El Papa, en Año Nuevo: «Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios»
Denuncia que «hoy la maternidad es humillada porque el único crecimiento que interesa es el económico»
En su primera homilía del nuevo año, el Papa Francisco ha denunciado vigorosamente este miércoles que las mujeres «son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse y a eliminar la vida que llevan en el vientre. Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer».
En la fiesta de Santa María Madre de Dios, el Santo Padre ha recordado en la basílica de San Pedro que «hoy celebramos estos desposorios entre Dios y el hombre, inaugurados en el vientre de una mujer. María es mujer y madre, esto es lo esencial. De ella, mujer, surgió la salvación y, por lo tanto, no hay salvación sin la mujer».
Según Francisco, «si queremos unirnos con Dios, debemos ir por el mismo camino: a través de María, mujer y madre. Por ello, comenzamos el año bajo el signo de Nuestra Señora, la mujer que tejió la humanidad de Dios. Si queremos tejer con humanidad las tramas de nuestro tiempo, debemos recomenzar de nuevo de la mujer».
El Papa hizo notar que, precisamente porque atenta contra ese deber de respeto, «toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer. La salvación para la humanidad vino del cuerpo de una mujer. De cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad».
Francisco ha lamentado la frecuencia con que «el cuerpo de la mujer se sacrifica en los altares profanos de la publicidad, del lucro, de la pornografía, explotado como un terreno para utilizar», y ha añadido que ese cuerpo «debe ser liberado del consumismo, debe ser respetado y honrado» en todas las circunstancias de la vida.
En esa línea, el Papa ha denunciado que «hoy, la maternidad también es humillada, porque el único crecimiento que interesa es el económico».
Esa humillación se vuelve a veces inhumana, pues «hay madres que se arriesgan a emprender viajes penosos para tratar desesperadamente de dar un futuro mejor al fruto de sus entrañas, y que son consideradas como números que sobrexceden el cupo por personas que tienen el estómago lleno, pero de cosas, y el corazón vacío de amor».
Comentando un pasaje del libro del Génesis, Francisco ha subrayado que «según la narración bíblica, la mujer aparece en el ápice de la creación, como resumen de todo lo creado. De hecho, ella contiene en sí el fin de la creación misma: la generación y protección de la vida, la comunión con todo, el ocuparse de todo».
Según el Papa, María es el mejor ejemplo pues «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Conservaba todo: la alegría por el nacimiento de Jesús y la tristeza por la hospitalidad negada en Belén; el amor de José y el asombro de los pastores⬦ Todo lo tomaba en serio y todo lo ponía en su lugar en su corazón, incluso la adversidad. Porque en su corazón arreglaba cada cosa con amor y confiaba todo a Dios».
Francisco ha insistido en que «conservar cosas en el corazón no es un buen gesto que la Virgen hizo de vez en cuando, sino un hábito. Es propio de la mujer tomarse la vida en serio. La mujer manifiesta que el significado de la vida no es continuar produciendo cosas, sino tomar en serio las que ya están».
Por eso ha aconsejado pedir a Dios precisamente esa gracia: «vivir el año con el deseo de tomar en serio a los demás, de cuidar a los demás. Y si queremos un mundo mejor, que sea una casa de paz y no un patio de batalla, debe importarnos la dignidad de toda mujer».
El 1 de enero es la Jornada Mundial de la Paz, y en ese contexto el Papa ha subrayado que «la mujer es donante y mediadora de paz y debe ser completamente involucrada en los procesos de toma de decisiones». Entre otros motivos, porque «cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra más unido y más en paz. Por lo tanto, una conquista para la mujer es una conquista para toda la humanidad».
Pasando de la perspectiva de la dignidad a la estrictamente religiosa, Francisco ha comentado que «María inauguró la revolución de la ternura. La Iglesia, mirando al Niño Jesús, está llamada a continuarla. De hecho, al igual que María, también ella es mujer y madre, y en la Virgen encuentra sus rasgos distintivos», concretamente la «llamada a acoger a cada hombre como a un hijo».
Por otra parte, según el Papa, «acercándose a María, la Iglesia se encuentra a sí misma, encuentra su centro y su unidad. En cambio, el enemigo de la naturaleza humana, el diablo, trata de dividirla, poniendo en primer plano las diferencias, las ideologías, los pensamientos partidistas y los bandos».
Es una anomalía particularmente fuerte en estos últimos años, y Francisco ha subrayado que «no podemos entender a la Iglesia si la miramos a partir de sus estructuras, programas, ideologías, tendencias o funciones: percibiremos algo de ella, pero no su corazón».
Y ha terminado su homilía invitando a todos los fieles a repetir juntos por tres veces el mejor título de la Virgen: «¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!».
Poco después, durante el rezo del Ángeles con decenas de millares de fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el Papa se ha referido al incidente provocado la noche anterior por una señora que le dio un inesperado tirón al que Francisco respondió propinándole dos fuertes palmadas en la mano. Todo duró unos breves segundos, y el Papa continuó saludando fieles y sonriendo como si no hubiese pasado nada.
Refiriéndose a ese momento, el Santo Padre ha comentado que «a veces perdemos la paciencia. También yo. Os pido perdón por el mal ejemplo que he dado ayer».