Acción por la vida
El suicidio no representa solo una tragedia individual, sus efectos impactan penosamente sobre la familia y conmociona inevitablemente a la comunidad. Los vecinos reaccionan, se interrogan, reflexionan, se analizan y buscan respuestas al desgarro colectivo, sobre todo cuando acontecen en jóvenes y niños incluso.
A veces la reacción es espasmódica, en otras ocasiones entra en la lógica de la mezquindad del cálculo político, pero en los últimos tiempos ha dado lugar a un fenómeno muy significativo en el campo social y de la salud mental comunitaria, en la formación de redes de voluntarios para contribuir a la prevención. Como Psicólogo preocupado por este síntoma de una sociedad y mundo que se hace cada vez más inhabitable, he tenido el honor de acompañar la creación de los Voluntariados para la prevención del suicidio en distintas localidades de la provincia de Entre Ríos. El primero fue “No estás solo” de Villa Elisa. Nanda Rocha y Ana María Loto, vecinas comprometidas del lugar, me convocaron para dar una charla y pensar un proyecto de Voluntariado en el año 2016, en el que sufrieron 14 acontecimientos luctuosos, excesivos en una Comunidad, en ese entonces de 15.000 habitantes. Hoy “No estás solo” es una Asociación civil ejemplar en el tratamiento de estos casos a nivel nacional. En Paraná, Cecilia Oroná y Jorge Levin trabajan en la concientización y creación de dispositivos, integrando la red provincial de voluntarios. Un poco después, impulsado por Beatriz Perini, surgió” S.O.S Vida”, en Chajarí, una ciudad que históricamente ha padecido estas circunstancias tristes. Ha sido incansable su tarea en la visibilización, concientización e información, entre otras múltiples intervenciones. Hoy realizamos (ya que me siento parte de estos grupos) una fuerte apuesta a la información preventiva a través de los medios de comunicación y “S.O.S” está logrando una importante inserción en el Hospital “Santa Rosa”, para trabajar en conjunto. En Concordia creamos, en 2019 “Lazos en red”, red que aún se mantiene, con las limitaciones de un Voluntariado, aportando tiempos y dispositivos para acompañar a las personas que sufren. En el caso de nuestra ciudad, Silvia Fernández coordina un “Taller de Tejido” y Verónica Bordagaray un “Taller de expresión para adolescentes”. Por mi parte brindo espacios de consulta y orientación telefónica y charlas preventivas y de posvención en distintas instituciones, sobre todo en las escuelas. Estos voluntariados surgen en parte por la ineficacia del Estado de poner en acción, concreta, territorial políticas públicas de prevención, ineficiencia de los programas estatales que los voluntariados han solicitado que se corrijan, desde hace años ya, con escasa respuesta. A decir verdad, en nuestra provincia, que ha encabezado las tasas de suicidio en los últimos años, solo hay dos experiencias de programas municipales que aún existen y que coordino. Uno es en Los Charrúas y otro en Federal. En el primer caso el Programa lleva 2 años y 7 meses, con excepcionales resultados, la reducción a un solo caso en ese período, bajando índices altísimos y excepcionales si los comparamos con los índices en otras localidades de la provincia. De todas maneras, creo que la cantidad y calidad de intervenciones institucionales y clínicas y el compromiso y la participación de la comunidad deben ser, aún más tenidos en cuenta como criterio del éxito de la experiencia. En Federal he trabajado durante un año y medio con los mismos fundamentos. Luego de un breve período volvieron a darse casos que conmocionaron y entristecieron a esa querida ciudad. Así fui convocado nuevamente en abril, relanzando el programa. Siempre es elogiable que el Estado se haga cargo de los padecimientos de la salud de su población, y así sucedió con la actual gestión Municipal de Federal, por eso me pareció muy importante volver a trabajar con gente tan cálida y amable. Muchos vecinos, con quienes había ya trabajado, me preguntaban, preocupados, cómo podían aportar su granito de arena, entonces me pareció una buena idea convocar a la creación de un Voluntariado. Ese espacio de vecinos que comenzó a formarse, me sorprendió gratamente, en cantidad y calidad de su compromiso con ese proyecto. Comenzamos a reunirnos en el “Punto digital” de Federal con un numeroso grupo de vecinos (hoy superan las 40 personas) que con avidez deseaban colaborar por el bienestar y la salud mental de su comunidad. La metodología que fundó el proyecto consistió en orientarlos a construir las actividades y dispositivos que pensaban útiles a los objetivos de ayudar a los vecinos vulnerables, con depresiones y conductas autodestructivas. Comenzamos con una capacitación y enseguida llovieron propuestas, que se superaban unas a otras en calidad de intervención comunitaria. A poco tiempo de comenzado, ya realizaron folleteadas informativas en una Feria que se hace en la Plaza Urquiza, difusión en los medios de comunicación, espacios de sostén para personas que transitan depresiones o crisis de angustia, de ayuda para chicos cuyo rendimiento escolar los afecta emocionalmente, talleres de lectura compartida en la biblioteca popular Sarmiento los martes de 16 30 a 20, grupos de caminata y mateada en el camping municipal con proyección a los barrios de la ciudad. Esta experiencia de la mateada seguirá todos los domingos, día elegido por la sensibilidad que se activa en las personas frágiles emocionalmente, que tendrán allí un espacio de contención a través de compartir esa infusión tan nuestra, tan característica. Eso es lo que sentimos en la primera experiencia de la mateada en Federal, una cercanía, una cordialidad, una hospitalidad para el que deseaba hablar, una comunicación plena a la que invita esa práctica cotidiana, amistosa y familiar que es compartir un mate. Pronto los desconocidos que fueron al camping generaron, por los coordinadores del voluntariado, un espacio de confianza y calidez que permitió el despliegue de un clima propicio para charlar, para contar cuitas, para recibir sugerencias, para activar escuchas atentas y comprensivas que compusieron un campo comunitario de contención con inimaginables efectos terapéuticos. Están proyectados cines/debate y actividades físicas y sociales. El nombre de este voluntariado, constituido por vecinos maravillosos, ejemplares, fue elegido por votación de la comunidad, con la denominación “Acción por la vida”, muy pertinente porque en su concisión refleja sin fisuras, la apuesta fundamental del grupo. Yo, conmovido por esta experiencia, solo deseo testimoniarla en esta columna y congratularme con su existencia, aquella que nos brinda esperanza en momentos en que pareciera que la indiferencia, el individualismo y la crueldad se apoderara de la vida social, frente al destino infeliz que viven muchos vecinos. Una experiencia que vuelve a atestiguar y ratificar que solo la solidaridad, la participación comprometida, la amistad y las acciones por la vida, aquellas que solo desean la felicidad del otro, traerán salud mental y limitarán las penurias que configuran el malestar en nuestra sociedad y nuestra cultura.
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