Sobre las fiestas patrias
Desde la salida del sol hasta el fin del Tedéum el “batallón infantil”, muerto de frío y cansancio, se aguantaba seis horas largas. Recién después del Tedéum, el Himno Nacional y los discursos que los seguían, la gente se marchaba a la Intendencia Municipal a los compases de la marcha “San Lorenzo”, para presenciar el desfile escolar que el batallón infantil encabezaba.
Creo que la distinción que este lugar significaba, influía para que hubiera mantenido su marcial formación durante tantas horas; pero también debe tenerse en cuenta el hecho de que el desfile terminaba ante las bandejas de la confitería de Pontiroli en los corredores de la Municipalidad, con el reparto de las masas; la preeminencia militar nos aseguraba elegir de las masitas preferidas y no de los rezagos que quedaban para los últimos. Con dos en la mano y otra en la boca –y mejor si de crema– quedaban compensados todos los trabajos de la mañana.
Por la tarde, la fiesta patria continuaba en la cancha de carreras a la orilla del pueblo. Se corrían las de sortijas y algunas pollas con premios y también solía haber domas de potros. Después empezaban las cuadreras con largas e interminables partidas en las que los corredores ponían a la par sus parejeros y se iban convidando, tratando de ventajearse mutuamente en el pique.
Generalmente terminaban por largar con bandera. Más de una vez, vi en la raya un fallo discutido y solían salir los cuchillos y sonar algún revólver.
Recuerdo algo que mi impresionó pero que, ahora, se me hace grato. Vi un entrevero de esos en que participaron más de quince paisanos y del que resultaron diez o doce heridos pero ninguno grave: punta y hacha y planazos, lujo de cuchilleros. La gente de aquellos pagos era, en general, de buena índole y peleaba
más bien por jactancia de destreza o prueba de hombría, y no mataba sin necesidad. Más bien, se floreaba con el arma en la mano: era un gusto de varón.
Los fuegos artificiales culminaban en la noche la fiesta patria y se renovaba todos los años el prestigio de las bengalas, de la estrellas voladoras, de los soles crepitantes y los fuegos rojos, verdes, amarillos y azules sobre el telón negro del cielo, con las estrellas oscurecidas por los resplandores de los castillos incendiados y los combates navales, el giro velocísimo de las ruedas gigantes y las enloquecidas que se desprendían rotando y terminaban por extinguirse en estallidos luminosos, allá arriba. Pero me parece que lo que causaba más impresión eran las proyecciones cinematográficas en la calle, seguramente reservadas para los 25 de Mayo, porque los 9 de Julio eran muy fríos. Recuerdo vagamente la comicidad de Toribio y Sánchez; llegó también Max Linder. Eran “las vistas” –entonces se decía así, como ahora es “bien” y también biógrafo– al cinematógrafo que terminó en cine, según protestaba el tartamudo, que había tenido mucho trabajo para aprender los primeros nombres. Pero lo inolvidable no son las “vistas” sino los comentarios de la multitud venida del fondo de los campos, en aquella “platea” de gente a caballo, en sulkies, en charrets, en carros y hasta en los vagones de las estancias.
Aquella avenida Massey, con el telón delante en el medio de la calle –con el proyector en el balcón ochava de la Municipalidad– cubierta por toda clase de vehículos ocupados y jinetes, pudiera dar el modelo, sin necesidad de traerlo de afuera, pero lo que no se podrá reproducir es la espontaneidad comunicativa de las risotadas, de punta a punta de la móvil platea y de la participación de espectadores, que vivían intensamente lo que ocurría en la pantalla.
Eran como niños, mis paisanos de entonces en el pueblo; pero niños gigantes que hacían los más duros trabajos durante todo el año y sólo tenían para reír ese momento de la fiesta patria.
Pero terminemos con las fiestas patrias.
A la hora misma en que finalizaban en la calle las “vistas” o estallaban los fuegos artificiales para el “pópulo minuto”, especialmente rural, empezaba el baile de gala, en la Municipalidad –si la situación política era fluida– o en el Club Social, si era tensa. Pero éste es tema que irá en otro lugar más adelante.
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