IA en el sector público: ¿progreso o peligro?
Mientras en Argentina actualmente existen importantes problemas de gestión a nivel nacional (como lo que acontece en el Ministerio de Capital Humano), nuestro presidente viajó al exterior para tener una serie de muy “llamativas” reuniones con las 4 personas reputadas como los popes de la I.A. (inteligencia artificial), y nos preguntamos ¿para qué?
En ese contexto, el presidente anunció que pondrá en marcha una reforma para hacer más “eficiente” el Estado. Mencionó un supuesto módulo para reformar el Estado, mediante inteligencia artificial desarrollado por las empresas tecnológicas estadounidenses Google y Meta. Aunque no se han proporcionado aún detalles específicos sobre cómo se implementará la IA en la reforma del Estado, es un tema relevante a seguir.
El mandatario contó que la IA fue parte de la charla que tuvo con Bukele, presidente de El Salvador, y que pretende incorporarla en nuestro país, indicando que asignó esta tarea a Federico Sturzenegger.
La IA es considerada por algunos como la Cuarta Revolución Industrial, una sucesora de las revoluciones industriales anteriores que se basaron en la mecanización, la electricidad y la informática.
Sin embargo, otros argumentan que la IA representa algo más que una simple extensión de las revoluciones anteriores. Sostienen que la IA es lo suficientemente disruptiva como para marcar el comienzo de una nueva era, una era en la que las máquinas no solo complementan el trabajo humano, sino que también pueden superar la inteligencia humana en muchos aspectos.
La IA va a constituir una de los sucesos más importantes en nuestras vidas en los próximos 50 años. Bill Gates llegó a decir en una entrevista reciente, que tendrá un impacto mucho mayor que internet.
Según un informe del Foro Económico Mundial, alrededor del 40 % de todas las horas de trabajo podrían verse afectadas por los grandes modelos lingüísticos de IA, como ChatGPT-4. Se espera que muchas funciones de oficina o secretaría disminuyan debido a la IA.
La IA está transformando el mundo laboral a una velocidad implacable. Según el informe antes citado, alrededor del 22% de los empleos en la economía sufrirán algún tipo de modificación para el año que viene (2025), aunque no todos los trabajos se verán afectados por igual, algunos sectores experimentarán cambios más significativos que otros.
A modo de ejemplo, se estima que en sectores como mecánicos y reparadores de maquinaria podrían ver una disminución del 8 %, contabilidad, contadores y auditores desde un 16 % a un 23 %, y secretarios administrativos y ejecutivos verían una disminución del 46 %.
Si bien el informe no precisa sobre el sector público en particular, no hay ninguna duda que el impacto de la IA también se sentirá fuertemente en este sector, por eso es muy importante seguir de cerca cómo se implementará la IA en la administración pública, y cómo afectará a los empleados públicos en Argentina.
Por lo tanto, es crucial que gobiernos, empresas e individuos trabajen en conjunto para preparar la fuerza laboral para el futuro del trabajo con IA. Esto incluye invertir en educación y capacitación, crear políticas que apoyen a los trabajadores desplazados, y fomentar una cultura de aprendizaje permanente.
También debemos decir que, si bien muchas veces se pensó que la innovación tecnológica es enemiga del empleo, hasta ahora la historia nos ha mostrado lo contrario, ya que las distintas revoluciones industriales, mejoraron la competitividad y generaron mayor empleo. Un ejemplo de esto fue la disminución notable en la tasa de pobreza extrema a nivel global de los últimos 200 años. En 1820 alrededor del 90 % de la población mundial vivía en la pobreza extrema, mientras que en 2022 esa tasa se ha reducido al 10 % aproximadamente.
Sin duda, la IA tiene un enorme potencial para optimizar el sector público, ya que permitiría mejorar la gobernanza, optimizar procesos, mejorar la eficiencia y la calidad de vida de los ciudadanos. Pero su uso responsable y ético es crucial para evitar consecuencias negativas.
