Simone Veil, la mujer que configuró la lucha por los derechos en el Siglo XX
El siglo XX ha estado signado por la crueldad de la guerra y la lucha por derechos. Ha sido un tiempo de proyectos políticos violentos, despiadados y brutales. Y fue también el tiempo, cuando las mujeres -sobre todo- plantearon la disputa por el reconocimiento a sus derechos.
Simone Annie Veil (nacida Jacob) fue hija de un arquitecto francés de origen judío y nació el 13 de julio de 1927, en Niza. Vivió en esa localidad marítima del Sur de Francia, junto a sus padres y dos hermanas y un hermano, hasta que en marzo de 1944 fueron todos deportados al campo de concentración nazi de Auschwitz, previo paso de las mujeres por el campo de deportación de Drancy, cerca de Paris.
La madre de Simone murió de tifus en el campo de concentración y el padre y el hermano fueron asesinados en Lituania, donde habían sido trasladados.
Cuando el campo fue liberado el 15 de abril de 1945, Simone regresó a Francia y comenzó sus estudios de Derecho en la Universidad de París y luego en el Instituto de Estudios Políticos. Este Instituto, uno de los más prestigiosos para ciencias políticas y estudios internacionales, es en el que se capacitan los políticos y dirigentes franceses, de forma tal que 7 presidentes y 13 primeros ministros de ese país cursaron su carrera en el Instituto. De igual forma, jefes de estado extranjeros, miembros de la élite económica y política también han pasado por sus aulas.
En ese Instituto Simone conoció a Antoine Veil, quien sería su esposo y de quien tomaría el apellido con la que luego sería conocida mundialmente. Ya casada, y con su título de abogada, aprobó el examen para convertirse en magistrada y a partir de 1956 ocupó un alto cargo en la Administración de la Penitenciaría Nacional, donde mejoró las condiciones de tratamiento y alojamiento en las cárceles de mujeres.
Al comienzo de la década del ´60 luchó por los derechos de los argelinos perseguidos por el ejército colonial francés. Más adelante, fue directora de asuntos civiles del Ministerio de Justicia, procuró y consiguió mejorar los derechos de las mujeres. Entre ellos, el acceso al doble control parental de los asuntos legales de la familia y los derechos de adopción para las mujeres.
En los gobiernos de los primeros ministros Jacques Chirac y Raymond Barre, fue ministra de Salud, Seguridad Social y Familia, entre los años 1974 y 1979. En esos años, impulsó y consiguió la aprobación de las leyes de acceso a los anticonceptivos, en 1974, y la legalización del aborto, en 1975, mediante la que se conoce como “ley Veil”, luego de debates en la Cámara, en las que tuvo que soportar improperios e insultos. En un discurso central de la discusión, expresó: “No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300 mil abortos que, cada año, mutilan a las mujeres de este país, ofenden nuestras leyes y humillan a aquellas que los padecen”, pocos días antes de la aprobación de la ley. Un año después impulsó la prohibición de fumar en determinadas lugares públicos. Su actuación política continuó con su elección como la primera presidenta del Parlamento Europeo en 1979, manteniendo su cargo hasta 1982, continuando participando en el Parlamento como miembro hasta 1993.
Su compromiso social se mantuvo inalterable y la defensa de los valores republicanos fue su preocupación, sobre todo al crecer las opciones de ultraderecha en Francia, con el Frente Nacional de Le Pen. La política francesa se ha caracterizado por desarrollarse en una sucesión de conciliaciones y transformaciones de partidos y acuerdos. No ha sido ajena a esas situaciones Simone Veil, quien ha sido miembro de gobiernos de centro, como los de Giscard d´Estaing, Jacques Chirac, Raymond Barre, Francois Miterrand e incluso en sus últimos años, apoyó a Nicolás Sarkozy.
Por otra parte, participó del Consejo que redactó el Tratado por el que se establece la Constitución Europea y fue nuevamente Ministra de Sanidad y Asuntos Sociales de Francia entre 1993 y 1995. Un año después firmó el Manifiesto por la paridad a fin de generar las posibilidades de las mujeres de acceder a cargos directivos, cuando hasta ese momento, en los parlamentos, solo el 6% eran mujeres. En función de ello afirmó “la diversidad es lo que enriquece a una sociedad”.
En otra expresión de su empeño por la justicia, en 2003 fue elegida miembro del Consejo de Administración del Fondo Fiduciario para las Víctimas de la Corte Penal Internacional. En su opinión, “todos merecen ser tratados con humanidad, incluso los presos”. Y “el respeto por los Derechos Humanos debe ser primordial en cualquier sociedad”. Ha dicho también “la verdadera medida de una sociedad es como trata a sus miembros más vulnerables”. Desde 2008, fue la sexta mujer en ser miembro de la Academia Francesa.
Simone Veil falleció el 30 de junio de 2017 y un año después fue enterrada, junto a su esposo, en el Panteón de Paris, donde descansan los restos de los grandes de la historia de Francia, como Víctor Hugo, Rousseau o Voltaire Oliver Dahan, director francés, de películas biográficas como “La môme” (2007) sobre Edith Piaf y “Grace de Mónaco” (2014) sobre Grace Kelly, dirigió “Simone, la mujer del siglo” (2022) sobre la vida de Simone Veil.
En la película el director hace un recorrido de toda la intensa vida de la política y activista, mostrándola en su faceta pública y en sus afectos más íntimos. La fortaleza de carácter, que admirablemente transmite Elsa Zylberstein como la actriz que la representa a Simone en su edad adulta, es un elemento sustantivo para comprender y admirar a esta mujer, que pudo sobrevivir al infierno de los campos de concentración y las muertes de sus seres queridos, y encaró la tutela y salvaguarda de la democracia y la justicia. Pero lo hizo con una constancia épica nutrida de su naturaleza resiliente, sumada a su extraordinaria fuerza de voluntad, para no aceptar fácilmente el destino y buscar transformar la vida. Su preocupación ha sido el rescate de la memoria del holocausto, la resistencia ante el totalitarismo y la instauración de los derechos de las mujeres.
A propósito, Elsa Zylberstein, ha dicho en función de la importancia y el momento en el cual se ha realizado la película, “el cine tiene que ser político (…) estamos viendo un regreso del totalitarismo, del fascismo. Ya no es una película de época, estamos hablando de la actualidad”.
La figura gigantesca de Simone Veil, es mirada con admiración por el director que evidencia con notable eficacia la dureza del tratamiento que tuvo que soportar la heroína, por ser mujer, tanto en su cautiverio como en su actuación pública, posibilitando también al espectador recorrer la historia de Francia en el siglo XX. En los parlamentos que introduce en el guion, se valora a la elocuencia con la que se expresaba Simone, en cada uno de los debates en que participaba.
El gobierno de Francia en 2018, instituyó un premio en memoria de Veil para honrar a las personas que luchan por las causas de las mujeres. Así fueron premiadas la camerunesa Aissa Doumara Ngatanson, cofundadora de la asociación por la eliminación de la violencia contra las mujeres; el colectivo ecuatoriano “Vivas nos queremos”, la política afgana Habiba Sarabi; la activista fiji activista especialista en cambio climático, ética, feminismo y política y la agrupación salvadoreña ciudadana por la despenalización del aborto.