Educar en un país con su mitad de población bajo la línea de la pobreza
La educación argentina se encuentra convaleciente, enfrenta una coyuntura que necesita de acciones veloces y profundas para no quedarse detrás de todos los progresos tecnológicos y sociales. Y no necesita de narrativas que se insuflan en enconados debates ideológicos que retrasan toda posibilidad de innovación, corroyendo las posibilidades de dialogo y concordia. Olvidándonos que los chicos, los jóvenes y los adultos universitarios son la esencia y la razón de ser de la educación. Esta es la única disciplina que logra una igualdad auténtica e inclusión real de los que menos tienen.
Una educación de calidad que funcionase como lo exige cualquier país que tuviere apetencias en mejorar la vida de sus habitantes, echaría por tierra las discusiones bizantinas, concretando políticas que tengan como resultado oportunidades de desarrollo y acceso para la mayor porción de sus habitantes.
Vivimos en una época de la historia que tiene como rasgos característicos: una gran superficialidad, fugacidad e inmediatez, que con su correlato afecta a la educación, encontrándose en una etapa de transición hacia un nuevo paradigma. Ante ese desafío, reflexionamos de cara a un futuro complejo que intente integrar la diversidad y de soluciones a las deudas pendientes y relacionadas con las necesidades básicas no cubiertas. De acuerdo a la página web: chequeado.com, si se analiza la pobreza monetaria, el 57,5% de las niñas y niños son pobres. El dato fue aportado por el INDEC, siendo este un universo de más de 7 millones de chicos menores en la pobreza.
Del análisis general vamos a dirigimos hacia uno acotado, como lo es la problemática educativa en los ambientes más carenciados, donde las posibilidades de aprender son más limitadas, la infraestructura escolar muestra la falta del estado en cuestiones básicas, las violencias intrafamiliares son moneda corriente, los alimentos básicos para poder desarrollar las niñeces con normalidad son insuficientes(con profundas secuelas en el desarrollo mental de los menores), las adicciones que se transmiten de padres a hijos, como mecanismo de evasión de la miserable y casi determinante vida.
Pensamos en una escuela primaria y secundaria que promuevan una nueva educación basada en el presente, orientándose hacia el futuro, que provoque satisfacción, deseos de superación, e intentando mantener un equilibrio entre las necesidades interiores y las exigencias externas. Las escuelas con niños y jóvenes de menores ingresos, necesitan imperiosamente la reformulación de sus programas curriculares, marcando un camino que logre la inserción plena de los chicos, a través de la incorporación de diferentes deportes que estimulen un desarrollo integral y cumpla con la antigua cita latina: “Mens sana in corpore sano”.
Si logramos establecer una mayor carga horaria curricular de los diferentes deportes, que tendrán como resultado estimulo motriz en detrimento de la vida sedimentaria moderna, una mejor alimentación (sin tener pretensiones de estigmatizar, se presentan casos que la alimentación en los establecimientos educativos es la única comida importante en el día para millares de alumnos).
Entonces, la práctica cotidiana y sostenida de los mismos, promoverán valores morales y físicos, ya que deportes y drogas no son compatibles, ni deberían serlo, promoviendo una cultura de sana competencia con perspectivas de poder ser un medio de vida futuro para los más aptos.
Este programa propugnara, la práctica extendida de técnicas que estimulen el conocimiento interior y ayuden a aumentar la concentración y, por ende, los rendimientos escolares, mediante el yoga y la meditación. Esta última, arraigada en las sociedades orientales, es una experiencia obligatoria en las academias militares de La India.
Esta nueva escuela debe dejar de lado la enseñanza unidireccional, promoviendo el desarrollo creativo de los educandos mediante la enseñanza de artes, tan importantes como las ciencias duras. No se buscará las antinomias, se procurará la complementación, el equilibrio hacia una escuela de futuro donde no se excluyan los intereses de los estudiantes. Este trabajo deberá ser abordado por las fuerzas educativas y vivas de la comunidad, que busquen un presente y futuro sustentable, diversificado y más satisfactorio. No solo los problemas son económicos, ya que no solo de pan viven las personas.
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