El cardenal Kevin Farrell reitera que la Iglesia acoge a las personas homosexuales aunque no bendiga las parejas
Según el responsable vaticano de Familia, «se trata de distinguir el sacramento del matrimonio de las uniones civiles».
El cardenal Kevin Farrell, jefe del departamento de Laicos, Familia y Vida en el Vaticano, ha reiterado este jueves que «la Iglesia acoge con los brazos abiertos a todas las personas en todas las etapas de la vida y en todas las situaciones», pero no bendice las parejas del mismo sexo, ni las no casadas, ni las de divorciados vueltos a casar «para distinguir el sacramento del matrimonio de las uniones civiles».
El cardenal norteamericano-irlandés ha subrayado que esa distinción «no significa que solo los casados reciban la ayuda pastoral de la iglesia», pues «hay muchas situaciones diferentes en el mundo de hoy».
Farrell ha recordado que las parejas del mismo sexo no están excluidas de la atención espiritual y que en muchas parroquias hay actividades de acompañamiento espiritual específicas.
En un claro apoyo a esa actitud de apertura y acogida, el cardenal ha añadido rotundamente: «quiero insistir en que nadie, absolutamente nadie, debe quedar excluido del cuidado pastoral y del amor y la preocupación de la Iglesia».
El titular del departamento de laicos Familia y Vida, respondía en conferencia de prensa a una pregunta sobre la prohibición de bendecir las parejas del mismo sexo, confirmada por el papa Francisco, según una nota de la Congregación de la Doctrina de la Fe publicada el pasado lunes.
La nota, aprobada explícitamente por el Papa, indicaba a los sacerdotes, obispos y pastores en general que «no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo».
Al mismo tiempo señalaba que «la presencia en tales relaciones de elementos positivos, que en sí mismos son de apreciar y de valorar, no llega a justificarlas y hacerlas objeto lícito de una bendición eclesial, porque tales elementos se encuentran al servicio de una unión no ordenada al designio de Dios».
Pero a la vez dejaba claro que «la comunidad cristiana y los Pastores están llamados a acoger con respeto y delicadeza a las personas con inclinaciones homosexuales, y sabrán encontrar las modalidades más adecuadas, coherentes con la enseñanza eclesial, para anunciarles el Evangelio en su plenitud».
Según la nota, la prohibición «no excluye que se impartan bendiciones a las personas individuales con inclinaciones homosexuales, que manifiesten la voluntad de vivir en fidelidad a los designios revelados por Dios así como los propuestos por la enseñanza eclesial». ABCes)