Iniciando la segunda etapa cambiaria de la gestión Milei con un guiño a la tercera
Por Cristhian Leonardo Blanc
Con el reciente debut del sistema cambiario de bandas de flotación, la gestión económica Milei-Caputo, abandona la rigidez de un tipo de cambio fijo acompañado de pequeñas devaluaciones mensuales programadas, flexibilizando así el mercado cambiario. Un detalle nos permite vislumbrar la tercera etapa. Analicemos:
En términos generales, los sistemas cambiarios son tres: tipo de cambio fijo, de flotación administrada y libre. Por supuesto que hay matices entre estos esquemas, pero se trata de una clasificación general de utilidad.
La filosofía libertaria del presidente Milei nos permite inferir que su objetivo es la no intervención del Banco Central en la fijación del precio de la divisa, considerando que, es incompatible con el liberalismo la fijación de cualquier precio. Así, en 2019, el entonces futuro presidente de los argentinos afirmaba en un programa radial “metete con mi vieja, pero no me toques los precios”.
Sin embargo, considerando el estado calamitoso del balance del Banco Central heredado, tuvo que transitar un arduo camino para llegar a la reciente liberación cambiaria, parcial pero importante y necesaria. Esta liberación, si bien ampliamente comentada como la eliminación del cepo para personas humanas, contiene un aspecto adicional muy importante y menos comentado: el establecimiento de un sistema de bandas de flotación. ¿Cómo se llegó hasta aquí? Vamos por partes:
El inicio: devaluación y tipo de cambio fijo deslizante
Apenas asumió la actual gestión, el tipo de cambio oficial se elevó en un 120%, llegando a $800. Se sinceró de esta manera una variable económica que se encontraba atrasada luego de la fenomenal emisión monetaria de la gestión Fernández-Massa. Hubo un fuerte pasaje a precios, que confirmó que la elasticidad del nivel de precios respecto al tipo de cambio es muy alta en la Argentina. Y no, esto no niega que la inflación sea siempre un fenómeno monetario, lo confirma.
El tipo de cambio establecido entonces era fijo, pero con un deslizamiento del 2% mensual, que en 2025 se redujo al 1%. Es tipo de cambio semifijo, o de crawling peg, no podía sostenerse eternamente, la dinámica de crecimiento de la inflación por encima de la suma mensual del tipo de cambio oficial alertó sobre el fenómeno de “atraso cambiario” o de un país “caro en dólares”.
El abandono de este esquema, sin saneamiento de los pasivos del Banco Central, y recomposición de reservas resultaba peligroso. Se logró un saneamiento gradual de dichos pasivos. A su vez, el reciente acuerdo con el FMI por USD 20 mil millones más participaciones del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, permite elevar sustancialmente las reservas brutas.
Con este apoyo crediticio y el saneamiento de pasivos, se inicia la nueva etapa:
Segunda Etapa: Bandas de Flotación con ajuste del 1% mensual:
Este esquema suele llamarse de “flotación administrada”, ya que, si bien dentro de las bandas hay absoluta libertad para que el tipo de cambio se mueva, superadas estas, el Banco Central interviene para llevarla a la zona permitida.
En concreto: la banda mínima inicial es de $1000, la máxima de $1400. Si el dólar cae hacia el mínimo, ese abaratamiento de la divisa podría provocar inconvenientes, tales como desincentivos a la exportación y problemas de competitividad. Entonces, el Banco Central compra tantos USD como sean necesarios (inyectando pesos en el mercado) para que el tipo de cambio quede bajo el nivel inferior.
Si en cambio, la cotización supera la banda superior, de $1400, el Banco Central venderá tantas divisas como sea necesario (absorbiendo pesos), para bajar la cotización. Para que tal promesa sea creíble y disuada a especuladores, es necesario que la autoridad monetaria posea reservas suficientes. Con la llegada de los fondos de los organismos de crédito, la especulación quedaría disuadida, ya que la misma podría salir bastante mal.
Pero, como se anticipó, un detalle interesante deja en el horizonte al tercer esquema cambiario, ese detalle es el ajuste de las bandas al 1% mensual:
Tercera etapa: Tipo de cambio libre o plenamente flotante
El ajuste del 1% mensual de las bandas de flotación (crawling band) implica que la banda superior se ajustará en ese porcentaje hacia arriba, y la inferior hacia abajo. En términos numéricos el mes siguiente el límite superior crecería hasta $1414, y el inferior se reduciría a $990. El tercer mes del nuevo esquema la banda superior llegaría a $1428 y la inferior a $980, y así.
Ese ensanchamiento gradual, llevará a que, en determinado momento, la banda sea tan ancha que nos encontremos virtualmente ante un tipo de cambio libre, prescindiendo de la intervención del Banco Central. Acorde con la visión libertaria, todo Banco Central es una entidad burocrática de planificación centralizada y distorsiva, que fija arbitrariamente precios como el tipo de cambio y la tasa de interés.
Quizá el presidente no dinamite la entidad monetaria tal como mencionó en campaña, pero le retire poder de intervención, dejando que las fuerzas de la oferta y la demanda determinen el precio de la divisa, ajustando así automáticamente la cuenta corriente externa, y evitando problemas de pérdida de reservas.
La apuesta es riesgosa, sobre todo considerando el historial de inestabilidad cambiaria que ha sufrido nuestro país. Pero, el ordenamiento de las cuentas fiscales, un Banco Central saneado, una emisión monetaria bajo control, y la respectiva credibilidad del programa, podrían conducirnos a la libertad cambiaria sin mayores sobresaltos.
¿Cuarta Etapa: competencia de monedas?
Aún resulta una incógnita, lo que sí podemos afirmar es que, antes de subir al ring para enfrentarse al dólar, el peso debe estar entrenado, y la escasez relativa del mismo que ha logrado el ajuste fiscal y monetario, ha sido parte de ese entrenamiento.
Pero… de momento no nos apuremos, recién hemos iniciado la etapa dos.
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