Los laboratorios que experimentan con animales salen de la oscuridad
Cuatro años después de la firma del acuerdo de transparencia, la mayoría de los institutos publican sus actividades en internet pero solo el 24% habla de las especies que utiliza.
Los responsables del informe recuerdan que sin estos estudios no habría vacunas contra el Covid y admiten el impacto negativo del escándalo de Vivotecnia.
El escándalo del laboratorio madrileño de Vivotecnia, tras la difusión de una investigación llevada a cabo por la organización Cruelty Free International en la que se mostraban perros, conejos o monos maltratados con saña, provocó una oleada de rechazo a la experimentación con animales. Las imágenes sacaban a la luz unas prácticas que resultaban aberrantes para cualquiera, también para la comunidad científica. Probablemente fue la más afectada. «Esas imágenes no solo provocaron desazón y malestar, echaron por tierra el trabajo de años», reconoce Lluis Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología y presidente del Comité de �0tica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Montoliu ha presentado en Madrid el cuarto Informe Anual sobre el Acuerdo de Transparencia sobre el Uso de Animales en Experimentación Científica.
Esta firma, impulsada en 2016 por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), pretende que las instituciones que investigan con animales aumenten y mejoren sus actividades de comunicación, para contar a la sociedad qué es lo que hacen y por qué es imprescindible. Un total de 153 instituciones (de las cuales más del 80% son centros de investigación y universidades) están adheridas a este acuerdo, lo que convierte a España en el primer país en número de miembros de los ocho en todo el mundo que actualmente impulsan este tipo de acuerdos.
El informe se realizó en 2020, en pleno auge de la pandemia y un año antes del caso de Vivotecnia que, irónicamente, también se había adherido al acuerdo. Un total 140 instituciones participaron en la encuesta, un 96% de las entidades requeridas. Entre los resultados, destaca que una gran mayoría, un 71%, afirmaron haber publicado sus actividades en la web, en las que explican sus objetivos, cómo, cuándo y para qué utilizan animales. Y más de dos tercios presentaron sus avances científicos ante la prensa. Pero a la hora de mostrar en imágenes esos experimentos, los laboratorios parecen más reacios. Solo el 30% tiene videos en su web y apenas el 24% habla de las especies que se utilizan y el número de las mismas.
Sin embargo, aumentan las puertas abiertas. El 64% de los animalarios celebraron jornadas para recibir las visitas de estudiantes, periodistas o políticos. Y más de la mitad se esforzaron para realizar actividades externas: acudir a institutos o escuelas donde explicar su trabajo. «Todavía hay espacio de mejora. Sería útil que las instituciones considerasen firmar una política definida de cómo comunicar la investigación animal», afirma Javier Guillén, miembro de la Junta de Gobierno de la European Research Association (EARA) y director de Europa y Latinoamérica de la AALAC International.
Menos estudios con animales
Para Guillén, el aumento de adhesiones a la firma, que ha pasado de 80 en 2016 a 153 en la actualidad, tiene que ver con la pandemia. «La comunidad científica se ha sentido más justificada para explicar lo que hace. Se intenta divulgar a pesar de las dificultades», señala. Los centros de investigación públicos y privados que se suman a esta iniciativa pretenden demostrar que no tienen nada que ocultar, cumplen con la legislación, se comprometen con un tratamiento exquisito a los animales y justifican su uso por no haber un método alternativo.
«El fin último es dejar de utilizar animales cuando sea científicamente posible. Mientras tanto, se utilizan cuando es estrictamente necesario», subraya Montoliu, quien recuerda que la experimentación animal «es esencial en el desarrollo preclínico de medicamentos, terapias o vacunas. Lo hemos visto en la pandemia. Sin esos ensayos, primero con roedores y luego con primates no humanos, no habríamos tenido un desarrollo tan rápido de las vacunas contra la Covid-19».
La experimentación con animales en España es cada vez menor. En 2020, se utilizaron 761.000 ejemplares, casi la mitad de los empleados en 2009, según los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Sin embargo, en otros países como Reino Unido, Suecia o Alemania ha aumentado por los estudios contra el nuevo coronavirus. Lo ocurrido en España se explica en parte «porque cada vez tenemos más tecnologías alternativas, cultivos celulares y organoides para validar experimentaciones preclínicas», dice Montoliu, aunque también tiene que ver con que «la investigación con animales es muy cara y aquí no tenemos presupuesto». (ABC)