Nuestros queridos viejos
Hace poco tiempo, Cristina Largardet, en ese momento Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, dijo abiertamente que; “el problema económico y social del mundo se debe a los viejos, así es que hay que hacer algo ya”. Mi corazón latió con más fuerza, no podía creer lo que escuchaba, especialmente viniendo de una persona que además del poder que ostentaba, era una anciana. No podía entender y debo decirlo me indignó. Me dio miedo pensar en qué manos estamos sujetos.
Me angustió pensar que significaba eso de “Hay que hacer algo ya”. Es para pensarlo. Pero en estos días escuché a un “Viejo” hablar con amor y comprensión de nuestros abuelos, de nuestros mayores. Fue el Papa Francisco; el que organizó un encuentro, con La Fundación Italiana para la Tercera Edad, que contará con más de seis mil abuelos, nietos y ancianos en general. Un acto que denominaron con mucho acierto “LA CARICIA Y LA SONRISA”.
Es intención de afirmar los derechos de los que han dado todo en la vida; amor, ternura, comprensión y abrazos.
Ellos nos son una carga para la sociedad, sino un recurso de sabiduría. Los ancianos deberían apreciar cuanto pueden dar todavía. El Papa recordó que “todas las generaciones no pueden vivir separadas entre sí”.
Cuando aún me parecía escuchar las palabras de aquella mujer del “fondo” depreciando y despreciando la vida de los “viejos”, estas palabras del Papa, fueron como un bálsamo para mi alma, y seguro lo será para ustedes también. Porque todos queremos a nuestros abuelos y ancianos. A veces quizás, nos comportamos con ingratitud o falta de paciencia, pero los queremos. Porque fueron ellos los que cuando éramos niños nos abrazaban con una calidez única; y nos miraban con ojos pícaros, cuando se hacían cómplices de alguna travesura nuestra o cuando nos regalaban alguna golosina o postre que nos gustaba.
Cuando nos sentíamos seguros al cruzar la calle cuando nos aferraban sus manos. O cuando simplemente al despedirnos con la sonrisa más linda, nos acompañaban hasta el portón. Los abuelos, los ancianos en general, han iluminado nuestras vidas, han humanizado con su sabiduría y serena sonrisa nuestra sociedad. Con Ellos tenemos una deuda de amor, los invito comenzar a pagarla, de a poco, cada día de nuestras vidas, que disfrutamos de su presencia. Luego serán ellos los que desde el cielo seguirán sonriéndonos con amor, como lo hicieron siempre.
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