La ONU pide acceder a la región etíope de Tigray para comprobar si se han cometido crímenes de guerra
Desde el pasado noviembre, cuando comenzaron las hostilidades, las noticias sobre matanzas en esta provincia del norte del país africano hacen temer por la situación de los civiles.
La Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, ha pedido a Etiopía que permita el acceso de investigadores a la región de Tigray, en el norte del país, donde se sospecha que el Ejército etíope, el Ejército eritreo y el Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT) han cometido crímenes de guerra. A principios de noviembre, el presidente etíope y nobel de la Paz, Abiy Ahmed Ali, ordenó un ataque contra la provincia, controlada por la milicia del FPLT.
«Las víctimas y los supervivientes de esas violaciones no deben ver negados sus derechos a la verdad y la justicia», exigió Bachelet, al conocerse el anuncio de las pesquisas.
«Se siguen compartiendo informes profundamente angustiantes sobre violencia sexual y de género, ejecuciones extrajudiciales, destrucción generalizada y saqueos de propiedad pública y privada por todas las partes», añadió la Alta Comisionada, lamentando que los combates siguen en Tigray.
Lo cierto es que la iniciativa de la ONU llega después de una sucesión de noticias inquietantes. Hace más de una semana, el diario estadounidense ��The New York Times�" se hizo eco de un informe de inteligencia de Estados Unidos, que afirmaba que en Tigray se estaba llevando a cabo un proceso de ��limpieza étnica�".
Según ese documento, ��pueblos enteros estaban siendo severamente dañados o completamente destruidos�".
Por su parte, la organización Amnistía Internacional también denunciaba hace unos días que las tropas eritreas habían asesinado a unos 240 civiles en la ciudad de Axum, incluyendo ��ejecuciones extrajudiciales, bombardeos indiscriminados y saqueos�", entre otras violaciones de los derechos humanos.
Conflicto étnico
«Las fuerzas de Tigray también están perpetrando masacres. Es como el típico conflicto africano, donde ambas partes son culpables de barbaridades», añade al otro lado del teléfono Dagauh Komenan (Costa de Marfil, 1989), historiador especializado en África. «A principios de noviembre, mataron a 600 civiles en Maikandra», recuerda, sobre los crímenes del FPLT en esa localidad, habitada por las etnias amhara y wolkaits, y denunciados por la Comisión de Derechos Humanos Etíope (CDHE).
«Etiopía es uno de los países más atípicos de África, porque no ha conocido la colonización como tal. Durante mucho tiempo, estuvo bajo un régimen socialista: desde 1975, con la caída del emperador Haile Selassie, a 1991. A partir de entonces, hubo una apertura al modelo liberal.
En el 1994, el país se convirtió en un estado federal, con base étnica», detalla Komenan, que sitúa en las diferencias de ese tipo, más que en las religiosas, el origen del conflicto.
«Ahí surgió el principal problema, porque los tigray suponen el 6 por ciento de la población. Sin embargo, el ex primer ministro Meles Zenawi, que gobernó entre 1995 y 2012, procedía de esa provincia, por lo que la favoreció especialmente», añade.
Miles de muertos y desplazados
El pasado noviembre, el presidente Abiy ordenó el inicio de la ofensiva, después de que Tigray celebrara elecciones regionales, a pesar de que Adis Abeba había ordenado que se pospusieran debido a la pandemia Covid-19.
Las tensiones venían de antes, pues el FPLT recibió con desagrado la firma de un acuerdo de paz entre Etiopía y Eritrea, rubricado en septiembre de 2018. Como resultado, alrededor de 52.000 personas han muerto estos meses, según fuentes opositoras de Tigray, y unas 49.000 han huido a Sudán, según ACNUR.
Situada en el norte de Etiopía, en la frontera con Eritrea, la región de Tigray, que recibe el nombre del mismo grupo étnico que la habita, es de mayoría cristiana.
Su importancia histórica es notable, pues su territorio se corresponde con el antiguo Reino de Axum, uno de los primeros en abrazar, desde el siglo IV después de Cristo, la religión predicada por Jesús de Nazaret. Sus iglesias, excavadas en piedra, son de las más hermosas del mundo. ABC