Los especialistas coinciden en que la IA va a permitir, entre otras cosas: 1) Procesar grandes volúmenes de datos, identificando patrones y tendencias que facilitan la toma de decisiones informadas, 2) Automatizar tareas repetitivas y tediosas, liberando tiempo para que los funcionarios se enfoquen en actividades estratégicas y de mayor valor, 3) Facilitar el análisis de datos gubernamentales en busca de irregularidades o corrupción, promoviendo la transparencia y la rendición de cuentas, 4) Ofrecer servicios públicos personalizados en función de las necesidades individuales de cada ciudadano, mejorando la satisfacción y la eficiencia, 5) Optimizar la planificación urbana al analizar datos demográficos, de tráfico, medioambientales, etc., para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, 6) Fomentar la participación ciudadana al facilitar la comunicación entre los ciudadanos y el gobierno, mejorando la comprensión y la colaboración, y 7) Mejorar la seguridad y prevenir ataques cibernéticos.
Sin embargo, es necesario por otra parte abordar de manera proactiva las amenazas que la IA plantea, estableciendo salvaguardas adecuadas, para que podamos aprovechar los beneficios mientras mitigamos sus riesgos.
En mi opinión, los riesgos son muchos, entre los que podemos mencionar: 1) La complejidad de los sistemas de IA dificulta comprender cómo toman decisiones y quién es responsable de sus resultados, lo que puede generar desconfianza y erosionar la confianza pública en el gobierno, 2) La automatización impulsada por IA podría conducir a la pérdida de empleos en el sector público, particularmente en tareas repetitivas y administrativas, con el consiguiente malestar social, 3) La recopilación y el uso de datos personales por parte de sistemas de IA plantean riesgos para la privacidad y la seguridad de los ciudadanos, 4) Los sistemas de IA podrían ser mal utilizados o manipulados por actores maliciosos para fines como la vigilancia ilegal, la propaganda o la interferencia en las elecciones, 5) Los algoritmos de IA pueden perpetuar y amplificar sesgos existentes en la sociedad, lo que puede llevar a la discriminación en áreas como la contratación, la prestación de servicios y la toma de decisiones, 6) La IA podría usarse para influir en las opiniones y el comportamiento de los ciudadanos, lo que podría afectar la democracia y la participación ciudadana y 7) El uso de la IA en el sector público plantea importantes cuestiones éticas relacionadas con la responsabilidad, la transparencia, la equidad y la justicia.
Por ello, es fundamental que el sector público implemente medidas como: desarrollar marcos legales y éticos claros para el uso de la IA, promover la transparencia y la rendición de cuentas en el desarrollo e implementación de sistemas de IA, evaluar cuidadosamente el impacto social y ético de la IA antes de su implementación, invertir en la educación y capacitación de los empleados públicos para que puedan adaptarse a las nuevas tecnologías, y fomentar la participación ciudadana en el diseño y la implementación de sistemas de IA.
Mientras la aceleración de los cambios es más que exponencial, cabe preguntarnos qué estamos haciendo como país para adaptarnos a este nuevo paradigma y aprovechar las oportunidades que ofrece la IA, y si estamos preparados para enfrentar este desafío sin precedentes.
Si bien en el orden nacional ya se vislumbran las primeras iniciativas ¿qué avances se observan en nuestro país tanto a nivel de provincias y de municipios?, ¿Hay conciencia real de que estamos ante un cambio de magnitudes nunca antes vista en la historia de la humanidad?, y ¿Está la dirigencia política argentina preparada para liderar las transformaciones que ya están en curso?
En fin, parafraseando a Borges en cuanto a su postura crítica que mantuvo hacia el peronismo a lo largo de su vida, afirmando de que “los peronistas no son ni buenos, ni malos… son incorregibles”, podríamos afirmar, también desde una postura crítica que “los cambios de paradigma que va a generar la IA en nuestras vidas, no son ni buenos, ni malos… son inevitables”.
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