Cuando lo obvio no es tan común
Si rezamos el Padrenuestro es obvio que nos reconocemos hermanos. Sin embargo nos cuesta vivir de ese modo, incluso con los más cercanos. Sabemos también que, como nos enseñaba San Pablo VI, “la Iglesia existe para evangelizar”; la misión debiera ser articuladora de la vida de cada comunidad; sin embargo —y también— nos cuesta ser Iglesia en salida a las periferias.
Este fin de semana celebramos en la Argentina la Jornada Mundial de las Misiones. El lema que nos propone Francisco es “vayan e inviten a todos al banquete”, tomado de la parábola evangélica del banquete nupcial (cf. Mt 22,1-14). Jesús nos relata que ante el rechazo de los primeros invitados, el rey, protagonista central, dice a sus siervos: «Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren» (v. 9). En su Mensaje el Papa nos dice que “reflexionando sobre esta palabra clave, en el contexto de la parábola y de la vida de Jesús, podemos destacar algunos aspectos importantes de la evangelización, los cuales resultan particularmente actuales para todos nosotros, discípulos-misioneros de Cristo, en esta fase final del itinerario sinodal que, de acuerdo con el lema “Comunión, participación, misión”, deberá relanzar a la Iglesia hacia su compromiso prioritario, es decir, el anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo”.
La Parábola nos muestra que “la misión es un incansable ir hacia toda la humanidad para invitarla al encuentro y a la comunión con Dios. ¡Incansable! Dios, grande en el amor y rico en misericordia, está siempre en salida al encuentro de todo hombre para llamarlo a la felicidad de su Reino, a pesar de la indiferencia o el rechazo”. Ciertamente que tendremos dificultades y, a veces, graves. La tentación del desaliento está abonada por la búsqueda de resultados inmediatos, del éxito humano.
Estamos llamados a anunciar la Buena Noticia a todo el mundo, todas las culturas, todos los pueblos. Algunos hombres y mujeres sienten en su corazón el llamado que Dios les hace para consagrar la vida en la Misión lejos de sus hogares. Pero “no olvidemos que todo cristiano está llamado a participar en esta misión universal con su propio testimonio evangélico en todos los ambientes, de modo que toda la Iglesia salga continuamente con su Señor y Maestro a los ‘cruces de los caminos’ del mundo de hoy”. Además del testimonio es nuestra obligación comprometernos con la oración y con el apoyo económico. La colecta que se realiza en las misas este fin de semana se dedica a sostener obras en lugares de misión: salas de salud, escuelas, hogares para niños huérfanos o ancianos abandonados, centros misioneros…
El mensaje y la propuesta del Evangelio es novedosa, y de alguna manera contracultural. Nos llama a un cambio de paradigma, de mentalidad. “Así pues, mientras el mundo propone los distintos ‘banquetes’ del consumismo, del bienestar egoísta, de la acumulación, del individualismo; el Evangelio, en cambio, llama a todos al banquete divino donde, en la comunión con Dios y con los demás, reinan el gozo, el compartir, la justicia y la fraternidad”. Una misión destinada a todos, es lo que subraya la Parábola; nadie queda afuera del amor de Dios que quiere que «todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4).
Para que la misión sea universal, obviamente hace falta el compromiso de todos. “Por eso es necesario continuar el camino hacia una Iglesia al servicio del Evangelio completamente sinodal-misionera. La sinodalidad es de por sí misionera y, viceversa, la misión es siempre sinodal.”
Durante este mes de octubre en Roma se está realizando el Sínodo de la Sinodalidad, que tanto tiene que ver con lo que venimos hablando. Una religiosa benedictina y un sacerdote dominico están dando savia espiritual al discernimiento de estos días. Les comparto unas reflexiones dichas en el Aula por el padre Radcliffe que todavía me siguen resonando:
“Nuestra tarea en el Sínodo es vivir con preguntas difíciles y no, como los discípulos, deshacernos de ellas. ¿Cuáles son las nuestras aquí? (…) Seguramente debemos responder a todos los gritos de madres y padres de todo el mundo por las hijas e hijos jóvenes atrapados en la guerra y la pobreza. No debemos cerrar los oídos como hicieron los discípulos en ese momento. También hay preguntas profundas que subyacen en muchas de nuestras discusiones. (…)
”Muchas personas quieren que este Sínodo dé un Sí o un No inmediato en varios temas. ¡Pero esa no es la forma en que la Iglesia avanza hacia el profundo misterio del Amor Divino! No debemos huir de las preguntas difíciles. (…) A pesar de la recepción hostil de los discípulos, la mujer se queda. No se rinde ni se va. Por favor, quédense, cualquiera que sea su frustración con la Iglesia. ¡Sigan preguntando! Juntos descubriremos la voluntad del Señor. (…)
”De lo contrario, como decimos en Inglaterra, solo estaremos reorganizando las sillas del Titanic”.
El video del Papa para el mes de octubre, nos llama a rezar “por una misión compartida”, de la cual somos corresponsables los obispos, sacerdotes, diáconos, fieles laicos, la vida consagrada. Nos complementamos, “somos comunidad. Por eso debemos caminar juntos recorriendo el camino de la sinodalidad”. “Somos corresponsables en la misión; participamos y vivimos en la comunión de la Iglesia.”
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