Panadero, presente en cada hogar con el pan que amasás
Hoy es tu día panadero, y tu imagen blanca, como la blanca harina que con tus manos amasás, es la que recuerdo desde muy chico. Porque mi padre era panadero de raza. Como se dice. Y cada madrugada, cuando me llevaban a la cuadra, para cuidarme, lo veía a él y a mi mamá que lo ayudaba, como iba transformando un poco harina, grasa, agua y sal en sabroso pan, al que el misterioso fuego le daba consistencia y color. Un pan dorado, crocante que a la hora del desayuno o almuerzo estaría adornando la mesa de cada hogar. Un pan que Jesús partió la noche de su despedida, para sus amigos, que ahora parte la mamá o el papá en la mesa familiar.
Benditas son tus manos panadero, porque de tus manos sale el pan que esperamos con alegría en nuestra casa, o la galleta, esa que, en las escuelas, nos repartían a los niños del primario, llevándolos en una bandeja de madera. Y que nos peleábamos por repartirlo, porque si sobraba alguna galleta, porque faltaba un chico, esa era para él “repartidor”.
El fruto de tu trabajo, tan sencillo como importante, me lleva a los años más lindos de mi infancia, y la de ahora que sigo siendo “fanático del pan”. Y no me parece tan rica la comida si no la acompaño con un pedazo de pan.
Es muy sacrificado tu trabajo, panadero, por la fuerza y las energías que debés emplear, por el calor tremendo del horno, que debés soportar, me recuerda esos grandes hornos alimentados con leña. Que hoy ya casi no existen.
De tu pan surgen las imágenes más tiernas, como la de ver un niñito esforzándose por comer una galleta. Ni hablar de su alegría si es un “bollo”, como decíamos antes.
Por hoy ya terminaste, sacudí la harina de tu delantal, colgalo allí donde lo dejás siempre, y con esa sonrisa de “buen hombre, tan bueno como el pan”, andá a festejar tu día, ese día que te vamos a extrañar, por que no estarás presente en nuestro hogar en esa forma preciosa y sabrosa que llamamos pan.
¡FELIZ DÍA PANADERO! ¡A CELEBRAR!