Estrés de fin de año: cómo sobrevivir hasta enero
Especialistas afirman que en esta etapa crecen las consultas por estrés y ansiedad y se complejizan los cuadros de quienes ya están en tratamiento, un clásico que se agravó este año por la situación sociopolítica y económica.
"Es el síndrome de los últimos cinco minutos del partido, en los que uno quiere meter todos los goles que no pudo hacer antes."
El psicólogo Alejandro Schujman usa esa figura para graficar lo que le ocurre a muchas personas y con diversos niveles de intensidad cuando diciembre empieza a correr.
El malestar crece, el cansancio se vuelve regla, la sensibilidad se intensifica, las ausencias se hacen más presentes y hay quienes a los que el peso de esa mochila se les vuelve insoportable. Especialistas afirman que en esta etapa se produce un aumento en las consultas por estrés y ansiedad y advierten que se complejizan los cuadros de quienes ya están en tratamiento, un clásico que se agravó este año por la situación sociopolítica y económica.
"En diciembre atiendo muchísimas más consultas, más urgencias. Los pacientes que venían bien durante el año se descompensan más y se ponen mucho peor", señala el psiquiatra Patricio Rey, jefe de derivación y orientación terapéutica y adolescencia del Hospital de Clínicas José de San Martín. La demanda, dice, crece tanto en las guardias como a nivel ambulatorio. Pero reconoce que al cóctel típico de todos los fines de año (los conflictos familiares, el peso de las ausencias, el balance) se le añaden en este en particular "la incertidumbre política y la pérdida de poder adquisitivo, así como el desempleo y el miedo a perder el trabajo. Tengo un montón de pacientes que han bajado su nivel de vida y eso genera un estrés terrible. La crisis impacta en la salud física y psíquica".
Y los síntomas del estrés se dan en ambos planos. "Pueden ser de dos tipos: somáticos o corporales, como el colon irritable, taquicardia, dolores, contracturas, trastornos del sueño, la sexualidad o la alimentación, es decir, cuando la ansiedad genera que los diferentes aparatos del organismo funcionen mal; o predominantemente psicológicos: ánimo deprimido, ansiedad y miedos, irritabilidad y algo de desmoralización", explica José Bonet, responsable del Consultorio de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento del Estrés Mental de la Fundación Favaloro, donde también reciben una mayor demanda en esta época.
¿Por qué repercute en el cuerpo? Patricio Rey explica que en psiquiatría se considera al estrés patológico como la "manifestación física del miedo", porque el miedo (ante una amenaza que se percibe como real) activa el eje de estrés y eso se somatiza. Se vive en una especie de alerta permanente. "Es como querer estar cocinando una torta mientras un tigre nos quiere comer", ejemplifica la psicóloga.
"El estrés y la ansiedad vienen de la mano. La ansiedad es el exceso de ansias depositado en alguna porción en particular de nuestras vidas. El estrés es el equilibrio entre las demandas del afuera y del adentro y los recursos para hacerle frente a eso. Si nos sentimos muy desbalanceados en relación a las demandas nos estresamos, porque sentimos que no podemos dar respuesta. La curva saludable del estrés es carga, descarga, relajación", dice Schujman.
A largo plazo, el estrés crónico puede originar enfermedades cardíacas, psiquiátricas (trastornos de ansiedad, fobias, adicciones, depresión), metabólicas, inflamatorias, inmunológicas. "Es el costo que paga el organismo por estar adaptado por mucho tiempo a situaciones para las cuales no viene preparado", dice Bonet. Y todo lo preexistente también empeora con el estrés, ya sea la salud mental, las cardiopatías, enfermedades respiratorias (EPOC, asma), gastrointestinales, entre otras.
Ahora bien, más allá del estrés sostenido en el tiempo (crónico y, por lo tanto, patológico), que requiere atención para reducir el impacto en la calidad de vida y sus consecuencias más severas, ¿existe un “estrés de diciembre”?
López Rosetti afirma que se trata de un “período especial con características reales” que lo hacen un mes particular para todos. “El ser humano tiene ritmos biológicos, pero también sigue ritmos psicosociales que afectan a la sociedad en su conjunto. Existen los meses, los períodos vacacionales, las obligaciones de fechas, los días festivos, los días religiosos. La precipitación de acontecimientos convierte al fin de año en un momento de carga, de obligaciones, que se suman a todo lo que se acumuló en el año”, explica. No obstante, aclara que la afectación que produce depende de cada persona, porque el estrés es un fenómeno de percepción individual.
Los especialistas coinciden en los principales factores que convierten a diciembre en un mes particularmente convulsionado: los cierres reales (el ciclo escolar, laborales) que implican una sobreexigencia, pero también los mentales (el famoso “balance de fin de año”), el aumento de la interacción social, la proximidad de las vacaciones.
“Todos estos factores juntos va generando en las personas cierto grado de ansiedad. La persona que ha venido más o menos estable durante el año, incrementa un poco los niveles de estrés pero puede surfearlo en mayor o menor medida. La que entra en eclosión es aquella que viene con mucha carga emocional, o de trabajo, o de estrés familiar y se le junta todo esto extra como un bonus que se transforma en un cóctel explosivo”, comenta Martín Reynoso, psicólogo especializado en mindfulness y director de Train Your Brain Argentina.
(El Litoral de Corrientes )