Animales sueltos
“…la culpa es del otro si algo les sale mal, entre esos tipos y yo hay algo personal…” Joan Manuel Serrat.
El martes, en un día “de perros” para el Concejo Deliberante, se trató entre otras, la Ordenanza sobre “animales sueltos”. En lo personal la escalofriante palabra “eutanasia”, evoca, asociativamente, los terrores de la infancia, aquellos asociados a la “Perrera”, Institución fantasmagórica que a mis cinco o seis años era representada por un enorme camión-jaula que se llevaba los tusos de la calle y los hacía desaparecer. Cuantos desvelos habré sufrido por ese amigo de cuatro patas, al que apodábamos “Pelé” y que, dada su inclinación a vivir una libertad ilimitada, podía ser confundido con un vagabundo sin dueño y sufrir tan espeluznante destino. Finalmente, no se trataba de la vuelta de la Perrera. Es lo que algunos Concejales hicieron saber a los gritos, a un reconocido proteccionista de nuestra ciudad, endilgándole, además, la filtración pública de la noticia, como si fuera un secreto de Estado. Habría que advertir a algunos Legisladores que no se les haga costumbre la conducta impropia y autoritaria de maltratar a los ciudadanos a los que representan, y a ocultarles la información pública que están obligados a brindar. Sería una buena práctica democrática- porque aunque algunos reivindiquen Genocidas a los que quieren homenajear con calles, vivimos, aun a los tumbos, en un Sistema democrático -que el Cuerpo deliberativo sancione con las reglas inherentes, a los Ediles que de modo insólito, como viene sucediendo, agredan, estigmaticen, demonicen, y persigan, a los ciudadanos que deben representar, y que puedan soportar las críticas que reciban en un sistema de convivencia plural, como prueba mínima de su salud mental. Porque representan a todos, aun a los que no comulgan sus ideas, y, además-debieran saber, contenido elemental de una “Formación ética y ciudadana” que parecen haber salteado-que el hecho de gobernar y deliberar en nombre del pueblo, no implica traicionar permanentemente esa delegación inevitable de la voluntad ciudadana, sino precisamente interpretarla, para que las estafas a esa representatividad, no minen la credibilidad en el Sistema. Y así vienen legislando sobre temas sensibles, autoritariamente, entre “gallos y medianoche” y de espaldas a la ciudadanía, ocultando sus desvaríos, de los que ni siquiera parecen poder dar cuenta a la luz del día. Temas que atañen no solo a la protección de los animales, sino al cuidado del ambiente y a la libertad de expresión, patrimonios públicos delicados que tratan con un desprecio inconcebible. En el segundo caso la circulación de vehículos por San Carlos, aun de modo restringido, es contaminar de ruidos y de gases una belleza natural, un Universo de fauna y flora, un Paisaje de ensueños que es de todos, y que fundamentalmente, a todos nos corresponde la responsabilidad de cuidar como a una delicada joya de nuestra ciudad, y no arrojarlos gratuitamente a no se sabe bien qué intereses.
La libertad de expresión cercenada con la intervención de la Radio Pública, “Radio Ciudadana”, fue otro tema maltratado, amenazando con desalojar a los ciudadanos que manifestaban su descontento, como si fueran terroristas extranjeros, como si no se tratara de un valor esencial de nuestra Democracia, aquello que la funda y que no debiera ser amordazada.
Estas circunstancias, delicadas en sí mismas, son aún más graves en una ciudad en la que hace una semana, un hombre murió en una de sus calles, a causa del frío y de la glacial indiferencia e insensibilidad del Estado, pérdida de la vida humana a la que no hubo ni siquiera una referencia, o al menos una alusión o demostración de duelo, de los Legisladores en el recinto. Es otra vez grave esta dedicación de esfuerzos y recursos del Estado (nombres de calles reconociendo Genocidas, agresión al medio ambiente, a los proteccionistas y a la libertad de expresión, cambios de nombres de salones por revanchismo político), en una ciudad en la que cotidianamente nos topamos con personas e incluso familias revolviendo los contenedores de basura para llenar una panza hambrienta, una ciudad, tristemente rankeada como lo más pobre de la pobre Patria del ajuste, y a la que, hasta donde yo sé, no le han dedicado una sola medida que resuelva, o por lo menos atenúe, esa dolorosa realidad que debería avergonzarnos, que debería avergonzarlos.
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