El uso y abuso del Certificado Único de Discapacidad
El Certificado Único de Discapacidad (CUD) es una herramienta fundamental para garantizar que las personas con discapacidad accedan a los derechos y beneficios que les corresponden por ley.
Sin embargo, no es un secreto que obtener este certificado puede ser una odisea burocrática. La cantidad de papeles, trámites y verificaciones que se requieren puede resultar abrumadora tanto para la persona con discapacidad como para sus familiares. Además de las barreras burocráticas, existen también barreras sociales. En cada paso del camino, las personas con discapacidad y sus seres queridos enfrentan impedimentos que dificultan la plena integración y el acceso a los derechos garantizados por la ley. A pesar de que las leyes avalan ciertos beneficios y apoyos, el recorrido para acceder a ellos está plagado de obstáculos y caminos sinuosos. Sin embargo, en este contexto de lucha constante por lo que les corresponde, hay quienes abusan del poder que otorga el CUD. Es necesario reconocer que algunas personas utilizan este certificado para intentar obtener ventajas indebidas, creyendo que tienen derecho a todo, cuando en realidad solo tienen derecho a lo que está contemplado por la ley. Esta línea delgada entre lo que se debe y lo que no se debe obtener a través del CUD es frecuentemente malentendida.
El abuso del CUD no solo desprestigia a quienes realmente lo necesitan, sino que también genera desconfianza en el sistema. La ley está diseñada para proteger y apoyar a las personas con discapacidad, pero no para conceder privilegios injustificados. Es crucial entender que lo que no está contemplado por la ley, simplemente no corresponde. Sin embargo, la dificultad para obtener lo que está contemplado por la ley no justifica los intentos de obtener más allá de lo permitido. En la era de las redes sociales y los medios de comunicación, estos abusos se vuelven aún más visibles y controversiales. Es común ver a personas que, al no obtener lo que creen que merecen, recurren a las redes sociales para desprestigiar, insultar y escrachar, aprovechándose del poder de la visibilidad que ofrecen estas plataformas. Este comportamiento no solo es injusto, sino que también desvirtúa la verdadera lucha por los derechos de las personas con discapacidad. Es fundamental mantener el foco en la importancia de garantizar que las personas con discapacidad accedan a los derechos que les corresponden por ley, y al mismo tiempo, denunciar y corregir los abusos que puedan surgir. La justicia social no se logra aprovechándose del sistema, sino trabajando para que el sistema funcione de manera equitativa y justa para todos. El camino de la discapacidad es ya de por sí difícil, y añadirle el peso del abuso y la injusticia solo lo hace más complicado. La sociedad debe ser consciente de estas dinámicas y trabajar en conjunto para erradicar tanto las barreras burocráticas y sociales como los abusos del sistema. Solo así podremos construir un entorno más inclusivo y justo para todos.
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