17 de Agosto: Impacto de la muerte de San Martín en el mundo y en su Patria
Con frecuencia, dimensionar la vida de nuestros semejantes ocurre en distintos tiempos.
Puede impactarnos en sus hechos cotidianos en forma inmediata, o puede demorarse. Las actuales generaciones contamos con las vivencias de todas las que nos precedieron, en los 173 años transcurridos, desde aquel sábado 17 de agosto de 1850, cuando Boulogne Sur Mer fue escenario de la partida de un hombre de 72 años, reconocido como soldado de la Independencia americana, Don José de San Martín.
En forma inmediata, el Dr. Adolph Gerard, propietario de la casa donde falleció, publicó con gran detalle su biografía, y aparecieron en Francia sentidas notas necrológicas en la Revista de Dos Mundos, y en los periódicos Gaceta de Tribunales y el Correo del Havre. En el primero, Alejandro Thomas ensalzó la proeza de este hombre, que formó un ejército modesto con gauchos de las pampas, atravesó 4000 leguas y libró cien combates. Decía textualmente, “Nombrado Protector de la República peruana, supo abandonar a tiempo el poder para no entrar en lucha con Bolívar… cualquiera sea la perspectiva que el porvenir reserve a la América del Sur, el nombre del Gral. San Martín ocupará un gran sitio en su historia.”
Ambos periódicos insertaron un trabajo con el título “Recuerdo de un gran hombre”. Encabezado así: “El legado de un hombre, encomio a la disposición testamentaria por la que San Martín obsequia su espada a Rosas”. La procedencia de esta última era oficial, o sea de los agentes del gobierno argentino en Europa. Estas publicaciones, inmediatamente traducidas al inglés y al español, se difundieron por Europa, con un evidente contraste con lo ocurrido en su suelo natal.
El Ministro de Relaciones Exteriores, D. Felipe Arana, transmitió a Mariano Balcarce, esposo de Merceditas, el pésame de Juan Manuel de Rosas, decía que la Patria había perdido en el finado general, un ciudadano o militar y político eminente, y el recuerdo más vivo de las grandes acciones que trajo la guerra de la Independencia, expresaba: “SE deplora tan inmensa pérdida que será más vivamente sentida en todo el continente de la América del Sur, teatro de sus más esclarecidos hechos”, … “tan luego sea posible proceder a verificar la traslación de los restos mortales del finado general a esta ciudad, por cuenta del Gobierno de la Confederación Argentina, para que a la par reciba de este modo un testimonio del íntimo aprecio que su patriotismo le hacían merecedor de su gobierno y de su país, quede cumplida su última voluntad en ese punto”.
Pese a esto, no hay registros oficiales sobre homenajes públicos, y las palabras del Ministro debieron esperar 30 años para que se cumplieran, en 1880. Si bien la situación política se hacía compleja, nada se hizo; en cambio, en abril y noviembre de 1850, el gobierno declaró sus condolencias y luto de la administración, por el fallecimiento del rey Guillermo IV, tío de Victoria I, y del presidente de EEUU, Zacarías Taylor.
En la Gaceta Mercantil de Buenos Aires del 9 de diciembre, se publicó una necrológica firmada por las iniciales V.C. El autor recordaba que Rosas siempre había apreciado los relevantes méritos del Gran Capitán y estaba convencido que lamentaba la irreparable pérdida de este argentino, el más venerable de la Independencia. Se podría inferir que la publicación pretendía evidenciar la ausencia de expresiones públicas de dolor por la muerte de tan augusto hombre.
El tributo más completo fue el de Perú, con el Decreto del 7 de noviembre de su presidente, el Mariscal Ramón Castilla. En los considerandos expresaba, que el 17 de agosto había fallecido en Francia el Excmo. Sr. Don José de San Martín, Generalísimo de las Armas, fundador de la Independencia y Protector de la libertad del Perú; que los servicios prestados por el General a la causa americana, exigían hacer público el doloroso sentimiento que ha causado la noticia de su muerte, se perpetuará el recuerdo de sus hechos.
Ordenaba realizar exequias por el alma del finado Generalísimo en todas las capitales, con asistencia de autoridades y corporaciones; en Lima se harían en la Iglesia Matriz el 15 de noviembre. Desde esa fecha hasta el día de los funerales, civiles, militares y estandartes, llevarían señales de luto. El día del servicio fúnebre, se oficiarían los más altos honores al finado General. En el centro de la Plaza 7 de septiembre, debía erigirse una columna de 20 pies de altura, sobre la que se colocaría la estatua de Don José de San Martín.
Homenaje digno el peruano, acorde al Libertador que proclamó su independencia, al estadista que sentó las bases institucionales del Estado peruano, le dio identidad nacional con una bandera, un escudo y un himno; creó la Escuela Normal de Preceptores el 6 de julio de 1822, fecha en que los maestros celebran su día hasta hoy, en honor al educador de pueblos, que les propuso pasar de la condición de súbditos a ciudadanos.
