El mundo recuerda y continúa llorando a Maradona: el eterno 10
Hoy, 25 de noviembre, el mundo recuerda con emoción y nostalgia a Diego Armando Maradona, ícono del fútbol y figura que trascendió los límites del deporte.
A cuatro años de su partida, los homenajes se multiplican en los rincones más diversos del planeta, reafirmando su legado como uno de los más grandes de todos los tiempos.
Desde Nápoles, donde la ciudad se paraliza para rendir tributo a su eterno ídolo, hasta Villa Fiorito, su barrio natal en Argentina, fanáticos, exjugadores y personalidades realizan ofrendas, pintan murales y organizan vigilias para mantener viva su memoria. En Buenos Aires, la mítica cancha de Argentinos Juniors, el "Diego Armando Maradona", reúne a miles que iluminan la noche con velas y cánticos. Mientras tanto, en el resto del mundo, camisetas con el número 10, partidos conmemorativos y mensajes en redes sociales recuerdan al "Pibe de Oro".
La vida de un genio: entre el cielo y el infierno
Diego nació el 30 de octubre de 1960 en un humilde hogar de Villa Fiorito, donde comenzó a soñar con el fútbol como escape de las carencias. Desde su debut profesional con Argentinos Juniors en 1976, quedó claro que su talento sería legendario. Su paso por Boca Juniors lo consagró en Argentina, antes de que el FC Barcelona lo proyectara internacionalmente. Sin embargo, fue en el Napoli donde alcanzó la inmortalidad: lideró al equipo a sus primeros títulos de la Serie A (1987 y 1990), desatando una devoción sin precedentes en Italia.
El punto culminante de su carrera llegó en el Mundial de México 1986, donde Diego no solo levantó la copa, sino que dejó dos de los momentos más icónicos de la historia del fútbol: "La Mano de Dios" y "El Gol del Siglo", ambos contra Inglaterra. Fue un líder nato, capaz de cargar con las esperanzas de una nación y de transmitir una pasión que aún perdura.
Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por contrastes. Las adicciones, los escándalos mediáticos y las batallas legales lo acompañaron hasta sus últimos días. Pero a pesar de sus caídas, siempre supo levantarse, mostrando una humanidad que lo hacía cercano y único.
Su legado eterno
Maradona no solo cambió el fútbol; cambió la forma en que millones de personas ven el deporte, convirtiéndolo en un lenguaje universal de pasión y emoción. Tres años después de su partida, su figura sigue iluminando estadios y corazones. Porque Diego fue mucho más que un jugador: fue un símbolo de lucha, de imperfección y de magia.
Hoy, el mundo entero lo llora, pero también lo celebra, porque como dijo alguna vez el propio Maradona: "Si me muero, quiero volver a nacer y quiero ser futbolista. Y quiero volver a ser Diego Armando Maradona".
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