El Niño Dios ha nacido en Belén
Pequeño Niño nacido en un pesebre. Hoy me acerqué a Vos, para adorarte, para mirarte en silencio. Y descubrir el mensaje de sencillez y alegría que irradias desde esa cuna que hizo tu papá José. Pesebre que sorprende, porque allí se manifiesta la Humildad de Dios. Solo quería mirarte, y luego, como los pastores contarles a todos mi asombro por lo que vi.
Hablarles de tu ternura, esa que sin quererlo, reprocha mi dureza de corazón, ternura que me das cuando estoy mal, acariciándome con tus manos pequeñitas.
Esas caricias nos ayudan en este momento, porque pasan cosas en nuestro país y el mundo, que nos entristecen y debilitan nuestra esperanza, en la venida de un reino de Paz, Justicia y Amor.
Perdóname Niño de la Paz y el Amor;
Pero hoy te hablo con la preocupación de abuelo, de papá, por el incierto futuro de sus hijos y nietos.
Porque se oficializa con decretos la pobreza, la desocupación y la falta de pan en cada mesa familiar. Muchas mesas estarán vacías en esta Navidad.
Por las bombas que destruyen pueblos; hombres mujeres y niños, sin compasión, enséñales que proteger, defender y celebrar la Vida, le dará más alegría, que dar la orden de matarla.
Por los egoístas que acumulan tanta riqueza, que provocan hambre en todo el mundo, cambia su corazón de piedra por uno más humano, más sensible.
Por los que olvidan a sus padres o abuelos ya mayores, para que le devuelvan en una caricia, algo del amor que de ellos recibieron.
Junto a Vos Jesús, está tu madre, a Ella quiero invocarla, por el mundo, por América Latina, y especialmente por nuestra Patria. Ella conoce nuestras angustias y esperanzas. Porque peregrina con nosotros con los pies descalzo, sintiendo la dureza del camino. Llevándote en sus brazos, para que todos; hombres mujeres y niños, de cualquier raza o religión, viendo que estás con nosotros fortalezca su Esperanza en un mañana mejor, iluminado por la estrella que guió a los magos hasta tu Pesebre, fuente de alegría y ternura. Nuestra Señora de Belén, que esta Noche, hagamos silencio, y mirando el pesebre volvamos a asombrarnos del Misterio de Humildad y Paz, que nos dejó el Dios del Amor. PABLO SANCHEZ