El camino hacia el grado de inversión: Un desafío para Argentina
Recientemente la agencia internacional Moody’s elevó la calificación de Paraguay al investment grade (grado de inversión), que facilita el acceso al crédito con mejores condiciones de tasas de interés y una mayor amplitud en los plazos. Esta mejora alcanza tanto al gobierno como a las compañías privadas que tengan el volumen suficiente. Las agencias de calificación crediticia tienen la tarea de evaluar los activos financieros, empresas y Estados para determinar su riesgo de quiebra o insolvencia. Estos análisis exhaustivos de cuentas y balances ayudan a los inversores a tomar decisiones informadas sobre dónde colocar su capital.
Entre los países latinoamericanos, que llegaron a este nivel actualmente se encuentran: Chile, Uruguay, Perú, Colombia, Brasil, Panamá y ahora Paraguay.
¿Y Argentina? Argentina tiene una calificación crediticia de “CCC”, es decir que sus títulos son considerados “especulativos” y no exentos de riesgo de impago.
En general, los títulos especulativos sólo se usan para completar carteras de inversión. La aparición de fondos “especulativos” son excepciones que no alcanzan para comprar una regla usual de opciones de inversión.
Por lo tanto, con expectativas de algún eventual “upgrade” de la calificación crediticia para la Argentina, el Gobierno todavía tiene mucho trecho por recorrer para mejorar su acceso al financiamiento internacional.
¿Porque es tan importante llegar a grado de inversión? Fundamentalmente porque el precio final de cualquier producto está fuertemente influenciado por los costos financieros.
El riesgo país de Paraguay alcanza los 160 puntos básicos, lo que quiere decir que, si Paraguay emite un bono a diez años de plazo, deberá convalidar una tasa 1,6% superior a la de un bono similar de los EEUU (hoy en 4,2% anual en dólares) es decir un 5,8% anual.
En cambio, en el caso de Argentina, con un riesgo país en los 1.560 puntos básicos, una eventual emisión a diez años debería ofrecer un rendimiento de 19,8% anual en dólares, imposible de pagar.
Entonces, imaginemos que eres un emprendedor argentino con una gran idea: fabricar muebles de diseño. Para poner en marcha tu proyecto, necesitas un millón de dólares. Si lo hicieras en Paraguay, los intereses anuales por ese préstamo serían de USD 58.000. Pero si lo haces en Argentina, ¡tendrías que pagar USD 198.000 anuales! Esta enorme diferencia (USD 140.000) demuestra cómo el alto riesgo país encarece los proyectos y dificulta la creación de empresas en nuestro país.
El alto costo financiero explica (en parte) porque las inversiones de otros países no vienen a nuestro país, y porque los argentinos que tienen ahorros importantes tampoco los invierten en nuestro país, o porque cualquier producto fabricado en Argentina se vende a un precio mayor a otro de la misma calidad fabricado por ejemplo en Paraguay.
Debido al alto riesgo país, los inversores internacionales perciben a Argentina como un lugar poco seguro para invertir. Para compensar ese riesgo, exigen tasas de interés exorbitantes, lo que encarece significativamente el costo de financiamiento para cualquier proyecto. Esto, a su vez, se traduce en precios más altos para los consumidores.
El riesgo país es como el interés adicional que te cobra un banco si considera que eres un cliente de alto riesgo. En el caso de Argentina, este riesgo es tan alto que las empresas internacionales prefieren invertir en otros países donde las condiciones son más seguras.
Para entender mejor el impacto del riesgo país, imaginemos dos países: Argentina y Paraguay. Ambos tienen recursos naturales y potencial para crecer. Sin embargo, Paraguay, con un riesgo país mucho menor, atrae inversiones de todo el mundo y cuenta con una industria tecnológica en constante expansión.
Mientras tanto, en Argentina, muchas empresas se ven obligadas a cerrar por falta de financiamiento o a trasladar sus operaciones a otros países. Alcanzar el grado de inversión sería darle a la Argentina la oportunidad de competir en igualdad de condiciones con el resto de los países del mundo.
Sin lugar a dudas es esencial llegar a grado de inversión, ya que permite a un país mejorar su competitividad, lograr atraer inversiones extranjeras, desarrollar industrias de alto valor agregado y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
¿Cómo llegar nuestro país a tener grado de inversión? El grado de inversión es un reconocimiento internacional a la solidez económica y fiscal de un país.
En primer lugar, es necesario fortalecer las instituciones del Estado, combatiendo la corrupción, mejorando la transparencia y garantizando la independencia del sistema judicial. En segundo lugar, se debe lograr la estabilidad macroeconómica, reduciendo el déficit fiscal, controlando la inflación y asegurando la sostenibilidad de la deuda. Y finalmente, atraer inversiones, creando un ambiente de negocios más atractivo, simplificando trámites, mejorando la infraestructura y promoviendo la inversión privada.
Argentina hoy se encuentra en una encrucijada. La inestabilidad política crónica, la inflación galopante y la excesiva dependencia de los commodities (que la hace vulnerable a los cambios de los precios internacionales), han frenado su crecimiento económico y alejado a los inversores.
Para revertir esta situación, es imperativo implementar un plan económico a largo plazo que promueva: la diversificación productiva (fomentando sectores como la tecnología, el turismo y la manufactura), capital humano de calidad (invertir en educación y capacitación para mejorar la productividad), y atracción de inversiones (creando un ambiente de negocios seguro y estable).
Solo a través de estas acciones, Argentina podrá superar el estancamiento y alcanzar el desarrollo económico sostenible, sumándose así a los países de la región que ya han logrado el grado de inversión. Estas reformas no solo son necesarias para alcanzar el grado de inversión, sino también para construir un país más justo y próspero para todos los argentinos.
Es hora de que Argentina deje de ser un país de oportunidades perdidas y se convierta en un actor relevante en la economía global. Conseguir el grado de inversión debe ser una meta del gobierno, ya que es una de las llaves que nos abrirá las puertas al crecimiento y al desarrollo.
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