Día Nacional del Inmigrante
A partir del año 1949, se estableció el 4 de septiembre como “Día Nacional del Inmigrante”. Fue en conmemoración del Decreto firmado por el Primer Triunvirato, fomentando la llegada de migrantes al país. Si bien, según algunos historiadores, la mayor afluencia de estos hombres y mujeres se realizó entre los años 1905 y 1910.
Muy poco era lo que traían en sus valijas. Traían sí sueños y ganas de trabajar, progresar y labrarse un futuro mejor para sus familias. Este sueño no se veía posible realizarlo en sus países.
Venían con dudas, miedo a lo desconocido, pero encontraron una patria que los recibió. Fue un comienzo duro, difícil, pero lograron armar su propio destino de progreso y grandeza, y adoptar esta patria como suya, sin perder su cultura, su lenguaje, su identidad. Hoy, cuando hablamos de inmigrantes, es hablar de “argentinos” que unieron su cultura a la nuestra, y poco a poco, fueron aprendiendo y adoptando nuestro idioma, en un comienzo mezclándolo con el suyo, que despertaban sonrisas en los argentinos nacidos en nuestro suelo. Nos legaron además el gusto por algunas de sus comidas. ¿Quién no suspira por unos espaguetis, o por unos ñoquis con tuco, o pizzas, sí, pizzas. O a quien (especialmente mayores) cuando en una fiesta escuchan un pasodoble o una tarantela, sus pies comienza a moverse, hasta que salen felices a la pista para bailar. Y de ellos, los inmigrantes ¿quién se resiste a unas empanadas o un asadito?
Unimos cultura, especialmente a la italiana y la española; y no olvidemos, unimos también la vida de sus hombres y mujeres, con las nuestras. Y así surgió una Argentina nueva, porque mezcló su sangre, con la de los inmigrantes. Transformándose en un crisol de razas.
Esto es un homenaje festivo, y quizás una bienvenida a los inmigrantes de países vecinos, hermanos de la Patria Grande, que siguen llegando. Pero aunque entristezca un poco, quiero recordar y rezar por los inmigrantes de hoy, que perseguidos por la violencia o la miseria cruzan mares arriesgando sus vidas y cuando creen llegar a un país donde poder vivir en paz y ser libres, son rechazados sin compasión y “devueltos al mar”. No deberíamos olvidar, que para Dios todos somos migrantes en la tierra.
Vuelvo a la fecha que recordamos, y que en nuestra querida Patria, especialmente, en nuestra Concordia, ya comenzaron los festejos, con distintos actos, desfiles, donde se hace memoria de aquel acontecimiento. Recordamos a los primeros inmigrantes, que abrieron con sacrificio y coraje, un surco, donde pudieran sembrar sus semillas de Vida, libertad y amor, todos los que llegaban con sus mismos sueños, a este país llamado Argentina, que nos une a todos bajo una misma bandera Celeste y Blanca, que todos veneramos.
¡Feliz día inmigrantes!, hermanos por historia, por compartir un mismo sueño de paz y libertad.
Pablo Sánchez