Pérez Reverte y un homenaje a Sherlock Holmes
La novela de enigma tiene la atractiva particularidad de introducir información en dosis homeopáticas por parte del investigador, a veces también, narrador, a medida que transcurre la pesquisa de determinar el cómo, el cuándo y el quién de un hecho policial ya concretado.
El género, una variante del policial, ha tenido un maestro creador, Edgar Allan Poe y su libro “Los crímenes de la calle Morgue” en 1984, y varios intérpretes que lo consolidaron, sobre todo hacia finales del siglo XIX y principios del XX, como Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, G.K.Chesterton y el colectivo Ellery Queen. Y Dashiell Hammett o Raymond Chandler, más acá en el tiempo.
De igual manera, en Argentina, se considera que el género se inició con “El enigma de la calle Arcos” de Saulí Lostal (un seudónimo), libro que algunos atribuyen a Jorge Luis Borges. Inicialmente se había publicado como folletín en la Revista Multicolor de los Sábados del diario Crítica, durante los meses de octubre y noviembre de 1932. Por otra parte, Borges firmó con Bioy Casares, en 1942 “Seis problemas para don Isidro Parodi” y Leonardo Castellani, Manuel Peyrou y Enrique Anderson Imbert, entre otros se sumaron al género.
Arturo Pérez Reverte, que años anteriores había publicado bajo el mismo género, “La tabla de Flandes” y “El Club Dumas” (del cual vendió más de 2 millones y medio de ejemplares), establece en “El problema final”, su libro más reciente, lo que él mismo afirma como un “duelo de inteligencia entre autor y lector”, y desarrolla el enigma de la habitación cerrada con una muerte supuestamente imposible y un investigador impensado, impulsado por las circunstancias.
En junio de 1960, en una isla imaginaria, Utakos, que el autor ubica cercana a Corfú, frente a la costa noroeste de Grecia y perteneciente al grupo denominado “Islas Jónicas”, nueve personas se encuentran alojados en el hotel Auslander: “una villa del siglo XIX con espléndidas vistas a la costa de Albania y al relieve montañoso de Corfú”, según describe Pérez Reverte, casi al comienzo de su relato.
Una turista inglesa aparece muerta en una habitación cerrada y se suma un temporal que hace imposible entrar o salir de la isla. De forma tal que la policía no puede acceder y todos los restantes habitantes se transforman en sospechosos. En un más que atractivo giro, uno de ellos es Hopalong Basil, un actor que había interpretado en cine quince veces a Sherlock Holmes, lo que a criterio de algunos huéspedes lo hace ideal para encarar la investigación hasta que pueda arribar la policía.
Hay numerosas novelas que transcurren en ámbitos cerrados y lugares inaccesibles donde aparecen personas asesinadas. “Eran diez indiecitos” o “Muerte en el Nilo” de Agatha Christie, son ejemplos de ello, como algunas historias de Gastón Leroux y de Chesterton.
Pérez Reverte que ha manifestado repetidamente su admiración por Joseph Conrad y las novelas de aventuras, acometiendo, entre otras, la zaga del Capitán Alatriste y sus siete novelas, tambien ha afirmado: “considero que Sherlock Holmes, con Don Quijote y con los tres (cuatro) mosqueteros son los personajes más grandes, fascinantes y originales de la literatura universal”. Incluso ha dicho que “El perro de los Baskerville” es su preferido.
El apellido del personaje principal Basil es un homenaje más que evidente a Basil Rathbone, actor que le dio rostro e imagen a Sherlock Holmes en catorce películas, entre 1939 y 1946, además de ser un espadachín en películas de aventuras. En la trama se le suma como un Watson, Paco Foxá, un escritor español de novelas baratas, “de kiosko” (una alusión a los escritores que prolíficamente publicaban historias policiales, de western o bélicas en las décadas de los ´50, ´60 y ´70 -en este caso como lo ha expresado, un homenaje al escritor catalán José Mallorquí Figuerola-).
La novela, transcurre reposada y tranquilamente, con un desarrollo idóneo y adecuado a partir de un protagonista que, consciente o no, interpreta el papel que estaba acostumbrado a desarrollar en el cine. Basil enuncia frases de los papeles que interpretó como Holmes. El autor invita al lector a formar parte de las deducciones que se van materializando y a ser cómplice de los investigadores. Es un desafío a la inteligencia y está escrito siguiendo un plan deliberado, no dejando cabos sueltos.
Pérez Reverte ha hecho una reivindicación de la ficción, al decir que es la mejor manera de contar la realidad, que crea sus propios mundos autónomos e independientes, y ello se ve en esta historia que, además, es un homenaje tanto a escritores como Graham Greene o los del género de enigma como al cine de misterio y aventuras de la época dorada de los estudios de Hollywood.
Por otra parte, “El problema final” es el nombre de un cuento de Arthur Conan Doyle con su personaje Sherlock Holmes publicado en The Strand Magazine en diciembre de 1893 y luego incluido en el libro “Las memorias de Sherlock Holmes”. The Strand Magazine fue una publicación de cuentos y artículos de interés general, entre 1891 y 1950, en el Reino Unido y en la cual escribieron, entre otros, además de Conan Doyle, Agatha Christie, H.G. Wells, Rudyard Kipling, Georges Simenon y Winston Churchill.
En el cuento, que es homónimo con el libro de Pérez Reverte, pero no concuerda la historia, hay una disputa entre Holmes y el profesor Moriarty. El autor da a entender que Holmes muere. El reclamo de los seguidores del investigador, llevaron a Conan Doyle a publicar nuevas historias posteriormente, que podían interpretarse como sucedidas en una etapa anterior. En el año 2022, en Inglaterra se representó una obra teatral basada en el cuento “El problema final” de Conan Doyle.
Volviendo al libro de Pérez Reverte, es más que un interesante ejercicio de agudeza mental y de disfrute sensorial. La fluidez con que trata a la trama y los sucesivos guiños a libros y películas no hacen más que conformar una atrayente convocatoria a la lectura y al goce.