El levantamiento del CEPO: “Entre el éxito y el precipicio”
Argentina sigue sumergida en un escenario de incertidumbre, donde la falta de expectativas claras y el temor a una nueva devaluación dominan el clima económico. Este fin de semana, el gobierno de Javier Milei espera concretar acuerdos clave con el FMI, un desembolso del Tesoro de EE.UU. y un nuevo crédito del Banco Mundial. Sin embargo, la pregunta que ronda en el mercado es qué pasará si, tras el levantamiento del cepo cambiario, el dólar se dispara y la ya frágil credibilidad del gobierno se desmorona.
Escenario de éxito: Control inflacionario y recuperación de confianza
Si el Gobierno logra una salida ordenada del cepo, evitando una devaluación brusca, podría marcar un punto de inflexión. Un dólar estable, sumado a la llegada de divisas frescas por los acuerdos internacionales, ayudaría a frenar la inflación y a recuperar la confianza de los mercados.
En este caso, el ajuste extremo aplicado hasta ahora podría empezar a mostrar resultados, permitiendo una lenta reactivación económica en el segundo semestre.
Para que este escenario de estabilidad se concrete, es fundamental: 1) Destinar los fondos externos a reforzar las reservas: Los recursos provenientes del acuerdo con el FMI, el desembolso del Tesoro estadounidense y el crédito del Banco Mundial deben utilizarse exclusivamente para fortalecer el Banco Central, evitando su desvío hacia gastos corrientes o subsidios insostenibles,
2) Una política monetaria equilibrada: El BCRA debe mantener una tasa de interés real positiva que desincentive la dolarización masiva de los ahorros, pero sin llegar a niveles que estrangulen el financiamiento a empresas y consumidores, lo que profundizaría la recesión,
3) Consolidar el ajuste fiscal sin emisión inflacionaria: La reducción del déficit debe ser prioritaria para evitar la emisión monetaria descontrolada, principal combustible de la inflación. Esto implica mantener el superávit primario incluso en un contexto de caída de la actividad económica, y
4) Incentivar la liquidación de divisas sin distorsiones: Con el cepo levantado, el sector agroexportador y la industria podrían incrementar el ingreso de dólares, siempre que no se reintroduzcan retenciones u otros impuestos que desalienten la producción y las exportaciones.
Si todo esto se cumple, Argentina podría ingresar en un ciclo de menor inflación, mayor acceso al crédito externo y una lenta reactivación económica hacia fines de año.
Escenario de fracaso: Hiperinflación y crisis política
El riesgo mayor es que la liberación cambiaria derive en una corrida contra el peso, llevando a una devaluación incontrolable. Si eso ocurre, la inflación podría acelerarse aún más, erosionando el poder adquisitivo y generando un estallido social. La poca credibilidad del gobierno, con apenas un año de gestión, se desvanecería por completo, dejando a Argentina al borde de una crisis política y económica sin salida a corto plazo.
El mayor riesgo es que la salida del cepo se convierta en una licuadora de salarios y ahorros. Si el dólar se dispara, la inflación podría acelerarse por encima del 30% mensual, generando un efecto dominó: 1) Fuga de capitales: Sin confianza, los ahorristas y empresas dolarizarán sus activos, vaciando las reservas, 2) Aumento de la pobreza: Una devaluación brusca pulverizaría el poder adquisitivo, llevando la pobreza a niveles récord y generando protestas masivas, y 3) Crisis política: Si el plan fracasa, la coalición gobernante podría quedar debilitada, con riesgo de ingobernabilidad.
¿Qué debe hacer el Gobierno para no caer en el precipicio?
Mantener el rumbo actual, sin ajustes en la estrategia, sería un error. El Ejecutivo necesita mostrar flexibilidad, combinando el ajuste fiscal con medidas que alivien el impacto social. Además, debe comunicar con claridad sus pasos para evitar especulaciones.
Asimismo, debería acelerar las reformas estructurales: 1) Apertura económica real: Reducir trabas burocráticas para exportaciones e importaciones, eliminando licencias absurdas que frenan la producción, 2) Reforma laboral: Flexibilizar el mercado de trabajo para formalizar empleo y atraer inversiones, y 3) Rediseño del gasto público: Recortar subsidios ineficientes sin afectar a los sectores más vulnerables.
Esto implica negociar con la oposición medidas clave sin diluir su esencia, especialmente en el Congreso donde no cuenta con mayoría propia. Deberá priorizar acuerdos puntuales con gobernadores y sectores productivos, ofreciendo compensaciones estratégicas a cambio de apoyo legislativo. Paralelamente, tendrá que manejar con extrema prudencia su relación con los sindicatos, buscando desactivar conflictos sin ceder en lo fundamental. La habilidad para construir estos puentes temporales -sin caer en el clientelismo del pasado- será tan crucial como la ortodoxia económica.
¿Cuánto tiempo tiene Milei para revertir la crisis?
El gobierno de Javier Milei enfrenta su prueba de fuego en un plazo perentorio: entre 60 y 90 días deberá demostrar que su estrategia post-cepo puede estabilizar la economía. Este período crítico -que culminaría entre junio y julio- representa una ventana estrecha donde cada indicador económico funcionará como termómetro del éxito o fracaso del plan.
Los tres parámetros que definirán todo: 1) Estabilidad cambiaria bajo presión: una brecha dólar oficial/blue que supere el 10% será señal de que la liberación fracasó y que la especulación gana terreno, el BCRA deberá demostrar que puede intervenir sin quemar reservas, utilizando herramientas como swaps o líneas de crédito internacionales para suavizar volatilidad,
2) Inflación que ceda paso a paso: reducir la inflación mensual por debajo del 3% requerirá una sincronización perfecta entre política monetaria restrictiva y contracción del gasto público. El dato clave: los precios regulados (tarifas) no pueden dispararse más del 5% mensual para no arrastrar al resto de la economía, y
3) Reservas que se reconstruyan con divisas genuinas: no basta con el desembolso del FMI: las exportaciones agroindustriales deberán aportar al menos USD 2.000 millones mensuales. La inversión extranjera directa será termómetro de credibilidad: si no llegan ofertas concretas en energía y minería para junio, el mercado leerá señales de desconfianza.
El fin del cepo era necesario, pero no garantiza nada por sí solo. El éxito dependerá de qué tan bien el Gobierno maneje la transición, evitando tentaciones populistas y manteniendo un rumbo coherente.
Si falla, el país se sumergirá en una crisis aún más profunda. La apuesta es alta: o logra sentar las bases de una economía estable o profundizará el colapso.
Argentina, una vez más, juega su futuro en un salto al vacío. El tiempo, implacable, dará su veredicto antes de que termine el invierno.
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