No son tan contaminantes ni tienen la cafeína que dicen
El consumo de cápsulas de café se ha multiplicado en los últimos años, lo que ha derivado en una serie de conclusiones inesperadas.
Las cápsulas de café es un imprescindible para muchos habitantes, incluso un elemento de obligatoria presencia en la lista de la compra hasta el punto de que le ha ganado el pulso al resto de tipos. Eso le ha colocado en el foco de la polémica, especialmente cuando se cuestionó el impacto en la huella de carbono que provocaba su fabricación, pero ahora se ha determinado que la cafeína que predican no es la que en realidad tienen.
Un estudio publicado en Nutrition and Health ha revisado las cápsulas de Nespresso, los grandes dominadores del mercado de estas monodosis, y los distintos tipos y variedades de café que ofrece. En todos ellos ha detectado una realidad: entre la cantidad de cafeína de la que informan y la que realmente tiene cada una de sus cápsulas hay una gran variación.
Hay muchos factores que intervienen en la cantidad de cafeína, como las variedades utilizadas, el grado de tueste, la forma de preparación o el formato de presentación. En las cápsulas de Nepresso, las de Espresso tienen entre 55 y 65 mg de cafeína mientras que las Lungo tienen entre 77 y 89 mg.
Las conclusiones estiman que la variación de cafeína ha llegado a oscilar entre 19 y 147 mg, lo que representa un cambio de entre el 51 y el 162 % de lo que realmente publicitan. Esto no implica que la marca esté mintiendo como tal.
Según Mario Sánchez, un divulgador y tecnólogo de los alimentos con mucho predicamento en las redes, «es muy complicado garantizar un nivel constante de cafeína» debido a los factores antes señalados. «Pasa algo parecido en todas las industrias alimentarias en las que es complicado que haya la misma cantidad en todos los productos unitarios, en todos los lotes, que la cantidad sea la misma. Siempre hay una horquilla», explica.