ahora está en 15% para el ingreso de fruta argentina, mientras que los demás países pagan 0 %. Ese 15% sigue siendo un arancel muy elevado, aunque nos acerca a ese mercado que tiene un consumo enorme.
Dificultades.
La microeconomía no puede resolver los enormes desajustes macroeconómicos que vive el país. Nuestra producción va a 10 años, 20 o 30. En esas condiciones es muy difícil trabajar y subsistir sin estabilidad. No hay medidas que favorezcan la inversión, en otros países competidores tienen amortización acelerada de las plantas que reponen e inversiones que realizan. Es sabido que sin una reinversión de al menos un 15 % por año, no se puede ser sustentable y sostenible en el tiempo, y eso en la fruticultura argentina no está sucediendo.
Medidas pendientes.
Necesitamos un marco regulatorio laboral más apropiado a la actividad con mano de obra intensiva con contratación temporal que tienen los cultivos frutícolas, tanto para la cosecha como para la incorporación de mejoras en las plantaciones.
Hemos pedido especialmente a este Gobierno y al anterior que toda persona que se quisiese empadronar para trabajar mantenga los planes sociales que cobra, sin que se le hagan modificaciones que pongan en riesgo la cobranza de estos sustentos básicos de emergencia. Al pasar de un plan a otro, quedan determinado tiempo sin cobrar y eso significa un obstáculo insalvable.
Lo que uno exporta es sin IVA, pero las compras de insumos son con IVA, y ahí se genera un proceso de recupero de IVA para el que hay que gastar un 8% del monto del IVA pagado a proveedores para gestionar esa devolución, que se logra cobrar en pesos un año y medio después, con la desvalorización de un año y medio de inflación. Cuando lo cobramos, hemos perdido un 60% de lo pagado en su momento. Esto nos quita solvencia, con lo cual una empresa con balance positivo queda sin caja para pagar sus obligaciones cotidianas.
Finalmente, pedimos que se permita aumentar las retenciones de cargas sociales cuando se le paga a los contratistas e ingresarlos directamente a la AFIP o ir a Convenios de Corresponsabilidad gremial en el cual cada kilo de fruta que se vende en el mercado de exportación o mercado interno paga un monto en concepto de tasa sustitutiva, esa tasa reemplaza el pago de la carga social y la recibe Anses a través de AFIP y lo distribuye pagándole a cada trabajador evitando costos extras de IVA en la facturación del contratista e intermediación innecesaria de dinero que debe ir directamente a Anses. Así, todos los kilos que se venden en el mercado interno o que se exportan pagan por igual esta prestación.
El reclamo por los créditos sigue vigente: la prefinanciación de exportaciones que permite solventar el aumento enorme de costos que tenemos antes de la cosecha que es donde está el gran costo del año, y que se paga a medida que van ingresando los montos de exportación. Esto sería de gran utilidad para los productores.(I:Alejandro Pannunzio)