SARMIENTO EN UN NUEVO ANIVERSARIO
Domingo Faustino Sarmiento nació en San Juan el 15 de febrero de 1811. Como la fecha fue casi exactamente nueve meses despues de formarse la Primera Junta en Buenos Aires, no faltó quien dijera que fue engendrado al calor y el entusiasmo de sus padres, al conocer los sucesos de mayo de 1810.
Siempre me ha gustado leer biografías de grandes hombres de la historia.
De muy joven leí dos libros sobre la vida de Domingo Faustino Sarmiento: uno escrito en sentido laudatorio �SEl Profeta de la Pampa⬝ de Ricardo Rojas.
El otro, más bien en tono crítico: �SVida de Sarmiento⬝, del nacionalista católico Manuel Galvez.
Sea a través de la lectura de uno u otro, la personalidad de Sarmiento me resultaba fascinante.
Casa natal
INFANCIA Y JUVENTUD
Es un verdadero misterio, como un chico nacido a principios del siglo 19, en un hogar pobre, de una provincia como era San Juan entonces, atrasada y marginada de los grandes centros, pudo superar tales limitaciones y llegar a ser lo que fue.
No tuvo Domingo oportunidad de estudiar, más allá de la escuela primaria.
Carecía de recursos para acceder a estudios superiores.
Y, cuando se presentó alguna vez la oportunidad de una beca, alguien con mejores cuñas o contactos se la sustrajo.
Las dificultades y vicisitudes de su infancia y juventud las narra Sarmiento, magistralmente, en su �SRecuerdos de Provincia⬝.
Se formó como autodidacta, a los ponchazos: trataba de aprender el inglés, sin profesor, sólo con un diccionario y una gramática.
Y se hizo enseñar el francés por un ex-soldado de Napoleón, que no se sabe cómo ni por qué había ido a parar a esa olvidada provincia.
Como tenía que trabajar en una tienda para ganarse la vida, se hacía despertar antes del alba para poder estudiar.
Muy joven, tratando de sacudir la modorra y monotonía provinciana, junto a otros muchachos sanjuaninos fundó un periódico local �SEl Zonda⬝.
Lo que escribía no gustó a los mandones de la época: era el tiempo de la dictadura de Rosas y sus seguidores provincianos, como Benavídez en San Juan. El joven Sarmiento fue arbitrariamente encarcelado. Y luego desterrado a Chile.
�SNo se matan las ideas⬝ escribió encima de unas piedras antes de marcharse forzadamente. Quizá el primer �Sgraffiti⬝ de la época.
EL EXILIO Y EL �SFACUNDO⬝
En Santiago de Chile tuvo una prolífica actividad en el periodismo. Fundó el diario que, hasta hoy, es el más importante de Chile �SEl Mercurio⬝.
No sólo eso, se ocupó en la enseñanza y también actuó en política.
Escribió un �SMétodo de Lectura Fácil⬝, donde para simplificar, proponía eliminar la �Sh⬝ muda, la �Sq⬝ , la �Sz⬝ y la �Sv⬝. Se escribiría, por ejemplo, �Sciero comer uebos⬝.
Hacia 1840 dio luz a su máxima creación: un libro notable, el �SFacundo⬝, pretendiendo ser un alegato contra la tiranía rosista, en realidad se transformó, aparte de un interesante trabajo sociológico, en una pintura hermosa y elocuente de La Pampa, su geografía, su naturaleza y tipos humanos. Jorge Luis Borges decía que debía ser nuestro libro nacional, en vez de el �SMartín Fierro⬝.
Se reprocha a Sarmiento ciertas enormidades que escribió al fragor de la lucha, por ejemplo eso de �Sabonar el suelo con sangre de gauchos⬝.
Es cierto, escribió eso y otras cosas duras contra los gauchos, los indios o los negros. Pero muchos otros que decían defender al gaucho no hicieron ni la décima parte de lo que hizo él para mejorar la condición social y educacional de los de abajo.
A muchos caudillos les interesaba el gaucho, pero sólo para usarlo como carne de cañón.
Además, hay que leer sus libros (el �SFacundo⬝ debiera ser lectura obligatoria en las escuelas), para apreciar que en sus páginas, aparte del alegato político, subyace un innegable amor a la tierra y a la gente.
EL RETORNO Y LA ACCI�N
Cuando Urquiza se pronunció contra Rosas, Sarmiento se apresuró a volver de su largo exilio.
Formó parte del Ejército Grande como �Sboletinero⬝.
El quería ser militar pero Urquiza le dijo �Scada cual en lo suyo, señor Sarmiento⬝.
Peleó en la batalla de Caseros, y fue el primero en ocupar la residencia de don Juan Manuel en Palermo, en cuyo escritorio escribió el último parte de guerra.
Después, se peleó con Urquiza, discutió con Alberdi, ingresó de lleno a la política porteña, donde a raíz de sus proyectos para modernizar el país, su obsesión por fundar escuelas y sus duras polémicas con diversos personajes, donde su lenguaje sin concesiones, llamaba al �Span, pan y al vino, vino⬝, hizo que lo trataran de �Sloco⬝ y le hicieran mil y una zancadillas.
Finalmente, para alejarlo del escenario de las luchas, el presidente Bartolomé Mitre lo mandó a Estados Unidos como embajador.
Allí tomó contacto con intelectuales y educacionistas e imaginó un plan para traer un contingente de maestras norteamericanas.
Un grupo de jóvenes encabezados por Lucio V. Mansilla, amigo de su hijo Dominguito, muerto en la Guerra del Paraguay, lanzó un poco en broma la candidatura de Domingo Sarmiento a Presidente. Lo curioso es que, contra lo que se esperaba, la postulación cobró enorme fuerza.
