Por qué el miedo no siempre es malo y cómo puede ayudarte
Todas las emociones tienen una función y ante un peligro adaptamos la estrategia oportuna para sobrevivir.
Dijo Dale Carnegie que la forma más rápida y segura de vencer el miedo es seguir haciendo eso que nos lo produce, y es que el miedo puede salvarnos la vida en caso de amenaza o peligro real pero también puede paralizarnos y limitar nuestra vida si obedece a una causa irracional, infundada o difusa. En este último caso, según la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, dejar de temer equivale a abrirle las puertas a la felicidad.
Y cuando hablamos de miedo no nos referimos solo al primer miedo que sentimos en la niñez por si el famoso hombre del saco venía a buscarnos o si alguien, debajo de nuestra cama, salía a por nosotros, sino a todos los miedos que nos inmovilizan mentalmente y no nos permiten avanzar. En palabras de la psicóloga Beatriz, el miedo es la emoción que se experimenta ante un peligro real, inminente o imaginario, que se vive como arrollador, y es activado por amenazas a nuestra seguridad física, en primer lugar, aunque también, por la amenaza a personas queridas o a otras personas por razón de la empatía. Y puede experimentarse ante un riesgo imaginario o un peligro potencial producto de la imaginación, entre otros.
«La falta de reconocimiento, respeto o valoración causan una herida emocional profunda e incrementan el miedo a la soledad».
Beatriz Gil Bóveda, Psicóloga.
«El miedo a perder la vida y el miedo al objeto que lo pueda provocar (una persona, animal, terremoto, inundación o un virus desconocido como la situación actual que estamos viviendo, etc.) son fuentes primarias de miedo», comenta.
Aunque existe un miedo diferente por cada persona del mundo estos son los seis miedos universales:
- Miedo a la enfermedad. La enfermedad o la pérdida de salud, es algo que nadie desea, por lo que es uno de los miedos más comunes, relacionado con el temor a la muerte.
- Miedo a la muerte. Tememos dañar nuestro organismo o generar alguna condición que altere su buen funcionamiento. Por eso nos alejamos de los sitios sucios o peligrosos.
- Miedo a la mutilación. Relacionado con el miedo a la muerte, el miedo a la mutilación forma parte del instinto fundamental de preservar nuestra unidad e integridad como seres humanos. Por ello, a veces tenemos miedo a ciertos instrumentos, como agujas o cuchillos.
- Miedo a la pérdida de autonomía. Se refiere al temor a perder la libertad, la capacidad de decidir nuestras acciones o pensamientos.
- Miedo a la soledad. El temor a la soledad es uno de los miedos más frecuentes. Existen varias situaciones que nos ponen en alerta, como el rechazo o el desprecio. Son una señal de que podemos perder el vínculo con el grupo.
También, la falta de reconocimiento, respeto o valoración causan una herida emocional profunda e incrementan el miedo a la soledad.
La envidia y los celos están muy relacionados con el temor a la soledad. Al sentir envidia creemos que seremos devaluados y/o «eliminados», en función de los atributos de otro. Y cuando sentimos celos, tenemos miedo al abandono.
- Miedo a sentirnos humillados/hacer el ridículo. La forma más habitual de afrontar el miedo es la huida o evitación de la situación peligrosa, siempre que sea posible. Si esto no es posible, el miedo motiva a afrontar el peligro.
«Ante la experiencia de miedo el organismo reacciona rápidamente, movilizando una gran cantidad de energía».
Beatriz Gil Bóveda, Psicóloga.
«Todas las emociones tienen una función y ante un peligro adoptamos la estrategia oportuna para sobrevivir, que normalmente suele ser huir del peligro si es posible», manifiesta. También cuenta que ante la experiencia de miedo el organismo reacciona rápidamente, movilizando una gran cantidad de energía. Son muy violentos, muy súbitos, muy intensos y rápidos y producen mucho malestar. Cuando el miedo es muy intenso se puede producir un trastorno de ansiedad o de pánico, y entre los síntomas podrían producirse:
· Palpitaciones.
· Sensación de falta de aire, de no poder respirar.
· Sensación de taquicardia, de opresión en el pecho.
· Sudoración.
· Náuseas.
· Dolor de tripa.
· Sensación de mareo.
Cómo vencer el miedo
Perder el miedo no solo es sinónimo de superación personal, también supone un avance en nuestra vida, puertas que se abren y preocupaciones que dejamos atrás: «El miedo nos mantiene alerta, intensificando nuestros sentidos, y eso nos permite prepararnos mejor ante un peligro, guiando nuestra respuesta de lucha o huida. Además, nos ayuda a sentirnos seguros y vivos y es el responsable (en gran medida) de la supervivencia de uno mismo. Es necesario para evitar situaciones de riesgo y peligro», cuenta la psicóloga.
Según Beatriz Gil Bóveda (@psique.cambio) habría cuatro técnicas infalibles para, si no hacerlo desaparecer, al menos reducir el miedo:
- Técnicas de respiración como la profunda, que puede ayudar y mucho. «Toma aire por vía nasal, mantenlo en los pulmones y finalmente suéltalo con suavidad por la boca. Cada uno de los pasos ha de durar alrededor de cuatro segundos», aconseja la experta.
- Visualización guiada. «Es de mis favoritas y consiste en una técnica para situarnos en un escenario mental agradable, que consigue tranquilizarnos y evadirnos de la ansiedad», recomienda.
- Practica meditación o mindfulness. La psicóloga recomienda la aplicación de Calm donde puedes comenzar con meditaciones guiadas cortitas.
Por tanto, enfrentarte a tus miedos es una gran manera de vencerlos. Te hará más fuerte y resiliente, aprenderás de los errores y aumentará tu autoconfianza para continuar luchando por tus sueños y ser tu mejor versión. ABC