París declara la guerra al diésel
El objetivo es convertir buena parte de la periferia de la capital en Zona de baja emisión de partículas
París y su región, el Gran París, la periferia de la capital, en el departamento de Isla de Francia, aceleran su 'guerra' contra los vehículos con motores diésel, cuando se multiplican en toda Francia las zonas medioambientales, con circulación restringida, protección del aire y baja emisión de partículas contaminantes.
Desde primero de junio ha entrado en vigor la prohibición de circular de los vehículos con motor diésel, matriculados entre el 1 enero 2001 y el 31 diciembre 2005, en 79 ciudades de la región de Isla de Francia, la periferia de la capital y el Gran París.
La alcaldía de la capital de Francia ya decretó esa misma medida el 2018, que entró en vigor un año más tarde.
La prohibición de los vehículos con motor diésel viejos de más de quince años será efectiva «paulatinamente», y tendrá en Isla de Francia una dimensión simbólica y social importante. Muchas de las 79 ciudades que deberán aplicar la decisión regional se encuentran entre las más pobres y multiculturales de Francia. Y la renovación de un parque automovilístico de más de 280.000 vehículos plantea problemas considerables para decenas de millares de familias de recursos modestos y muy modestos, entre una población de 5,61 millones de habitantes.
Varios alcaldes de ciudades importantes, como Kremlin-Bicêtre, Bondy y La Courneuve, donde los vehículos viejos son aproximadamente el 20 o el 25 % del parque automovilístico local, esperan conseguir algunas formas de ayudas o «comprensión», para aplicar la medida regional con relativa «flexibilidad» y «paulatinamente».
Sin embargo, las autoridades regionales confirman sus proyectos. Patrick Ollier (conservador), presidente de la aglomeración Gran París, comenta el proyecto de este modo: «De entrada 79 ciudades van a iniciar el «experimento». Estamos negociando con el estado los dispositivos coercitivos. Cómo controlar. Como multar, llegado el caso. Debemos saber quién pagará las cámaras de vídeo vigilancia. Antes de comenzar a poner multas se hará mucha pedagogía».
Con la decisión de prohibir la circulación de los vehículos diésel de más de quince años, la aglomeración Gran París espera convertir buena parte de la periferia de la capital en Zona de baja emisión de partículas (ZBEP), una experiencia medio ambiental que ya funciona en la capital y otras grandes ciudades como Grenoble, Marsella, Niza, Toulon, Toulouse, Montpellier, Estrasburgo, Rouen. Otro medio centenar de ciudades han adoptado proyectos «paralelos», que el gobierno francés define como Zonas de circulación restringida (ZCR), Zonas de protección del aire (ZPA). Se trata de proyectos nacionales con muchas ramificaciones europeas, ya que la Unión Europea (UE) aspira a imponer sus criterios medioambientales propios.
El gobierno de Emmanuel Macron apoya la implantación de nuevas ZBEP: se conceden ayudas de 5.000 a 6.000 euros a la compra de nuevos vehículos, se ayuda a las alcaldías a poner en marcha nuestros proyectos urbanos.
En París, la Zona de baja emisión de partículas (ZBEP) estará acompañada de una nueva Zona con tráfico limitado (ZTL), a partir del año que viene, tras un laborioso plan de consultas y concertación, con el gobierno y las alcaldías de los veinte distritos parisinos. En términos prácticos, la futura ZTL parisina cerrará total o parcialmente el tráfico automovilístico a buena parte del «centro» de París, limitándolo al tráfico de quienes residan en esas zonas.
El «centro» de París residen unas 150.000 personas y existen unos 300 hoteles, más de 2.000 restaurantes, 50.000 empresas, 40 museos. Privar de coche a buena parte de esa población será, en su día, un problema considerable, sujeto a previsibles polémicas. Taxistas y comerciantes estarán autorizados a circular en coche. Quedan por negociar horarios para abastecimientos, libertad o prohibición para vehículos con chófer, autobuses turísticos, etcétera.
Si el cierre o limitación muy estricta del tráfico, en el «centro» de París, puede parecer atractivo para muchos habitantes, víctimas de la polución, en algunas zonas, la futura ZTL inquieta a barrios enteros muy dependientes del turismo nacional o extranjero que utiliza el coche, con frecuencia, para visitar museos y calles especializadas en comercios particulares (anticuarios, galerías de arte, moda de cierto lujo). Algunos de esos sectores contemplan el proyecto con callada incertidumbre.
Más allá de la mera política coercitiva de prohibición de los vehículos diésel antiguos, y la creación de nuevos espacios urbanos cerrados total o parcialmente al tráfico automovilístico, en París, comienzan a plantearse con crudeza creciente otros problemas paralelos: la futura movilidad urbana, la modernización y / o reconversión del parque automovilístico, la reforma de las alternativas en materia de circulación, y la baja calidad de la información ofrecida a la opinión pública, víctima de incontables «batallas» políticas locales.