Y finalmente, por una combinación de casualidad, suerte y una serie de coincidencias, felices unas, desgraciadas otras, salió electo.
EN EL GOBIERNO
Ni bien regresó al país y asumió su alto cargo, mandó a hacer un censo: Se concretó en 1869: Los argentinos eran por entonces 1.836.490, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires. 5% era indígena y 8% europeo. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población.
Pero esto era lo peor: cerca del 80% de la población no sabía leer ni escribir.
Conocido esto, Sarmiento reunió a sus ministros. Les informó los datos, y les dijo:
�SSeñores: un pueblo ignorante elegirá siempre a Rosas. Hay que educar el soberano. Hay que hacer de la República una gran escuela⬝.
Las escuelas fundadas durante su presidencia rondaban el millar. Al ocupar la Presidencia había aproximadamente 30.000 chicos en las escuelas. Al terminar su mandato, en 1874, el número sobrepasaba los 120.000.
Procurando crear un ejército y armada profesional, creó la Escuela Naval y el Colegio Militar.
Sarmiento había aprendido en los EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un país extenso como el nuestro. Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables telegráficos y en 1874, poco antes de dejar la presidencia pudo inaugurar la primera línea telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó particularmente por la extensión de las líneas férreas: de 573 Km. pasó a 1400 Km.
Los barcos a vapor surcaban los ríos. La agricultura y la industria recibieron un gran impulso. Se realizó, con gran éxito en Córdoba, la primera Exposición Industrial.
Creó la contaduría nacional y el Boletín Oficial.
Argentina era por entonces un inmenso país despoblado: el gobierno de Sarmiento fomentó la inmigración y miles de europeos comenzaron a venir a estas tierras. En pocos años la población se triplicó.
LAS IDEAS POLÍTICAS SARMIENTISTAS
Sarmiento había llegado al poder sin partido: el mitrismo liberal le hacía una oposición enconada, en el Congreso y la prensa.
Las diferencias eran de concepciones: Mitre era un admirador del sistema inglés, tanto en la política como en economía. Sarmiento en cambio simpatizaba más bien con el concepto moderno de democracia que se practicaba en Estados Unidos.
Si bien Sarmiento provenía del bando unitario, su aguda observación de los Estados Unidos y el dinámico sistema federal vigente en el país del Norte, lo transformaron en un ferviente admirador del �Sfederalismo⬝. No de un partido o fracción, sino de un sistema de gobierno.
SARMIENTO Y URQUIZA
Para contrarrestar la oposición furibunda de los liberales porteños, Sarmiento buscó un acuerdo, una alianza con los �Sfederales⬝ del interior.
Urquiza era el jefe reconocido de los federales. Y Sarmiento acompañado de calificada delegación, vino con ese objeto a Entre Ríos.
Hubo fiestas, bailes y una calurosa recepción en el Palacio San José: los dos hombres, otrora tan enemistados, ahora se entendían a la perfección: �SSe que Entre Ríos se ocupa de las escuelas. Ayúdelas, en su nombre y el mío⬝, decía Sarmiento en carta a Urquiza.
Sarmiento acordó con Urquiza la fundación de escuelas -la más importante la Escuela Normal de Paraná- la venida de un contingente de educadoras norteamericanas a Entre Ríos, la extensión del ferrocarril y el telégrafo a la Provincia. Pero, lo más importante: un acuerdo político que fusionara las fuerzas de uno y otro, transformando al Federalismo en el partido oficial. Pocos conocen que, entre otras cosas, se acordó entonces la posibilidad de trasladar la capital a Rosario, en Santa Fé, o a otro punto en la provincia de Córdoba, hablándose de Río Cuarto.
El acuerdo Sarmiento-Urquiza pudo general inmejorables condiciones para el desarrollo armónico y equilibrado del país.
EL ACUERDO FRUSTRADO
El levantamiento de López Jordan, en abril de 1870, el asesinato de Urquiza y la cruenta guerra desatada, frustraron lamentablemente estas posibilidades: El cambio de capital quedó definitivamente postergado. La inauguración de la línea ferroviaria a Federación y la apertura de la Escuela Normal de Paraná, se retrasaron casi tres años. Las docentes norteamericanas no pudieron desembarcar en Paraná. Los 80.000 inmigrantes catalanes, excepcionalmente aptos para la agricultura, no vinieron. Entre Ríos fue intervenida, quedó postrada y desangrada. Y nunca más volvió a ser la segunda provincia de la República.
En lo que se considera algo así como su �Stestamento⬝ dijo Sarmiento:
�SNacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre mucho indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque ere bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas⬝.
UNA AN�0CDOTA
Cuando terminó su gobierno, el nuevo presidente Nicolás Avellaneda le preguntó que quería ser. Sarmiento le contestó �SNómbreme inspector de escuelas⬝. Sorprendido, Avellaneda complació su deseo. En una de las primeras visitas a una escuela, Sarmiento le reprochó al maestro que los alumnos no sabían escribir correctamente. El maestro le contestó que no era tan importante.
Sarmiento fue al pizarrón y, delante de todos los chicos, escribió:
�SEl maestro dice: el sr. Inspector es un burro⬝.
El maestro dijo entonces: �SSr Sarmiento, yo no dije eso de usted⬝
Entonces Sarmiento corrigió:
�SEl maestro, dice el sr. Inspector: es un burro⬝
¿Ve señor maestro la importancia de escribir correctamente?
Asociación �SJusto J. de Urquiza⬝
Concordia (E.R.)