Día Nacional del Circo
Al escribir el título de esta nota, imaginé que en cada rostro, de grandes o chicos, se dibujaba una sonrisa.
Porque eso provocaba la magia del circo una sonrisa. Si bien tenía momentos “emocionantes” cuando con un nudo en el estómago veíamos como el trapecista pendiendo de una cuerda saltaba al vacío, sin caer porque se aferraba a un columpio, que su compañero le arrojaba en el momento justo.
A la vez que todos soltaban el aire que habían contenido, mientras duraba el “salto mortal”.
Pasado ese momento en que todos sentían que habían “saltado al vacío “ con el trapecista, llegaban ellos los personajes graciosos, los caballos montados por chicas muy lindas, haciendo piruetas sobre la monta.
Y luego el momento esperado por los niños especialmente; la actuación del payaso. Es el más querido por los niños, i también por los adultos. Aunque provocaba miedo en los mas chiquitos, que se acurrucaban contra su mamá.
Los circos iban de un lado a otro, nunca se instalaban en un lugar para siempre, porque su misión era llevar alegría a todos los pueblos, que lo esperaban y los recibían con entusiasmo. Su llegada era todo una fiesta. Aún hoy los circos siguen convocando a ese niño que todos llevamos adentro y a los chicos por supuesto. Más modernos, algunos mas suntuosos, pero sin perder nunca su esencia, su razón de ser , llevar alegría, provocar la sonrisa de todos.
Este día se estableció en honor de José Podestá, pionero de la actividad circense en nuestro país. En su comienzo se le llamaba también “Circo Criollo”.
José se hizo famoso con su payaso Pepino y además era jinete, trapecista, actor, cantor y guitarrero y además de hacer reír, hacía recitados gauchescos, aprovechando para hacer chistes satíricos, con críticas a políticos y funcionarios. Supongo que en ese caso causaría la risa de una parte del público y el mal humor de otros. Como ocurriría hoy seguramente.
Pero prefiero volver a la magia del circo, ese algo de drama y de alegría que siempre transmite. Alegría que mientras dura la función nos hace olvidar de todos los problemas o por o menos pasan a segundo término.
Repito lo que dije al comienzo: “imagino “ tu sonrisa, tu alegría al recordar al circo, su carpa “grandota”, y sus artistas, sus grandes artistas, que no siempre son valorados en su verdadera dimensión , profesional y humana.
Quizás también por ello el “Payaso” con su expresión alegre y tristona en cada actuación nos toca el corazón, porque el también como los pueblos encierra detrás de su sonrisa, alegría, tristezas y esperanzas.
Este recuerdo encendió en mí las ganas de gritar ¡VIVA PEPINO! ¡ VIVA EL CIRCO!.