No por re-manidas algunas frases dejan de tener verosimilitud y un valor intrínseco que definen con absoluta realidad la contundencia que de ellas se pretender derivar.
Con ese alcance, podemos afirmar que el fallecimiento de Beatriz Sarlo, deja un vacío imposible de llenar en la cultura argentina.
Sarlo, fallecida el 17 de diciembre de 2024 a sus ochenta años, fue una prestigiosa y destacada periodista y ensayista, nacida en Buenos Aires, vinculada con las ciencias sociales y la cultura.
Su aporte al desarrollo y difusión de la sociología, la literatura y la importancia estratégica del debate acerca de la vinculación de las ciencias sociales y el arte con la política, la ubicaron como un referente ineludible de la cultura de la segunda mitad del siglo XX y el inicio del XXI.
Ello implicó qué. habiéndose licenciado en letras, se involucró con el posmodernismo y la crítica literaria en numerosas publicaciones, mediante columnas que publicara en diarios y en revistas, algunas de las cuales creó y dirigió. Sus opiniones, tanto sociológicas, literarias como políticas, se conocieron también en numerosos libros y en participaciones en medios de comunicación en los cuales evidenciaba con claridad su posición y análisis respecto a la historia política y cultural del país como asimismo de la realidad cotidiana. Lo hacía sin dejar de manifestar una postura ideológica que reforzaba su opinión independiente y su compromiso político que, en determinado momento la marginó de los ámbitos educativos y públicos, obligándola a publicar ensayos con seudónimos.
Sarlo ha sido valorada por sus alumnos, sus lectores e incluso por muchos que no compartían su visión respecto a sus ideas políticas, rescatándose siempre su notable nivel intelectual. Ha sido galardonada con numerosos premios; en particular varias veces con el Premio Konex.
A propósito de Sarlo, un libro de Sofía Mercado, “Punto de Vista, historia de un proyecto intelectual que marcó tres décadas de la cultura argentina” es un eficaz acercamiento no solo a uno de los principales aportes de Sarlo a la cultura nacional sino también a un repaso de la importancia que las publicaciones culturales tuvieron durante gran parte de la segunda mitad del siglo pasado en el desarrollo de las ideas, en el debate cultural y político y en la conformación de un ser nacional que en su momento dignificara y referenciaba a la Argentina.
Sofía Mercader, es Doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de Warwick, Reino Unido y licenciada en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Fue investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Universidad de Aarhus, Dinamarca.
Como dice en la introducción de su libro, el mismo “tuvo su origen en algunas inquietudes personales acerca del lugar de la izquierda en el país y, especialmente, acerca del modo en que sus intelectuales pensaron la transición a la democracia”. Formó parte de una investigación para su tesis sobre los intelectuales argentinos en la segunda mitad del siglo XX.
La autora, a partir de los antecedentes, tanto referidos a la concreción del proyecto y a las implicancias de los números publicados de “Punto de Vista” entre 1978 y 2008, propone una revisión más que sustantiva y valiosa sobre las publicaciones y la vida cultural que en esos años convirtieron a Buenos Aires en un faro de polémica y análisis, además de la relación de los intelectuales con los conflictivos y, por momentos, dramáticos hechos políticos que jalonaron esos años.
El libro tiene una elaborada sintaxis que lo convierte en un eficaz resumen histórico con especial foco en la izquierda argentina combinado con un estudio pormenorizado de las publicaciones culturales que se mantuvieron con relativa frecuencia y, especialmente, los temas desarrollados en los noventa números de “Punto de Vista”.
Mercader ubica como antecedentes de la mencionada revista a la intensa vida cultural de Buenos Aires.
A la influencia que el Di Tella que, “representó (…) la modernización cultural de los sesenta y su afán por lo nuevo” hasta su cierre con la dictadura de Onganía y a las publicaciones “Contorno”, “Pasado y presente” y “Los libros”. “Contorno” fue una publicación dirigida por Ismael y David Viñas sobre literatura y sociedad, que alcanzó 10 números entre 1953 y 1959.
“Pasado y presente. Revista trimestral de ideología y cultural”, dirigida por José Arico, estaba vinculada con intelectuales marxistas; apareció, originariamente en Córdoba y luego en Buenos Aires entre 1963 y 1965 y más tarde, en una segunda etapa, en 1973. “Los libros”, fue publicada entre 1969 y 1976, avanzó con sus 44 números, sobre las tendencias de los análisis literarias y culturales. Fue fundada por Héctor Schmucler, con el financiamiento del editor Guillermo Schavelzon y la editorial Galerna.
Al consejo de dirección de “Los libros”, en años posteriores a su aparición, se incorporaron Carlos Altamirano, Ricardo Piglia y Beatriz Sarlo, que fueron los que fundaron “Punto de Vista” en mayo de 1978, en años de la más cruel dictadura.
