Apuntes del Presbítero Don Rosendo Leal de su actuación en la Parroquia de Concordia
Con el título de esta nota, la Universidad Nacional de Córdoba publicó un libro en el año 1953. En esa publicación, que la casa de estudios superiores lo edita en homenaje al primer año de fallecimiento del Presbítero, Rosendo Leal escribe sobre sus vivencias y actuación frente a la parroquia de San Antonio, de nuestra ciudad.
Dentro de los más 4000 ejemplares que conforman la biblioteca del Museo Regional Palacio Arruabarrena, contamos con un ejemplar de ese libro.
En las primeras páginas, después de narrar brevemente aspectos previos de su vida vinculados con su ordenamiento como sacerdote y algunos de los destinos a los que fue designado, el Presbítero comenta detalles de su llegada a Concordia (hacemos la transcripción respetando su redacción original): “el 9 de julio (de 1897) partí de Paraná para Concepción del Uruguay, donde al día siguiente me embarqué en el viejo vapor “El Labrador” de la compañía de Dn. Domingo Giuliani. En la noche de ese mismo día llegué a destino. En el puerto me esperaba el presbítero Dn. Pedro Costa Colón, quien estaba al frente de la parroquia en calidad de teniente cura que había sido del Dr. Dn. Benito Viejo, párroco que por mucho tiempo había estado sirviendo esa feligresía. Como no existía casa parroquial me hospedé en un hotel de la localidad”. (1953; 8)
El Presbítero Leal muestra su desencanto, párrafos después, cuando al día siguiente de su arribo a la ciudad, acompañado del Sr. Costa Colón se dirigen a la Iglesia para celebrar la santa misa, indicando: “Que desilusión recibí al penetrar a lo que se llamaba iglesia: era un antiguo saloncito que mediría unos ocho metros de largo por cinco de ancho, y que en otros tiempos fue una escuela; todo inmundo; de techos sumamente bajo, cuyo cielo estaba ennegrecido por el humo que habían despedido las velas que se encendían en el altar; durante diez y ocho años no se le había dado una mano de cal. ¡Era aquello un colmo! Bajo la impresión más ingrata celebré la misa”. (1953; 8)
Y finaliza el segundo apartado del libro, que está publicado como las crónicas de un “Diario” personal del Presbítero, ilustrando los desafíos que asumía frente a la tarea encomendada: “Sin iglesia, sin casa, sin recursos, sin apoyo del pueblo me entregué a la tarea, ardua y difícil, de levantar en Concordia un templo digno de Dios. Para hacer más complicado el propósito tenía en contra a los tres diarios que se publicaban en la ciudad, a la Municipalidad, a las autoridades y finalmente al pueblo que, con la masonería a la cabeza, se disponían a descender a la arena para oponerse a cualquier iniciativa religiosa”. (1953; 10) Prosigue Rosendo Leal, relatando que los días festivos asistían al templo sólo dos hombres al poco tiempo la concurrencia se acentuaba cada noche, manifestando que sus primeras impresiones habían resultado equivocadas.
Finalmente, después de estos primeros escollos el Presbítero pergeña la manera de procurar los recursos para terminar el templo que, estaba paralizado en su construcción hacia dieciocho años, cuya culminación consideraba impostergable. Existía, en ese momento una comisión pro templo que contaba con algunos recursos, y describe a las integrantes: “todas las señoras laicas que la formaban (a la comisión pro templo) eran laicas, que pocas veces oían misas y nunca se confesaban, no desplegaban ninguna actividad”. (1953; 12)
Las apreciaciones de Rosendo Leal son sumamente interesantes y aportan una perspectiva diferente de las cuestiones locales que ocurrían en Concordia a finales del siglo XIX. El Presbítero continúo su labor parroquial hasta el año 1905. En próximas notas les seguiremos contado más detalles de las descripciones que surgen de la lectura de “sus crónicas”.
Esperamos que les haya gustado este breve relato. Nos volvemos a encontrar en una semana para descubrir más historias del pasado de Concordia y la región.
Museo Regional Palacio Arruabarrena, dirección: Entre Ríos y Ramírez.
Mag. Lic. Silvana de Sousa Frade
Directora del Museo Regional Palacio Arruabarrena
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