Dólar Agro: Costos de no liberar el mercado cambiario
Existe una extraña fascinación en la República Argentina por repetir las ideas malas en lo que a política económica concierne. Así, se insiste con los fracasados �Scontroles de precios⬝ (con una inflación de febrero de 6,6 % y la de marzo del 7,7% es claro que el programa �Sprecios justos⬝ fue, justamente, un fracaso.) Se han implementado aumentos de impuestos de emergencia económica teóricamente transitorios que terminan permaneciendo hasta en los períodos en que los gobiernos se jactan de ser los artífices de un alto crecimiento del PBI y descenso de la pobreza (Ej: el �Stransitorio⬝ impuesto a los débitos y créditos bancarios, mal llamado �Simpuesto al cheque⬝).
Ahora, se está implementando por tercera vez un extraño esquema llamado �Sdólar soja⬝, aunque por su ampliación a economías regionales se lo renombró como �Sdólar agro⬝, ya referiremos al mismo.
Hagamos un pequeño viaje al pasado, solo hasta 2011, año en que el ministro de economía de ese entonces, Axel Kicillof, impone el llamado �Scepo cambiario⬝. Las exigencias y limitaciones para comprar divisas se irían incrementando en los años siguientes, hasta que Mauricio Macri las elimina como una de sus principales medidas económicas iniciales. Pero la libertad en el mercado de cambios duró poco, en septiembre de 2019, presionado por la crisis cambiaria, el mismo gobierno que lo había eliminado vuelve a imponer el cepo cambiario.
Este esquema de limitaciones en el mercado cambiario persiste y se profundiza de manera casi constante, y paradójicamente termina atentando contra sus principales objetivos: evitar la pérdida de reservas y preservar el valor de la moneda local.
Es cierto que eliminar el mentado cepo y sincerar el tipo de cambio oficial podría tener costos inflacionarios importantes. Durante 2016 hubo una suba en el nivel de precios que se atribuyó a la abrupta liberación del mercado cambiario (la forma en que se implementó tal medida fue muy criticada incluso por Carlos Melconian, uno de los principales referentes económicos del entonces presidente Mauricio Macri)
Sin duda que somos conscientes que, con una inflación anual proyectada llegando a los 3 dígitos, una liberalización cambiaria abrupta podría encender la mecha de la hiperinflación. Pero, el mantenimiento de las restricciones también trae costos que se intensifican y complejizan, afectando no sólo al mercado cambiario, sino a la economía toda, dificultando el crecimiento del PBI severamente para este año.
Y aquí volvemos al comentado �Sdólar agro⬝, versión 3 del dólar soja con ampliación a ciertas economías regionales. �SComprar barato y vender caro⬝, regla básica del arbitrajista, pero el Banco Central invierte la regla: compra caro y vende barato. Así de extraño es el esquema �Sdólar agro⬝, misma lógica (o ilógica) que el dólar soja 1 y el dólar soja 2. En efecto, la entidad monetaria pagará $300 por cada dólar a los exportadores que sean incluidos en el programa y seguirá vendiendo a los importadores al precio oficial que actualmente ronda los $214. ¿Y quién pondrá la diferencia? Pues, la solución más argentina del mundo: la emisión monetaria.
En caso de que la medida sea exitosa, ¿Se generará presión sobre el nivel de precios? Sí, como en los 2 programas anteriores ¿Aumentará las distintas cotizaciones del dólar? Es muy probable, habrá más pesos circulando que buscarán refugio tanto en los dólares bursátiles (MEP y CCL) como en el blue. Lo cual aumentará la brecha cambiaria afectando negativamente el nivel de actividad.
Por supuesto, no todo irá a parar a precios, el Banco Central puede emitir deuda remunerada para captar pesos, con el consecuente aumento en los intereses devengados y en su déficit (el llamado Déficit Cuasifiscal).
Pues bien, si es tan penosa la medida en cuanto a nivel de precios, tipo de cambio, y demás ¿para que la implementan? Pues, es el costo de no hacer las cosas bien (o un poco mejor) desde hace mucho tiempo, y por eso el retroceso hacia 2011 (en general, las cosas mal vienen desde mucho tiempo antes) en nuestra reflexión, año en que nació el monstruo, durmió poco más de 3 años durante el mandato de Mauricio Macri hasta que situaciones coyunturales, así como errores de política económica llevaron a despertarlo. Luego, durante la actual presidencia (de Alberto Fernández) se lo siguió alimentando. Pero, en un intento de responder la pregunta planteada: lo implementan porque el Banco Central necesita reservas desesperadamente, y se espera que consigan algunos miles de millones en divisas con este curioso esquema, aunque en menor volumen que en las anteriores versiones, ya que lo que se liquidó anticipadamente no se puede volver a liquidar.
Claramente, se trata de una maniobra para engrosar las reservas muy desprolija y perjudicial a mediano y largo plazo. Se comprende muy bien que la alternativa de liberar el mercado de cambios, y así eliminar la brecha cambiaria, los múltiples tipos de cambio y la escasez de divisas, trae sus riesgos en este escenario de desconfianza y para colmo con la incertidumbre propia de año de elección presidencial. Pero, como cualquier alumno de Microeconomía sabe: los precios artificialmente bajos estimulan la demanda y desestimulan la oferta, lo cual genera escasez: es lo que se ha viene haciendo en el mercado de la divisa estadounidense durante años y que trata de emparcharse con estos esquemas cambiarios especiales. La salida no será gratis, pero tarde o temprano deberá implementarse, porque la basura debajo de la alfombra no puede esconderse por demasiado tiempo.
*El autor es economista, profesor universitario y de nivel medio