Cuando la víctima tiene la culpa
La desaparición de Luisina Leoncino, la joven concordiense de 24 años, ha conmocionado a toda la comunidad. Desde el 9 de julio, sus seres queridos y la sociedad en general se preguntan con desesperación sobre su paradero. Sin embargo, la búsqueda de respuestas se ve empañada por la polarización y el ruido generado en las redes sociales.
Es comprensible que la preocupación y la angustia lleven a exigir información oportuna por parte de las autoridades, pero el silencio que se ha instalado solo profundiza la incertidumbre y la frustración. La atención de las instituciones parece dispersarse en cuestiones políticas más que en la urgencia de encontrar a Luisina, lo cual solo aumenta el descontento y la sensación de abandono en su familia y amigos.
Lamentablemente, en las redes sociales, el propósito inicial de solidaridad y colaboración ha sido desvirtuado por aquellos que buscan protagonismo y generan contenidos sensacionalistas sin sustento. Personas que pretenden ser “informantes” pero solo fomentan el morbo y la desinformación, agravando aún más el dolor de una familia que ya se encuentra en una situación angustiante.
El problema se intensifica cuando algunas voces, desde el anonimato cobarde, se atreven a juzgar a la propia víctima. Es inaceptable que, en lugar de brindar apoyo y contención, se caiga en la trampa de justificar acciones o buscar culpas en quienes han sido afectados por un hecho atroz. Cuestionar la vida privada de alguien para encontrar explicaciones a lo sucedido es una actitud irresponsable y carente de humanidad.
En ocasiones como esta, nos confrontamos con lo peor de nosotros mismos. Nos damos cuenta de que la empatía, un valor que pregonamos como sociedad, a menudo es solo una palabra vacía. Hablar desde la comodidad de nuestros hogares sin vivir el drama de una desaparición, sin enfrentar la posibilidad de perder a un ser querido, nos aleja de comprender el dolor y la desesperación que sienten quienes atraviesan esta pesadilla.
Este caso conmueve a Argentina, pero es un reflejo de problemas más amplios que enfrentamos como sociedad. El sensacionalismo y la búsqueda de culpables sin fundamento solo ahondan las divisiones y nos alejan de encontrar soluciones reales para enfrentar situaciones de violencia e inseguridad.
Es hora de que como comunidad demos un paso atrás, reflexionemos y recordemos la importancia de la empatía y la solidaridad. Debemos unirnos en apoyo a los afectados y exigir a las autoridades una respuesta pronta y efectiva. También es imprescindible que como ciudadanos seamos responsables con la información que compartimos en las redes sociales y evitemos propagar rumores que solo suman al dolor de los demás.
La desaparición de Luisina Leoncino es una tragedia que nos afecta a todos. Solo a través del respeto mutuo y la colaboración podemos enfrentar estos desafíos y construir una sociedad más justa y compasiva, donde nadie sea culpabilizado por ser víctima de un delito. Solo así podremos honrar a quienes sufren y trabajar juntos para evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir.
Gastón Emanuel Bordón