En la década del ´40 del siglo XX el cine argentino tenía una presencia internacional muy importante. Las películas se distribuían en toda América y en España con un predicamento y una adhesión significativa por parte de esos públicos. El cine en Argentina se había desarrollado con un formato industrial que, en cierta medida, remedaba el norteamericano. El sistema de estudios y el desarrollo del cine de géneros permitieron esa proyección que también posibilitaron la inserción de intérpretes en otras latitudes, fundamentalmente en México.
Era la época de las divas de los teléfonos blancos, las comedias con edulcoradas historias de amor, soberbias mansiones, destacados galanes, cómicos populares y cines repletos semana a semana.
Luis César Amadori, había nacido en Pescara, Italia en 1902 y a los cinco años vino con sus padres a Argentina. En su juventud tuvo una incursión en el periodismo. Fue autor de letras de tango conocidas como �SRencor⬝, �SConfesión⬝, �SMadreselva⬝, �SAlma de bandoneón⬝, algunas de ellas grabadas por Carlos Gardel. Además incursionó en el ámbito revisteril, fue empresario, guionista y un director de cine muy exitoso.
En 1947, estaba casado con Zully Moreno, una auténtica estrella en esos años, había dirigido a grandes artistas populares como Luis Sandrini, Pepe Arias, Libertad Lamarque y Niní Marshall. Amadori se interesó por llevar a la pantalla una obra de teatro de Joracy Camargo, un dramaturgo brasileño, �SDios se lo pague⬝. Convenció a los hermanos Mentasti, propietarios de Argentina Sono Film, la productora más importante de Argentina. Encomendó a Tulio Demichelis el guion y filmó la película entre agosto y octubre de 1947.
�SDios se lo pague⬝ como versión teatral había sido estrenada en 1933 en el teatro Casino de Río de Janeiro por Procópio Ferreira y Elza Gomez y el 10 de enero de 1935 se estrenó en Buenos Aires, en el teatro Sarmiento con Alfredo Camiña y Carmen Casnell. No solo cautivó a los públicos latinoamericanos sino luego se representó en Italia y en Francia.
La historia relata el devenir de un mendigo que cae en esa situación porque si bien era el autor de un importante invento, un industrial se había apoderado aviesamente de la propiedad de éste y finalmente pierde el trabajo y queda en la miseria. Su esposa desanimada se suicida y el hombre en una decisión extrema, y ya en situación de mendicidad, recurre a la caridad. Con ropas harapientas el mendigo se ubica en la entrada de una iglesia, junto con otro pordiosero. Se mantiene con las limosnas que recibe de los fieles, a los que le agradece con un �SDios se lo pague⬝.
Amadori utilizó los encuadres y la fotografía para sumar al melodrama los condimentos que ayudan a exponer una mirada de crítica social. En esas noches, en las escalinatas del templo, el personaje es un observador privilegiado de los comportamientos sociales. En los diálogos con el otro mendigo, esboza conceptos filosóficos sobre la vida. Esos diálogos es la base de sustentación de la obra. Dos pordioseros sentados en unas escalinatas discurriendo sobre el sentido de la vida. �SLa vida es una sucesión de acontecimientos inevitables⬦ como la lluvia, el viento, la tempestad⬝, dice y agrega �SVivir es razonar. Y el razonamiento es el supremo bien de la vida. Quien razona no sufre⬝. La manera como se comporta el protagonista con sus benefactores, le permite conseguir una pequeña fortuna, pero no desdeña seguir manteniendo la falsa identidad nocturna. Durante el día es un empresario exitoso, un burgués acomodado y en la noche se convierte en el andrajoso que mendiga en la puerta de la iglesia. En esa circunstancia, conoce a una bella mujer, de la que se enamora y la rescata de deudas de juego. A su vez, debe disputar con el hijo del inescrupuloso que lo había llevado a la miseria, el amor de esa mujer, a la que finalmente conquista y con la que se casa.
De acuerdo a las apreciaciones del crítico Abel Posadas, �SDios se lo pague⬝ es un folletín más que un melodrama, porque en él �Slas emociones son dichas (⬦) y envueltas en un paquete de quirúrgica prolijidad, pero no hay imágenes que expresen con elocuencia propia los desbordes emotivos de los personajes. (⬦) A Amadori no le interesaba el exceso visual sino la fascinación de una puesta en escena en la que las estrellas constituían el eje central⬝, según reseña Fernando M. Peña en su libro �SCien años de cine argentino⬝. Una particularidad de este director que se empeñó en utilizar las actuaciones de sus protagonistas como reaseguro del tema central de la historia.
�SDios se lo pague⬝ contó con las actuaciones del galán mexicano Arturo de Córdova y Zully Moreno, esposa de Amadori, en momentos que era frecuente la interrelación entre el cine mexicano y el argentino. Fue un éxito estruendoso desde su estreno, el 11 de marzo de 1948, hace 75 años. Formó parte del Primer Festival de Cine de Mar del Plata y se la exhibió en el Festival de Venecia. Se mantuvo varios meses en los cines de Buenos Aires y tuvo amplia repercusión en todos los países de Latinoamérica, en España e Inglaterra. Obtuvo numerosos premios nacionales como los de los cronistas de espectáculos y los de la Academia del Cine nacional y se la postuló para una mención especial en el rubro �Sfilm en idioma extranjero⬝ en la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Finalmente el premio lo obtuvo �SMonsieur Vincent⬝ de Maurice Cloche y guion de Jean Anouilh. Sin embargo, se convirtió en la primera película argentina en ser postulada para ese premio.
�SDios se lo pague⬝ tuvo una versión televisiva en Argentina, como telenovela, en 1981 con la actuación de Federico Luppi y Leonor Benedetto. También, en Colombia en 1979 y en México en 1990.
Amadori, a quién se lo sindicaba con el peronismo, tuvo que exiliarse en 1955, continuando su carrera en España realizando comedias ligeras, de índole pasatista con la interpretación de cantantes populares.
En estos setenta y cinco años desde su estreno, varias generaciones han recalado en �SDios se lo pague⬝ como una de las películas más significativas del cine nacional. Más allá del análisis crítico, se la ha considerado popularmente como una historia de superación personal e integración colectiva. Una referencia ineludible al hablar de ascenso social.