En esta última revista, en los primeros números y hasta 1981 los autores, que actuaban en clandestinidad, firmaban con seudónimos, por temor a soportar los avatares del gobierno que perseguía a los intelectuales que, como ellos se encontraban identificados con alguna corriente del peronismo y/o con las distintas vertientes de la izquierda. Dice Mercader “muchos de sus amigos y colegas se habían exiliado, algunos habían desaparecido o habían sido secuestrados, y la mayoría estaba bajo vigilancia del sistema ilegal de inteligencia de los militares”.
“Punto de Vista” fue un decidido aporte al pensamiento crítico, al encomiable debate de ideas, a la apreciación de los teóricos vernáculos y extranjeros, a desafiar el sentido común y a manifestar, cuando se consideró pertinente, una identificación política.
La revista integró sociología, historia argentina, crítica de libros, cine y música, psicoanálisis, filosofía y política. En sus primeros números se evidenció la situación del exilio y del “insilio”, este término en cuanto a aquellos que se han mantenido en su país durante el régimen militar y fueron marginados de la esfera pública. En el marco de ese análisis de comportamiento, Piglia en sus diarios dice “me resisto al exilio como alternativa de vida en tiempos difíciles” y se refirió a “Punto de vista” como “una obligación moral en cuanto a vehículo de resistencia y supervivencia”.
En las páginas de la revista se acreditó un interés por analizar la historia de las generaciones intelectuales argentinas. En 1981, al evidenciar un debilitamiento del poder del régimen militar, los autores comenzaron a firmar sus artículos con sus nombres, se habló que “existe una tradición argentina que los que hacemos Punto de Vista reconocemos: una línea crítica, de reflexión social, cultural y política que pasa por la Generación del 37, por José Hernández, por Martínez Estrada, por FORJA, por el grupo Contorno”. Se desarrolla la dicotomía entre el “Facundo” y el “Martín Fierro” para determinar cuál debería ser el libro fundacional de la identidad nacional.
Hay en los sucesivos números referencias a las distintas revistas culturales anteriores a “Punto de Vista”, incluso “Sur” y la importancia de Jorge Luis Borges. Al contrario de lo que algunos críticos afirmaron, consideraban a esa revista como americanista y a Borges como el maestro del criollismo urbano. Se rescata también la trayectoria de Juan José Saer y su particular influencia.
Mercader valora que “Punto de Vista” introduce una nueva crítica en la intelectualidad argentina, apartándose de las visiones estructuralistas que habían dominado, hasta esos años, a la crítica. Altamirano y Sarlo introdujeron el método sociológico en el estudio de la literatura argentina.
Respecto a la infausta decisión de la aventura militar en Malvinas, los editores de “Punto de Vista” manifestaron, casi en soledad, una posición contraria a la misma y a partir de la derrota y el despertar de la actividad política, mayoritariamente se involucraron con Alfonsín, incorporando el debate político. Se evidencia la búsqueda de la pluralidad de intereses. “El intelectual tenía que ofrecer una visión total al mundo”, afirman. Por otra parte, y en función de la vida democrática, el intelectual revolucionario (como se consideraban los editores de la revista) se deriva en un intelectual público.
Con el avance del neoliberalismo en los ´90, la revista se encolumna en defensa de la cultura estéticamente válida frente a la producción cultural orientada al consumo. Expresan que la televisión reduce el acceso cultural a las clases bajas. Y en cierta forma, opone el Estado a los medios. En una acabada y notable síntesis de posición política, afirman que las condiciones para el progreso es la combinación entre democracia liberal y la justicia social.
Cuando en 2008 en el número 90 se anunció el cierre de la publicación, el escritor y crítico literario español Jorge Carrión (autor de un notable libro, “Librerías”, en el que trata sobre una cronología del desarrollo de las librerías y su valor como centros y focos culturales), afirmó en la revista mexicana “Letras libres”: “a partir de ahora los números de Punto de Vista, como los de Sur o los de Vuelta, empezarán a venderse en las librerías de viejo, serán perseguidos por los coleccionistas y estudiados por los historiadores de la cultura”.
Beatríz Sarlo, luego de “Punto de Vista”, al igual que otros autores revisaron y extendieron los ensayos publicados en la misma y los transformaron en libros. En su caso, “Ensayos argentinos: de Sarmiento a la vanguardia” (1983), “Una modernidad periférica. Buenos Aires 1920 y 1930” (1988), “Borges: un escritor en las orillas” (1993), “Escenas de la vida posmoderna: Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina” (1994). A partir de su cátedra en la Universidad de Buenos Aires y posteriormente con numerosas publicaciones se convirtió en la intelectual más aguda y respetada del país.
El fallecimiento de Beatríz Sarlo no hace más que reflexionar respecto a su figura y al tiempo en que se publicó “Punto de Vista” como una némesis del momento actual. El debate intelectual, la configuración de argumentos propios, el respeto a la diversidad deductiva y el compromiso político personal son los elementos más congruentes de ese tiempo. Un tiempo y un estado de época tan distinto al actual.
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