Los beneficios de «bañarse» entre los árboles
Reduce el estrés, la presión sanguínea, estimula el sistema inmunitario y aumenta la producción de proteínas anticancerígenas
En un país con 5.000 kilómetros cuadrados de bosque y en una cultura donde cada árbol tiene un significado y una utilidad, la conexión con la naturaleza es una filosofía de vida. En Japón son más de dos millones las personas que realizan Shinrin Yoku, una práctica milenaria que literalmente quiere decir «baños de bosque» y que, al día de hoy, ya se extiende por otros países. Porque además de una filosofía, los beneficios para la salud han sido constatados científicamente y se prescribe desde los sistemas de salud: estimula el sistema inmunitario, reduce el estrés, la presión sanguínea, aumenta la concentración, mejora el humor, la autoestima...
«Es una práctica contemplativa con la que se estimulan todos los sentidos para experimentar los beneficios de los espacios naturales y el contacto con los árboles. No se trata ni de una actividad de senderismo ni tiene el objetivo de descubrir el bosque como entorno natural, sino de establecer una conexión. Y aunque viene de Japón, son muchas las culturas que desde el principio de los tiempos integran esta curación a través de la naturaleza», explica Alex Gesse, guía certificado del Forest Therapy Institute y creador en España del Instituto de Baños del Bosque.
«Cuando estamos en un lugar natural sentimos que nos relaja. Pero va más allá de una sensación, ya que se ha demostrado científicamente que los árboles liberan componentes orgánicos volátiles denominados fitoncidas para protegerse de hongos, bacterias e insectos, capaces de provocar cambios hormonales que benefician a nuestra salud», explica este experto. Estas sustancias son mediadores cerebrales que aumentan la serotonina y regulan la noradrelanina y los estudios al respecto son numerosos: científicos de la Universidad de Bristol inyectaron a ratones una sustancia que respiramos en el bosque y que se encuentra en su suelo, la Mycobacterium vaccae, y pudieron comprobar que su sistema inmunológico se potenciaba. Otra investigación de la universidad japonesa de Mie señala que la fragancia cítrica de la fitoncida D-limoneno es más efectiva que los antidepresivos para asegurar el bienestar emocional en pacientes con trastornos mentales. Y también se ha comprobado que cuando paseamos en espacios naturales se reduce la concentración de cortisol en la saliva, hormona asociada al estrés y la ansiedad.
Pero además, el doctor Qing Li, inmunólogo y director de la Sociedad japonesa de Medicina Forestal asegura tras sus investigaciones que el Shinrin Yoku potencia el sistema inmunitario aumentando la producción de proteínas anticancerígenas y el número de células NK, un tipo de glóbulos blancos que pueden atacar y destruir células no deseadas como las tumorales. Unos interesantes resultados, ya que han comprobado que las personas con una mayor actividad de estas células una menor predisposición al cáncer.
Dos horas y media
Estos paseos por el bosque cuando se trata de una actividad organizada tienen una duración media de unas dos horas y se recorren unos dos kilómetros por rutas poco transitadas en las que se busca la circularidad. También es preferible que el terreno no presente desniveles, que sea seguro y no demasiado emboscado, además de diversidad de ambientes y, mucho mejor, si en él hay fuentes de agua. Lo ideal para iniciarse es hacerlo acompañado de un guía acreditado, pero luego también se pueden realizar de manera individual y por cuenta propia. «Se recomiendan dos horas y media a la semana, pero también se puede practicar media hora cada día y, aunque recomiendan que los bosques más adecuados son aquellos con alta densidad y en los que buena parte de los árboles superen los cien años, lo cierto es que también se puede practicar en cualquier espacio verde y frondoso, incluso en parques urbanos», puntualiza Gesse quien explica que «un baño del bosque es una experiencia diferente para cada persona. Es una vivencia individual donde cada uno hace lo que siente para conectar, sentarse junto a un árbol, tocar una piedra, acariciar una hoja, quedarse quieto y respirar... Se trata de sentirse uno mismo, sacar el lado más natural y olvidarse de los problemas, de móviles y del frenético ritmo del día a día». Desde el Instituto de Baños del Bosque también se organizan (por todo el mundo) talleres para aprender las técnicas para conectar con la naturaleza, prácticas terapéuticas para mejorar la salud, física e inmunológica. Además, se forma a especialistas en terapia de bosque, una intervención basada en la naturaleza pero enfocada en problemas específicos de salud mental, en la que colaboran con otras instituciones y organizaciones. En ella se tiene en consideración las necesidades específicas de las personas que experimentan estas dificultades y busca aliviar la angustia y reparar el daño a la salud mental y física causado por ellas. «Promovemos programas de salud y bienestar basados en el bosque y la naturaleza como servicios de ecosistemas sostenibles para beneficiar tanto al planeta como a las personas», sentencia este especialista en terapia forestal.
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