Por su parte, el encargado de negocios de Chile en Francia, comunicó a su gobierno el deceso y reclamó se manifestase la tradicional munificencia chilena en presencia de un prócer, y destacó la pureza de su vida, ante la escasa herencia que dejaba a su familia. El 23 de noviembre, el gobierno chileno decretó 15 días de luto para su ejército. En 1856, por iniciativa de Benjamín Vicuña Mackenna, el mismo gobierno encargó al escultor francés Louis-Joseph Daumas, una estatua ecuestre de San Martín que, si bien llegó en 1861, se inauguró en 1863 en la Alameda de Santiago. Estas expresiones demuestran el impacto trascendente que la muerte de nuestro Libertador tuvo en el mundo contemporáneo, tanto como la valoración de su obra y la estima que emanaba de su figura. Ante estas manifestaciones, ¿qué podemos mostrar nosotros a la posteridad?
En primer lugar, como entrerrianos podemos responder, que el primer homenaje al Padre de la Patria en nuestro país, lo tributó Don Justo José de Urquiza como Gobernador de Entre Ríos el 15 de julio de 1851, cuando decretó levantar una columna en honor al General San Martín en la Plaza Principal de Paraná. En ella debían inscribirse todas las victorias con las que afianzó nuestra Independencia, como demostración de gratitud y de dolor por su muerte. Este monumento es el que hoy se levanta en el Parque Urquiza, una columna coronada por un cóndor en actitud de emprender vuelo.
También intentó levantar otro en San Lorenzo y, en 1860, en Buenos Aires se suscribió con la suma de $ 15000 para la realización de la estatua al Gral. San Martín, y $ 10000 para el Paseo de Marte, hoy Plaza San Martín, donde habría de levantarse. En segundo término, como concordienses, contamos con este monumento ecuestre, que es una de las siete copias que tiene Entre Ríos, del que se levanta en la Plaza San Martín de Retiro. Esa estatua ecuestre fue iniciativa del gobierno de Buenos Aires, que encargó una réplica de la que contrató Chile, al mismo escultor francés, Louis-Joseph Daumas, con pequeñas diferencias, ya que la cola del caballo está al aire y la chilena se apoya en el plinto, y en lugar de la bandera, el brazo derecho señala la cordillera de los Andes; la de la ciudad de Corrientes, señala Yapeyú; fue inaugurada en Retiro en 1862. Cuando se hicieron las copias para las provincias, se realizaron trece ejemplares obsequiados a otros países.
También Concordia cuenta con dos instituciones que difunden la vida, la obra, el legado y los valores del Padre de la Patria, una es la Asociación Cultural Sanmartiniana, sede Concordia del Instituto Nacional Sanmartiniano, desde el 1 de diciembre de 1958, y las Damas Patricias Argentinas, desde 17 de agosto de 1944.
Concordia participó siempre de los homenajes establecidos para nuestro prócer; sólo a manera de ejemplo, podemos citar, en el centenario de su muerte, en 1950, declarado por la Nación como “Año del Libertador Gral. San Martín”; los aniversarios de la decisiva Batalla de Maipú, en 1978, o su bicentenario en 2018, cuando la Municipalidad la incluyó de manera especial en el programa “Concordia Late la Patria”; declaró el 2017 “Año del Bicentenario del Cruce de los Andes” y creó una Comisión ad hoc; o los actos oficiales prescriptos en su protocolo anual, del 17 de agosto y del 3 de febrero, ésta última fecha por el combate de San Lorenzo.
Pero los concordienses tenemos otro privilegio, porque D. Juan de San Martín y su familia pisaron tierra de lo que hoy es Concordia, a principios de 1775, cuando se dirigía a Yapeyú[U1] para hacerse cargo como Teniente de Gobernador. El camino obligado era remontar el Uruguay y sortear el escollo rocoso de Salto Grande y Chico por el puerto de San Antonio del Salto Chico, fundado en 1769. Este recorrido le permitió a Don Juan conocer la región y sus necesidades, como consecuencia fundó estancias, como la de Mandisoví, convertida en posta y pueblo floreciente. Cuando Don Juan tuvo nuevo destino, Doña Gregoria viajó más tarde con sus hijos, entre ellos el pequeño José Francisco nacido en Yapeyú. En este viaje, que pudo ser en 1781, es posible que descansaran en Mandisoví, y desde allí tal vez hicieran noche en San Antonio del Salto Chico, antes de emprender la navegación río Uruguay abajo.
Así, nuestro suelo tuvo por algunas horas al niño que con el tiempo sería Padre de los Granaderos y Libertador del Sur. Esta circunstancia tan especial, constituye un motivo muy contundente para que, como recuerdo y homenaje a esa presencia del niño José Francisco en nuestra tierra y en nuestras aguas del río Uruguay, Concordia celebre también el día de su nacimiento el 25 de febrero, como hacen otras ciudades argentinas y del mundo. Nunca es tarde, siempre estamos a tiempo.
Prof. Rosa María Reissenweber A.C.S de Concordia