Leylah Fernandez y Emma Raducanu protagonizarán la final femenina más joven en Nueva York
Nadie lo podía imaginar. ¿Una final sin preclasificadas, entre la 73a y la 150a del ranking mundial? ¿Una definición entre dos menores de 20 años, con apenas un puñado de partidos en el nivel WTA a cuestas? Pues sí: esa será la final del US Open, que alumbrará una jovencísima nueva campeona de Grand Slam. Tenis nuevo, con sonrisas, mucha frescura y un viento de renovación que sopla con fuerza en el tenis femenino.
La canadiense Leylah Fernandez, de 19 años recién cumplidos, y la británica Emma Raducanu, de 18, son las dos mejores jugadoras de este fantástico Abierto de los Estados Unidos. Fernandez, nacida en Montreal e hija de un ex futbolista ecuatoriano, dio otro impacto enorme al eliminar a la número 2 del mundo, la bielorrusa Aryna Sabalenka, por 7-6 (3), 4-6 y 6-4, en una primera semifinal de 2 horas y 21 minutos de acción.
Para Fernandez, fue su cuarta victoria consecutiva frente a una rival preclasificada y con mucha más experiencia. Asombró primero al dar cuenta de Naomi Osaka (3ra), la campeona del torneo en 2018 y 2020. Luego eliminó a Angelique Kerber (16a), la campeona de 2016; en cuartos de final dejó en el camino a Elina Svitolina, quinta del ranking, y ahora a Sabalenka, nada menos que la segunda.
En la final de hoy, la zurda canadiense se topará con Emma Raducanu. La británica, de 18 años, tiene su propio récord: es la primera jugadora en toda la era abierta (desde 1968) que llega a la final de un torneo de Grand Slam desde la clasificación. Algo más impresionante: ganó sus nueve partidos -los tres de qualy y los seis de main draw- sin ceder un solo set. Y se convirtió, dicho sea de paso, en la primera británica finalista en una de las grandes citas desde que Virginia Wade lo logró en Wimbledon 1977.
Raducanu, que venía de superar a la suiza Belinda Bencic, reciente campeona olímpica en Tokio, esta vez se impuso a la griega Maria Sakkari (17a) por 6-1 y 6-4, en 1h24m. Como en cualquiera de sus encuentros anteriores, la británica jugó con eficiencia, y si Sakkari apuntaba a hacerse fuerte con su servicio, se topó con las profundas devoluciones de la juvenil, que la llevaron a caer en decisiones erróneas. Parejas en aciertos (17 winners para ambas), la gran distancia estuvo en los fallos: Raducanu sólo cometió 17 errores no forzados, y Sakkari se hundió con casi el doble: 33 equivocaciones.
Así, Flushing Meadows verá este sábado, a partir de las 17, la primera final teen de este siglo. Ni Raducanu ni Fernandez habían nacido en 1999, cuando Serena Williams, por entonces con 17 años, superó a Martina Hingis, que tenía 18, en la final más joven del Open estadounidense.
Raducanu desembarcó en este US Open con menos de 20 partidos en el tour WTA (13-6). Alcanzó hace un par de meses los octavos de final en Wimbledon, debutaba en Flsuhing Meadows y todavía no debutó en el Abierto de Australia ni en Roland Garros. Fernandez cuenta con una pizca más de experiencia: 32 partidos en torneos de la WTA, y este año había logrado alcanzar la tercera etapa sobre el polvo de ladrillo parisino.
Las dos darán un salto impresionante en el ranking: la canadiense será por lo menos la 27a del mundo y entrará en el Top 20 si se consagra campeona; la británica avanzará desde el 150° actual hasta el puesto 32°, y será la 23a del mundo si alza el trofeo principal en el Arthur Ashe.
�SHonestamente, hoy no pensaba en nadie más, salvo en mí misma⬝, dijo Raducanu, que aseguró no sentir ningún tipo de vértigo por su notable quincena en Nueva York. �SVengo desde la clasificación; técnicamente, no tengo ninguna presión⬝, sostuvo con una sonrisa contagiosa. De madre china y padre rumano, y nacida en Toronto pero con pasaporte del Reino Unido, en Nueva York destrozó varias marcas de precocidad en lo que es apenas su segundo torneo de Grand Slam: es también la finalista de un Grand Slam más joven desde Maria Sharapova en Wimbledon 2004, cuando la rusa tenía 17 años.
�SSiento que nada es imposible. Como mi papá me decía todo el tiempo, no hay límite para mi potencial o para lo que puedo hacer. Todos los días hay que seguir trabajando duro, seguir adelante. Pero no hay un límite para lo que puedo hacer. Cuando era pequeña, una profesora me dijo que dejara el tenis y me concentrara en los estudios, ja. Ahora me acuerdo y me río. Creo que he estado haciendo cosas increíbles. Solo me estoy divirtiendo, estoy tratando de hacer algo para que la gente disfrute, y me alegro de que, sea lo que sea que haga en la cancha, a los fanáticos les encante y a mí también. Digamos que es... mágico⬝, remarcó Fernandez. Al igual que Raducanu, y a falta de otras grandes figuras, el público neoyorquino las adoptó como sus preferidas. Ahora, ambas están en la gran final. Solo una de ellas será la nueva reina del US Open y flamante campeona de Grand Slam. Pero el tenis femenino ya ha ganado, y mucho, con estas dos nuevas joyas.