El cepo: ¿Escudo o lastre ante la tormenta financiera internacional?
El Nikkei de Tokio, tras un desplome que hizo temblar los cimientos de la economía global, se recuperó este martes con una vigorosa embestida, escalando más de un 10%. La causa de aquel sismo financiero: el fantasma de la recesión estadounidense, acechando tras los débiles indicadores del mercado laboral norteamericano. El yen, fortalecido por la incertidumbre, agudizó la crisis.
Asia, Europa y Wall Street sucumbieron al pánico, presa del temor de que la Reserva Federal, con su esperada reducción de tasas, no lograra conjurar el espectro de la contracción económica. El mundo financiero, convulso y febril, aguardaba con ansiedad cada nuevo dato, cada rumor, cada declaración de los banqueros centrales.
En este escenario de zozobra, una certeza emergió como un faro en la tormenta: la inminente baja de tasas de interés en Estados Unidos. El dato es sumamente relevante para el mundo y en particular para los mercados emergentes, que en alguna medida quedaron eclipsados por los altos rendimientos que ofrecieron en los últimos años los bonos norteamericanos (medidas que tomaba el gobierno de EEUU para bajar la tasa de inflación).
¿Esto beneficia o perjudica a la Argentina?
La crisis financiera internacional no puede reducirse a un simple esquema de beneficios o perjuicios para un país como Argentina. Sus efectos son complejos y dependen de una multitud de factores, tanto internos como externos. Lo que sí es cierto es que las crisis suelen exacerbar los problemas preexistentes y generan desafíos importantes para la política económica.
Ahora bien, si bajan los rendimientos de la deuda de países desarrollados, los inversores podrían buscar otras oportunidades. Entonces la deuda local puede convertirse en un activo atractivo para el mercado, pero dependiendo de cómo sigue la situación de las reservas y el futuro del cepo.
Los bonos argentinos podrían beneficiarse de un contexto internacional de menores tasas de interés. Entonces, si los países desarrollados van a pagar menos a sus inversores en un contexto de baja de inflación, crece la posibilidad de un aumento de los flujos hacia países considerados más riesgosos.
En resumen, en principio podríamos afirmar que esta crisis podría beneficiar al país, pero el principal problema sigue siendo el cepo, que es un conjunto de restricciones impuestas por el gobierno sobre la compra y venta de divisas. Estas limitaciones buscan controlar el flujo de dinero que entra y sale de un país, y generalmente se implementan en situaciones de crisis económica o para tratar de estabilizar una moneda que se está devaluando rápidamente.
Ahora bien, el cepo cambiario ha sido objeto de debate. ¿Qué habría ocurrido sin él? Probablemente, Argentina habría enfrentado una salida masiva de capitales y una devaluación, además se habría reducido significativamente las reservas internacionales y dificultado aún más el financiamiento de la deuda externa, exacerbando la situación financiera actual del país. La pérdida de confianza de los inversores ante la volatilidad global y las vulnerabilidades estructurales de la economía argentina, habría acelerado estos procesos.
Muchos economistas coinciden en que haber levantado el cepo de manera apresurada en este contexto habría sido muy arriesgado. Sin embargo, la paradoja radica en que este gobierno priorizó en su programa económico su eliminación, argumentando que era necesaria para restablecer la confianza de los inversores y promover el crecimiento económico (lo que en lo particular coincido plenamente). Sin embargo, esta medida y en palabras del propio gobierno en este escenario de crisis financiera termino siendo una solución de un agravamiento de la economía argentina.
En lo personal, considero que, si la crisis hubiera sido más profunda y prolongada, su impacto en Argentina habría sido mayor, independientemente de la existencia del cepo.
Los recientes acontecimientos han dejado en evidencia las profundas fragilidades estructurales de la economía argentina, que van más allá de la cuestión cambiaria.
Si bien el levantamiento del cepo debe ser un objetivo a alcanzar, es fundamental que se realice de manera gradual y ordenada, dentro del marco de un programa económico integral que aborde las causas estructurales de la crisis, como el déficit fiscal, la alta inflación y la deuda externa.
Además, es necesario implementar medidas que regulen el flujo de capitales de manera prudente, para evitar nuevas fugas especulativas ante shocks externos, como los que hemos experimentado en el pasado.
Un levantamiento apresurado del cepo, sin las reformas necesarias, podría generar una mayor inestabilidad financiera y devaluaciones bruscas, afectando el poder adquisitivo de la población y erosionando la confianza de los inversores.
Por lo tanto, es crucial diseñar un plan que combine la apertura del mercado cambiario con políticas macroeconómicas sólidas y medidas de fortalecimiento institucional.
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